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Una política agroalimentaria de Estado para España en la Europa del futuro
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Una política agroalimentaria de Estado para España en la Europa del futuro

En un momento tan serio como este necesitamos imperiosamente como sociedad acometer con ilusión el empeño de salir adelante dentro del mundo que viene. Mucho se

En un momento tan serio como este necesitamos imperiosamente como sociedad acometer con ilusión el empeño de salir adelante dentro del mundo que viene. Mucho se ha escrito y debatido sobre los responsables, los desencadenantes políticos, económicos, profesionales, jurídicos o comerciales de lo que está ocurriéndonos en todos los ámbitos. Eso no es el objeto del presente artículo, que tiene un objetivo mucho más modesto y específico, pero espero también que útil.

Mi respuesta ante las preguntas que en el extranjero me hacen muchos sobre España es invariablemente que estamos empezando a controlar el déficit y hacer algunas reformas que sin duda, con un nuevo liderazgo político, se verán ampliadas y mejoradas; que tenemos grandes empresas conquistando el mundo; que nuestros problemas se centran especialmente en la dualidad del mercado laboral y una extraña afición por la sobreabundancia de burocracia con proliferación de leyes y administraciones públicas de la cual comenzamos a curarnos.

Pero lo cierto es que la situación es seria. Que para salir de esta, cada cual debemos contribuir nuestro grano a hacer granero. Ese esfuerzo colectivo ilusionado se debe concretar, manifestar en cada uno de los ciudadanos. Como ciudadano me propongo aportar aquí y ahora una pequeña reflexión con algunas propuestas sobre política agro-alimentaria, lo que dentro de mi oceánico desconocimiento quizá sea una de las cosas de las que soy menos desconocedor.

Me pregunto qué requerimientos debemos plantear a tal política, que se resumen en dos grandes objetivos:

Primero: la alineación con otras políticas dentro del armazón institucional español y europeo; y con las reformas que el país va a encarar en el próximo ciclo político.

La financiera y presupuestaria: no es momento de implicar un incremento del gasto. Al contrario más bien. Las políticas industriales de vanguardia en lo que respecta a Investigación, Desarrollo e Innovación: nuestro conocimiento científico está explotando en las últimas dos décadas. Y eso también abarca a nuestro conocimiento sobre las políticas que sí han funcionado para generar ecosistemas industriales e innovadores viables.

Se deben desarrollar políticas industriales de vanguardia en lo que respecta a Investigación, Desarrollo e Innovación: nuestro conocimiento científico está explotando en las últimas dos décadas. Y eso también abarca a nuestro conocimiento sobre las políticas que sí han funcionado para generar ecosistemas industriales e innovadores viables.

Las políticas de Estado y de racionalidad administrativa: no podemos hablar hoy en día de políticas de Estado agro-alimentarias sin entrar en materias medio-ambientales y de desarrollo rural que por su propia naturaleza deberán apoyarse en la racionalización venidera de nuestras administraciones locales y en la recuperación de la responsabilidad, cabe decir el liderazgo por parte del Gobierno de España. Las políticas europeas y especialmente la PAC por motivos obvios: lo que nos propongamos, tendremos que proponerlo también en Bruselas y encajarlo con lo que de allí salga.

Segundo: el sentido de realidad en cuanto a cómo funciona el mundo y qué es lo que está funcionando en el mundo. Contribuir a un tejido socio-industrial menos dependiente, más integrado en los flujos internacionales de comercio, más competitivo, que contribuya más valor añadido a nuestra actividad exportadora.

Todo el mundo da por superado el modelo de subvención y subsidio. El consenso es generalizado. Nuestra sociedad y estructura empresarial está preparada para modelos más avanzados, más comprometidos. Igualmente, sabemos que nos enfrentamos a grandes retos para alimentar con seguridad a una humanidad creciente, para mejorar la alimentación de nuestros hijos, para hacer más funcional y adaptada la oferta de productos nutricionales a los nuevos usos del consumidor, para hacer todo ello del modo más sostenible ambientalmente y procurando a la vez fijar poblaciones en nuestras comarcas. Serán los más competitivos e innovadores quienes sean capaces de atender todos esos retos.

Para ello nos debemos proponer a modo de eficaz check-list algunas sencillas líneas de acción que guíen las distintas actividades específicas. Les sugiero en cuáles he pensado como prioritarias por su repercusión a la hora de cumplir con los requerimientos, objetivos, limitaciones expuestos arriba.

Uno) Marca España. Casos para esta industria de buena marca-país lo serían Francia e Italia. La marca-país, si es buena, el premium en el precio que los consumidores de todo el mundo están dispuestos a pagar, supone en época de bonanza la diferencia entre obtener los recursos para invertir en marca, en equipo humano, en internacionalización, en proyectos de investigación, en consultorías especializadas, en mejoras sostenidas del margen, en proyectos de intercooperación empresarial, en dividendos a repartir, y me refiero tanto a societarios cuanto sociales, o sólo ir construyendo instalaciones mayores. La diferencia entre tener ese premium o no tenerlo en épocas de crisis es la que va de decidir si mantener o cuota o margen, o pagar altas o dividendos, o unos programas y fundaciones a cerrar.

