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El hombre más poderoso y cercano del mundo

Muchos se preguntan el porqué del fenómeno Obama, pero es evidente que nos encontramos frente a unos de los mejores oradores de la historia, manteniendo la misma cercanía que hace ocho años

Foto: El presidente Obama participa en la campaña de la candidata Hillary Clinton. (Reuters)
El presidente Obama participa en la campaña de la candidata Hillary Clinton. (Reuters)

Todavía recuerdo la primera vez que escuché hablar a Barack Obama en 2008 y cómo el estómago se me llenó de mariposas. Parecía que nos estaba hablando de uno en uno, a todos y a cada uno de los allí reunidos. Me convenció y me conquistó, porque desprende esa magia que solo unos pocos elegidos como JFK o Luther King transmitían. Era el momento en el que Hillary Clinton ya se sabía que, sorprendente y matemáticamente no podía ganar a nominación del partido. Obama no había sido el candidato oficial, pero su sed de cambio, su manera de pensar, de innovar, le hicieron auparse con un apoyo extraordinario. Tuvo la visión de adelantarse a lo que se estaba haciendo en política hasta ese momento y apostar porque la tecnología tuviera un papel clave en la estrategia de campaña, como nunca antes se había visto. Revolucionó las campañas electorales y la estrategia política como se conocía hasta el momento.

Por eso, desde aquel momento me embarqué en una campaña que sabía que sería histórica, con un Barack Obama al frente que es capaz de inspirar e ilusionar a partes iguales. Y es que durante su nominación, durante cada mitin, en cada acto de campaña era capaz de detener el tiempo, encoger el alma y volver a generar una ilusión que parecía perdida. Recordó a todo un país que Estados Unidos era mucho mejor que lo que se había visto en los últimos años de presidencia republicana y que era el momento del cambio, de esperanza. De construir un país mucho más fuerte y más libre, ese país con el que tantas veces habíamos soñado. Y es que, desde el primer momento Barack Obama asumió un enorme sentido de la responsabilidad por los cambios que era necesario llevar a cabo en el país.

placeholder Barack Obama, en un acto de campaña de Hillary Clinton. (Reuters)
Barack Obama, en un acto de campaña de Hillary Clinton. (Reuters)

Era tal la sed de cambio que se tenía en Estados Unidos que en Obama se depositaron unas expectativas tan altas, que era imposible alcanzarlas. Sin embargo, no nos equivocábamos con él. Ha logrado la recupe­ración económica y financiera del país. Recogió un país hecho trizas y hoy la crisis ya está superada. Los datos están ahí, teníamos más de un 10% de desempleo y ahora está en el 4,9%; la Bolsa había perdido un 44% y hoy estamos a nivel preburbuja. Además hay crecimiento económico y las exportaciones tienen un buen ritmo de expansión. Además, se ha llevado a cabo la mayor reforma financiera desde la Gran Depresión, estableciendo mecanismos de control para que no vuelva a suceder una crisis como la que hemos pasado.

Sin embargo y pese a todo, Barack Obama por Estados Unidos ha hecho muchísimo más que sus antecesores

Se ha puesto en marcha la reforma sanitaria pública, en un país en el que había más 40 millones de ciudadanos sin un sistema sanitario digno. A nivel interna­cional se ha restaurado la credibilidad de Estados Unidos, hemos fortalecido las relaciones con los organismos multilaterales como las Naciones Unidas y la OTAN, se firmó el Acuerdo de París en el que el presidente Obama logró que 192 países firmaran un acuerdo vinculante por primera vez en la historia, para poder lograr un mundo más sostenible y una economía verde, etc. No podemos olvidarnos de que ha chocado una y otra vez con la oposición permanente de un Congreso republicano que ha impedido llevar a cabo muchas de las iniciativas que el presidente tenía en mente y quería materializar, como el cierre de Guantánamo, el impulso definitivo de las energías renovables o lograr el hito histórico de que la apertura a Cuba sea irreversible. Sin embargo y pese a todo, ha hecho por el país muchísimo más que sus antecesores. Obama, durante estos ocho años, ha dado voz a la diplomacia y a las negociaciones y ha logrado mejorar la imagen de Estados Unidos fuera de nuestras fronteras.

