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El Jinete desenmascarado
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El Jinete desenmascarado

'El Confidencial' rescata hoy este texto para rendir homenaje en nombre de los foreros y de la redacción a su autor, D. Tomás Ballesteros, recientemente fallecido.

'El Confidencial' rescata hoy este texto para rendir homenaje en nombre de los foreros y de la redacción a su autor, D. Tomás Ballesteros, recientemente fallecido. D. Tomás, o "Escéptico", seudónimo bajo el que era conocido, participaba con asiduidad en los foros del periódico desde el año 2005, ganándose en este tiempo el respeto y el cariño de nuestra comunidad de lectores.


¡¡¡Soooooooo cabaaaallo!!!  Entre briosos  relinchos y elegantes manoteos, el noble bruto se detuvo, y el no menos noble y arrogante caballero pudo extender la vista sobre el panorama que le rodeaba, admirando su variedad y esplendor, pero con unas arrugas de preocupación marcadas en sus aristocráticas facciones. Arriba a la derecha  entre mares de olivos entrevió a “la plateada Jaén”, faenando en torno al dorado néctar que después se derrama generosa y alegremente en tantas sartenes, pero le pareció apreciar como un cierto cansancio de siglos en los humildes jornaleros que recolectaban el preciado fruto, y tomó nota de tal circunstancia.

En el centro, estaba “Romana y mora, Córdoba callada”, con su fértil vega, su Sierra Morena ubérrima y ganadera, sus campos de viñedos productores de celebrados caldos y sus ciudades antiguas y monumentales, pero también aquí le pareció al señor conde que sus senequistas habitantes,  iban excesivamente sobrecargados de historia y que dicho peso les entorpecía para desarrollar eficientemente sus labores, y ello fue debidamente registrado.

Desplazó su mirada más  a la derecha, hacia  “Granada, agua oculta que llora” blanca de nieves serranas,  verde de  feraces tierras, azul de Mediterráneo, amorosamente mecida entre minaretes,  Alhambras y Albaicines, e igualmente, el fino instinto del grande de España, le hizo notar que había más cante y acordes de guitarra que verdadera actividad, y este hecho quedó archivado en su memoria.

Creyó percibir cierto movimiento bajo los plásticos y le pareció descubrir ajetreo de camiones de gran tonelaje, pero como aquello estaba dominado por el desierto lo atribuyó a un espejismo

Allá en el extremo más alejado estaba “Almería dorada” entre mármoles, pueblos de cine,  altos picos nevados, lagos plastificados y el “Mare Nostrum”. Creyó percibir cierto movimiento bajo los plásticos y le pareció descubrir ajetreo de camiones de gran tonelaje, pero como aquello estaba dominado por el desierto lo atribuyó a un espejismo, y se quedó con la sensación que “el hombre de Indalo” no tenía demasiado aspecto de currante

Bajó la vista, pero fue su oído el que primero captó el sonido de una malagueña, pues se había detenido en “Málaga cantaora”, perla mediterránea, cosmopolita y mundial destino turístico, con su Axarquía, su Serranía de Ronda, su Costa del Sol, sus espectaculares cuevas, sus árabes  millonarios  y sus exclusivos yates, pero tampoco le pareció suficiente toda aquella  magnificencia al hijo preferido de la duquesa, que pensó para su coleto que allí había demasiadas fiestas y excesivas playas rebosantes de gente,  a la que poco tiempo le podía quedar disponible para el trabajo serio y productivo.

Se giró del todo para ver lo que tenía a su espalda, y quedó momentáneamente cegado por la “salada claridad de Cádiz”. Cuando pudo acomodar la vista, descubrió, además de la Tacita de Plata, la Bahía, Los Puertos, Sancti Petri,  saltarines atunes entre Barbate y Tarifa, el Campo de Gibraltar, el Estrecho, la ruta del Toro, increíbles y blanquísimos pueblos colgados de escarpadas cimas, el Marco de Jerez con sus impresionantes bodegas y su oro líquido mundialmente apreciado, así como los más bellos y majestuosos caballos que incluso él, experimentado jinete, podría haber soñado, además de una inmensa Base Naval, una exuberante campiña,  más pueblos encalados y marineros, y en suma, tal cantidad de maravillas como para satisfacer al más exigente mortal, pero al joven prócer le pareció advertir en los gaditanos más inclinación al chirigoteo carnavalesco que a ninguna otra cosa y se quedó con la copla.

