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Muerto el toro, ya tenemos nueva fiesta nacional
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Muerto el toro, ya tenemos nueva fiesta nacional

Nuestra forma de vivir la política siempre estuvo destinada a convertir la democracia en una fiesta apasionada. La gente es forofa de un partido o de otro como de un equipo o de otro

Foto: Pablo iglesias y Eduardo Inda debaten en 'La Sexta Noche'. (Atresmedia TV)
Pablo iglesias y Eduardo Inda debaten en 'La Sexta Noche'. (Atresmedia TV)

Me cruzo con un taurino auténtico, sigo sus pasos, gira una bocacalle y cuando voy a darle alcance se desvanece delante de un Zara. Los toros ya no son la fiesta nacional. Son parte del folclore, como las procesiones de Semana Santa, los programas de José Luis Moreno, la Misa del Gallo o la gala de los Goya. Encuentro, tirado en el suelo, a otro taurino. Susurra unas palabras lacónicas: que el toro es enseña identitaria, pero salta una chica de flequillo cortado con hacha y lo pisotea y grita que el toreo no la representa.

Al final todo depende del Paco o la Paca al que le calcen el micrófono los de Comando Actualidad. En función del emisor, el toreo será medalla en el pecho de una vieja estatua, incentivo para turistas pedantes disfrazados de Hemingway, holocausto animal o, más bioclimáticamente, la membrana que separa las dehesas de la recalificación urbanística. Las opiniones son como los culos, todas tienen una raja en medio, todas tienen su otra mitad. No sabemos qué son los toros, pero sabemos lo que no son.

No son la fiesta nacional.

Una fiesta nacional requiere, por pura semántica, el concurso espontáneo de los oriundos de la nación. A las plazas les pasa lo que a los cines de la Gran Vía: atraen más españolitos cuando los reconvierten en centros comerciales que el día de espectáculo a las cinco de la tarde.

Los taurinos lloran porque los de Pacma los rocían con pintura roja a la salida de la plaza, por la decadencia de las ganaderías y por los toreros cobardes. Con tanta lágrima, el toreo se incrusta en la enciclopedia, deja de ser movimiento y ruido y queda reducido a riqueza idiomática.

Porque la riqueza idiomática es el certificado de defunción de las fiestas nacionales. Cuando habla Cossío se giran Pacos y Pacas y ponen cara de no entender. Hay quien dice que está muriendo la novela, pero cómo va a morir si se escribe con lenguaje tan llano. Las cosas mueren cuando nadie las entiende, como ocurrió con el toreo y la Filosofía Continental, como les pasa a las parejas: ella me habla y no la entiendo, será que se nos murió el amor.

Los bares deberían dar oferta de botellines y bravas los sábados para ver 'La Sexta Noche' con los amigotes, comentando las jugadas de Inda

La fiesta nacional es otra cosa, algo que se respira en las calles. Olisqueo la Via Layetana y pasa a mi lado una manifa. Jóvenes y jóvenas exigen limpia y pura democracia. Del mismo modo que los taurinos persiguen a José Tomás para que les resucite a Manolete y los futboleros van gritando para invocar al fantasma de Juanito, los jóvenes y jóvenas salen a las calles y claman con voz tonante una democracia a la griega, a la vaticana, a la noruega o a la sudamericana, como si estuviéramos en el mercado de fichajes.

Las elecciones andaluzas coincidieron con el Madrid-Barça y el partido quedó en segundo plano, lo que nos vino muy bien a los madridistas. Mi amigo Daniel Arjona había organizado una porra con los escaños que iban a sacar los candidatos. Participábamos del bingo democrático con una alegría despreocupada. Un par de semanas atrás, el joven Enrique Rey había propuesto que los bares dieran oferta de botellines y bravas los sábados para ver La Sexta Noche con los amigotes, comentando las jugadas de Inda y de Marhuenda a grito pelao.

En el fondo, nuestra forma de vivir la política siempre estuvo destinada a convertir la democracia en una fiesta irracional y apasionada, en la fiesta nacional. La gente es forofa de un partido o de otro como de un equipo o de otro, por cuestión sentimental. Pedro es del Madrid o del PSOE porque su padre y su hermano lo son. Y María vota Podemos y le gusta el Atleti para llevar la contraria a su madre, numeraria del Sevilla y aficionada al Partido Popular.

Llegará el día en que los diputados desplacen a las últimas famosas del papel couché, y tendremos un 'Gran Hermano' de políticos

Dispuestos a servir a los ciudadanos, en los últimos tres años los políticos se han convertido en auténticos profesionales del entretenimiento. Albert Rivera suda la camiseta y pide un pase de gol, Errejón se atasca en su carrera por la banda izquierda, Susana Díaz lanza un centro fenomenal que Pedro Sánchezno sabe cómo recibir, Rajoy va para el árbitro cojeando a protestar las entradas que le hacen. La afición abuchea a Rosa Díez, que amenaza con llevar a su equipo a Segunda, y al finalizar el partido sale Tania Sánchez a los micrófonos del Carrusel Deportivo para comunicar a la anonada audiencia que ha terminado su romance con el extremo izquierdo Pablo Iglesias.

Bulle Twitter. A veces, el hashtag de Un tiempo nuevo supera al de Los Gemeliers.

Por mucho que tengamos el país atascado entre la calamidad y la gloria, los españoles vivimos la política con disfrute e intensidad de afición futbolera. Siempre se nos ha dado muy bien lo de ponernos a contar chistes entre los caídos del campo de batalla. De hecho, hay gente incapaz de ocultar su regocijo cuando se destapa un nuevo caso de corrupción. Se ponen a chillar "¡chorizos!" con la alegría irritada del forofo, como si pidieran bocata al camarero.

–Un pico y una pala les daba yo...

Llegará el día en que los diputados desplacen a las últimas famosas del papel couché, y tendremos un Gran Hermano de políticos, y un talent show donde los borjamaris de Nuevas Generaciones compitan con los de las Juventudes del PSOE. No es raro que Risto Mejide haya dejado de varear cantantes y siente políticos en su Chester.

La fiesta debe continuar.

Me cruzo con un taurino auténtico, sigo sus pasos, gira una bocacalle y cuando voy a darle alcance se desvanece delante de un Zara. Los toros ya no son la fiesta nacional. Son parte del folclore, como las procesiones de Semana Santa, los programas de José Luis Moreno, la Misa del Gallo o la gala de los Goya. Encuentro, tirado en el suelo, a otro taurino. Susurra unas palabras lacónicas: que el toro es enseña identitaria, pero salta una chica de flequillo cortado con hacha y lo pisotea y grita que el toreo no la representa.

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