Pero si hay algo que me sigue asombrando ocho años después es la cercanía que tiene con cualquier persona y la energía que desprende en todo lo que hace. Él está igual de cómodo en una recepción oficial con un gran mandatario internacional que hablando con su personal o con los trabajadores de la limpieza cuando pasea por los pasillos del Ala Oeste. Saluda e intenta charlar con todo aquel que se cruza, habla del partido de 'basket' de la noche anterior o de la última serie que ha visto. No puede reprimirse y saluda a aquellos ciudadanos que esperan por estrechar su mano y no duda en volver a ser niño durante unos minutos, cuando llega uno al Despacho Oval. Y es que, pese a ser el hombre más poderoso del mundo no ha perdido ni un ápice de cercanía y naturalidad.

placeholder El presidente Barack Obama y el rey Felipe se saludan. (Reuters)
El presidente Barack Obama y el rey Felipe se saludan. (Reuters)

Todavía muchos se preguntan el porqué del fenómeno Obama, qué ha tenido frente al resto de candidatos que le ha hecho tan especial. Es evidente que nos encontramos ante uno de los mejores oradores de la historia, pero ¿cuántos grandes comunicadores no han sido capaces de alcanzar sus objetivos? Yo, sin duda, creo que además de su energía y carisma tiene una capacidad de innovación y una visión que le hacen único. El Obama innovador pasa muchas veces desapercibido y creo que es la clave de muchos de los éxitos que se han logrado. Le gusta hacer cosas nuevas, probar, dar un enfoque distinto a cualquier tema. Recuerdo durante la campaña de 2012 cuando decidió que las reuniones de equipo las haríamos de pie. Pese a la sorpresa inicial de todos, enseguida descubrimos que quería probar métodos diferentes para mejorar las reuniones, hacerlas más eficientes y que todos estuviéramos centrados al 100% y diéramos lo mejor de nosotros mismo. Lo consiguió.

Le gusta recordar de dónde viene, no olvida quién es y lo que hizo antes de ser presidente. En más de una ocasión hemos charlado del viaje que le trajo por primera vez a España a finales de los ochenta. Era un Barack muy diferente al de ahora, con una mochila a la espalda, pero con las mismas ganas de descubrir experiencias y vivencias nuevas que ahora. No se ha olvidado de la noche que durmió en una estación de tren en Barcelona, antes de continuar su viaje y, ahora, cuando regresó en visita oficial como el presidente de los Estados Unidos se sorprendió al encontrar un país muy diferente al que aquel estudiante había dejado atrás. Había cambiado, evolucionado tremendamente, como le había ocurrido a él con el paso de los años y las experiencias acumuladas, pero manteniendo esa magia y esencia de nuestro país que tanto le gusta. Barack Obama, lejos de temer el cambio, lo asume como parte esencial del juego de la vida, porque, como decía el presidente Kennedy: “El cambio es ley de vida. Cualquiera que mire solamente al pasado o al presente se perderá el futuro”.

Juan Verde fue asesor de Barack Obama y es miembro del comité nacional de finanzas del Partido Demócrata.

Todavía recuerdo la primera vez que escuché hablar a Barack Obama en 2008 y cómo el estómago se me llenó de mariposas. Parecía que nos estaba hablando de uno en uno, a todos y a cada uno de los allí reunidos. Me convenció y me conquistó, porque desprende esa magia que solo unos pocos elegidos como JFK o Luther King transmitían. Era el momento en el que Hillary Clinton ya se sabía que, sorprendente y matemáticamente no podía ganar a nominación del partido. Obama no había sido el candidato oficial, pero su sed de cambio, su manera de pensar, de innovar, le hicieron auparse con un apoyo extraordinario. Tuvo la visión de adelantarse a lo que se estaba haciendo en política hasta ese momento y apostar porque la tecnología tuviera un papel clave en la estrategia de campaña, como nunca antes se había visto. Revolucionó las campañas electorales y la estrategia política como se conocía hasta el momento.

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