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Cosas que se pueden decir sobre 700 inmigrantes ahogados
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Juan Soto Ivars

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Cosas que se pueden decir sobre 700 inmigrantes ahogados

¿Qué se puede decir de estos 700 seres humanos hundidos? Que murieron frente a las costas de Libia, que los intentó rescatar un carguero portugués, que entraron en pánico...

Foto: Un inmigrante, en el puerto siciliano de Palermo. (Reuters)
Un inmigrante, en el puerto siciliano de Palermo. (Reuters)

¿Qué se puede decir de estos 700 seres humanos hundidos? Que murieron frente a las costas de Libia, que los intentó rescatar un carguero portugués, que entraron en pánico e hicieron zozobrar un bote pesquero de 30 metros de eslora, que se embarcaron al inicio de la temporada de buen clima, que el año pasado, durante el buen clima, perecieron más de 3.000.

Se puede decir que iban a Italia, a Lampedusa, que vienen de un continente impreciso a nuestra forma de entender el mundo. Se puede decir que aquí, en Europa, se dedican a trabajos ilegales porque no pueden hacer otra cosa, que se dedican a ser estafados por mafias, que trabajan para mafias, que reciben sustento de la ilegalidad.

Se puede decir que los vemos correr por los pasillos del metro de Barcelona cargando sacos de productos baratos a la espalda delante de la policía. También se puede hablar con ellos. Se puede averiguar que viven con miedo, que les merece la pena, que usan Western Union para enviar divisas a sus familias. Se puede averiguar algo sobre sus países de origen. Mamadou me dijo que ha comido arañas. Los hay más oscuros y más claros, más simpáticos y más tímidos. Se puede decir mucho más.

Se puede decir que no hacemos gran cosa para ayudar a los que llegan sanos y salvos. Se puede decir que no sabríamos qué hacer por ellos

Se puede decir de nosotros que somos buenos y nos molesta su muerte, que nos estropea un buen día con sol, un día óptimo para cañitas en La Latina y para embarcarse rumbo a Europa en una playa libia.

Se puede decir que no hacemos gran cosa para ayudar a los que llegan sanos y salvos. Se puede decir que no sabríamos qué hacer por ellos, que no tenemos para todos, que a veces, se puede decir, nos faltan hasta las ganas y el humor. Se puede decir que los muertos son los mismos que vienen a venderte discos piratas mientras tomas cañas, que los muertos son los que te ofrecen bolsos de imitación en el paseo marítimo.

Se puede decir que duermen en pisos regentados por mafias, hacinados, a veces en naves industriales dejadas en el abandono por nuestra crisis económica, a veces en tiendas de campaña a las afueras de los pueblos. O se puede decir que algunos huelen mal, que es otra forma de decir lo mismo, de decirlo sin saber.

Se puede decir que nos espantan sus muertes y se puede pedir a nuestros gobiernos -vía Twitter, via change.org- que hagan algo para evitar este bajón. Y cuando nuestros gobiernos no hacen nada, se puede uno jactar de que son otros los que no hacen nada. Podemos vivir tranquilos gracias a nuestros políticos, pensando que es culpa de ellos. Se puede decir que no nos hacen caso cuando les pedimos que hagan algo.

Pero se puede decir que este problema supera a los políticos también.

Se puede decir que sólo hay una forma de impedir que esta gente se ahogue en el Mediterráneo. Se puede decir que hay que asfaltar el mar

Se puede decir, como dice la izquierda, que hay que dar ayudas a sus países, ayudas al desarrollo, crear allí condiciones de vida para que no tengan que embarcarse, hermosa idea infantil que confunde el deseo con la realidad, como diría Mújica. Porque sus países corruptos tragan la ayuda y la hacen desaparecer. Se puede decir, porque se ha visto.

Y se puede decir, como dice la derecha, que hay que aliarse con los países de embarque para impedir que se hagan a la mar, que eso nos evita el problema a nosotros y, con los negros, que sea lo que Dios quiera. Sí, se puede decir que lo correcto es aliarse con países corruptos o quebrados por la guerra, empobrecidos. Aliarse con Libia, donde las mafias, muerto Gadafi, son las organizaciones mejor estructuradas.

Se puede decir, también, que estamos ante un problema de la voluntad. Se puede decir que no hay nada que podamos hacer contra la voluntad legítima de miles de personas dispuestas a embarcarse, a atravesar tierras y mares, a burlar las barreras que ponen todos los países.

Se puede decir que sólo hay una forma de impedir que esta gente se ahogue en el Mediterráneo. Se puede decir que hay que asfaltar el mar.

¿Qué se puede decir de estos 700 seres humanos hundidos? Que murieron frente a las costas de Libia, que los intentó rescatar un carguero portugués, que entraron en pánico e hicieron zozobrar un bote pesquero de 30 metros de eslora, que se embarcaron al inicio de la temporada de buen clima, que el año pasado, durante el buen clima, perecieron más de 3.000.

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