No sigamos el juego egoísta, frustrante a la larga, de algunos; no nos autoengañemos. No tenemos la capacidad financiera, ni el tamaño en el concierto mundial para construir un marasmo inacabable, antojadizo de nombres que pretendan pasar por marca. Es la marca España la única capaz para cobijar las marcas de producto y las reputaciones de nuestras empresas, repito: producto y empresa, no montajes políticos. Porque nuestros clientes en Japón, en Suráfrica, en México, en Alemania no compran nuestros montajes políticos, compran productos españoles cuya marca les ofrezca confianza a importadores, almacenistas, distribuidores y tenderos que a su vez confían en esa empresa española. No hay sitio para más, no lo hay en la mente de un consumidor sometido a una avalancha constante de mensajes que compiten por ser su top-of-mind.

Dos) Federalismo cooperativo, bajo el liderazgo y control indiscutido de la Administración General del Estado; esto es: racionalidad administrativa, simplicidad, coordinación entre administraciones. No sólo por lo anterior, que también. Mentaré a modo de ejemplo sólo lo relativo a la creación y actividad de proyectos empresariales supraa-utonómicos y lo programas de desarrollo rural.

Desde los agricultores hasta los grandes de la distribución pasando por cooperativas, todos necesitan un interlocutor. Saber que si hay un proyecto supra-autonómico sólo hablarán con una ventanilla, sea la del Ministerio, sea la de una de esas administraciones regionales descentralizadas que se ocupará de entenderse con todas las demás.

Se deben desarrollar políticas industriales de vanguardia en lo que respecta a Investigación, Desarrollo e Innovación: nuestro conocimiento científico está explotando en las últimas dos décadas. Y eso también abarca a nuestro conocimiento sobre las políticas que sí han funcionado para generar ecosistemas industriales e innovadores viables.Necesitamos grupos empresariales de mayor tamaño y estos no pueden encontrar como otro obstáculo más esa actitud de adolescencia institucional que todo lo permea, ese "dejadme sólo" que ya se cita en Europa como ejemplo de lo que precisamente no se debe hacer para construir Europa.

De igual manera necesitamos en los programas de desarrollo rural bien una reserva de recursos para proyectos nacionales, como se ha hecho en la gestión descentralizada República Federal Alemana, bien una ventanilla central con sus propios medios y recursos para aquello que sobrepase a las administraciones regionales.

Tres y Cuatro. Pasar del mero mantenimiento defensivo de la renta agraria a la innovación y a la competitividad agraria. Pasar de la subvención al modelo de co-inversión.

Tres) Hay que definir polos tecnológicos agroalimentarios o ecosistemas especializados partiendo de los clusters y especializaciones zonales de ahora, y ponerlos a trabajar en equipo. Hay para otras industrias como la biotecnológica experiencias exitosas (incipientemente) en España y experiencias similares.

Esto se relaciona con lo anterior por cuanto requiere estabilidad de expectativas, muchas veces no se trata de subvenciones: sólo dejar trabajar a la gente, crear un marco regulatorio estable, previsibilidad, remoción de obstáculos.

Pero además es importante sentar dentro de una estructura estable, llamémoslas corporaciones tecnológicas a Universidad, colegios profesionales, asociaciones, empresas, banca y administraciones públicas con relación al objetivo de echar adelante proyectos de Investigación básica y aplicada congruentes con una estrategia compartida, de Desarrollo de productos, de prototipado, demostradores, plantas-pilotos, de Innovación, adaptando productos a nuevos mercados o usos, creando nuevos modelos de negocio, nuevos modos de hacer mejor las cosas.

Cuatro) Para ello se requiere simultáneamente una estructura de fondos de inversión especializados capaces de tomar los proyectos a través de sus diversas etapas. China lo está haciendo de modo masivo para varias industrias y pronto, casi ya, seremos nosotros quienes les copiemos. Todo esto dentro del marco de ayudas de la PAC, pero sabiendo que con muletas ni se corre ni se salta.

Ello crea las condiciones para que a la vez los grandes grupos agro-alimentarios aprovechen sus sinergias con otras corporaciones y organizaciones pero también para que nazcan otros que el día de mañana serán grandes. Son esos grandes grupos los que tendrán la capacidad de competir, internacionalizarse, innovar, retener talento, fijar población en nuestras comarcas, atraer nuevas posibilidades, mejorar nuestra calidad de vida.

En resumen, ¿es que todo esto no es aplicable a muchas de nuestras políticas industriales, institucionales y de acción exterior? Nos planteamos lanzar nuestra marca al mundo con más fuerza, la marca España ya bien acreditada ante muchos pero requerida de todo el empuje imparable que si nos sumamos todos podemos crear. Nos plantemos racionalidad político-administrativa, poner las administraciones públicas al servicio del Ciudadano productor. Nos planteamos un nuevo modelo de colaboración y financiación que genere dinamismo, proyectos de futuro, que de acogida al mérito, al esfuerzo, que cree las condiciones para que de entre los mejores triunfen más quienes más empeño y constancia pongan en su trabajo en equipo.

*Joaquín Gómez Moya es Director de Operaciones de una empresa en EEUU, especializada en nuevos desarrollos y out-licensing de tecnologías microfluídicas, y también CEO de una compañia biotecnológica española.

En un momento tan serio como este necesitamos imperiosamente como sociedad acometer con ilusión el empeño de salir adelante dentro del mundo que viene. Mucho se ha escrito y debatido sobre los responsables, los desencadenantes políticos, económicos, profesionales, jurídicos o comerciales de lo que está ocurriéndonos en todos los ámbitos. Eso no es el objeto del presente artículo, que tiene un objetivo mucho más modesto y específico, pero espero también que útil.