Vadeó el  Guadalquivir, sobrevoló  Doñana, dejó atrás atlánticas playas casi vírgenes, la comarca vinícola del Condado, Moguer, Platero, La Rábida,  campos de fresa, y llegó a “Huelva, la orilla de las tres Carabelas”, tras lo cual se sumergió en la Costa de la Luz, hasta el Guadiana y Portugal, dando la vuelta entre minas, castaños y encinares, por Los Millares, Riotinto  y Jabugo  a  lo largo de la Sierra de Aracena entre los exquisitos aromas del mejor jamón del mundo, hasta que topó con la Vía de la Plata, y aunque los hombres de estas tierras son recios y sabios, tampoco le convencieron pues pensó que podían hacer mucho más que pescar, extraer mineral, talar, descorchar, criar los más selectos cerdos, etc., etc.. 

“…Y Sevilla”. Saltando por encima de la antigua vía romana, ahora moderna autovía, se internó en su Sierra Norte sin dejar de percibir los apetitosos aromas de las chacinas que también se dan con abundancia en tan extraordinario entorno,  mezclados con los famosos licores de Cazalla, y bajó  a continuación por la orilla oeste del Gran Río a través de frondosos naranjales y lujuriosas huertas, hasta la capital de Andalucía, que por planetariamente conocida no es necesario describir, para pasear después por sus inmensos arrozales,  su campiña sur cerealista y los cortijos olivareros y ganaderos de las grandes poblaciones de su lado más oriental, pero tampoco le entusiasmó lo suficiente la laboriosidad de sus gentes, a las que etiquetó de peligrosamente devotas de ferias y romerías.

Después de tan exhaustivo examen, su conclusión fue de una lógica aplastante y así lo pregonó en la primera ocasión que se le presentó:

"En Andalucía hay pocas ganas de trabajar" 

Y sumamente satisfecho con su aguda perspicacia, se volvió a sus durísimas ocupaciones de hijo de excéntrica duquesa, a sus caballos, a sus palacios, a sus subvenciones y a atender debidamente a sus preciosas conquistas femeninas para ir poniendo broche de oro al extenso currículum que posee en tan fatigosa labor.

Romance condal.

El conde Salvatierra

de noble y rancio abolengo,

cabalgador incansable

de jacas de todo pelo,

experto en rudos trabajos

para ganarse el sustento,

tales como elevar bien

el dedo índice derecho

para exigir que le pongan

bien calentitos los huevos

y tengan a punto el baño

para sumergir su cuerpo,

serrano, con cicatrices,

causadas por los esfuerzos

que supone andar pidiendo,

siempre, que le sirvan presto.

El altivo y recto prócer

echó una mirada al suelo,

donde los simples mortales

hormiguean con denuedo

transportando las migajas

de lo que a él gratis le dieron

por desconocidas causas

que se pierden en el tiempo.

Sea porque no era su día,

sea por encontrarse tenso

o por la causa que fuere,

le pareció que el esfuerzo

que las hormigas hacían

era flojo, escaso y lento,

y sin perder un minuto,

así se lo dijo al viento.

¡Andalucía no trabaja,

eso puede verlo un ciego,

tomad ejemplo de mi

que no descanso un momento

y a toda clase de yeguas

las monto sin miramientos!

¡Ved mi madre, la duquesa,

hasta última hora cumpliendo,

con la sagrada tarea

de a duque muerto otro puesto,

para que la casa de Alba

sirva de guía a este pueblo!


Escéptico


'El Confidencial' rescata hoy este texto para rendir homenaje en nombre de los foreros y de la redacción a su autor, D. Tomás Ballesteros, recientemente fallecido. D. Tomás, o "Escéptico", seudónimo bajo el que era conocido, participaba con asiduidad en los foros del periódico desde el año 2005, ganándose en este tiempo el respeto y el cariño de nuestra comunidad de lectores.