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Pedro Zerolo, el amigo gay
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Pedro Zerolo, el amigo gay

Ganó la batalla por los derechos civiles de la forma más tajante: diluyendo en el ridículo a sus antiguos adversarios, que hoy, en virtud de cierto sentido del pudor, presumen más que nunca de sus amigos gais

Es el síndrome Adolfo Suárez: la muerte como una resurrección de la figura pública. Pedro Zerolo es el último aquejado. He visto salir a Ana Botella apenada del velatorio de su amigo gay y me he percatado de que no llevaba la misma ropa que en 2004, cuando paseó por Madrid a la cabeza de la gran manifestación contra el matrimonio homosexual. Zerolo, que entonces fue el blanco de las burlas más obscenas (recuerdo esa viñeta donde el dibujante lo colocaba de rodillas tras un Zapatero postrado y vicioso) hoy es un “adversario respetable”.

Y me pregunto yo: ¿adversario por qué, si la guerra ha terminado? ¿Adversario por el carné del PSOE o por el carné de conducir carrozas del orgullo gay? Y en cuanto a respetable, ¿en qué sentido? ¿Porque Zerolo no salía emplumado como una gallina cuando le daba por hablar de los derechos civiles de los gais? Busco las esquelitas de Twitter de algunos homófobos reconocidos y encuentro que se repite la palabra “educado”. ¿Creen que los gais van por el mundo tirando piropos a los albañiles de los andamios?

Pero no importa, porque su muerte llega después de su triunfo glorioso, y en este sentido se libra también de terminar deformado en las estampitas laicas como mártir de una causa perdida. Fue el general victorioso de una causa ganada, y de qué manera. Hace año y medio ya sabíamos que el PP no anularía el matrimonio gay, y empezamos a ver que Zerolo se nos espiritaba de formas hasta quedarse el pobre hecho un pajarico, stevejobizado. Al conocerse su enfermedad noté que se le insultaba menos, como si el cáncer, que no hace distinciones, lo humanizase a ojos de los trogloditas.

Vídeo: Muere Pedro Zerolo, víctima de un cáncer

Un Zerolo enfermo aparecía en actos y entrevistas, dejaba que le mirásemos los huesos y las oquedades de la cara, que al fin y al cabo la visibilidad y la normalización han sido dos logros de su carrera política. Ganó la batalla por los derechos civiles de la forma más tajante: diluyendo en el ridículo a sus antiguos adversarios, que hoy, en virtud de cierto sentido del pudor, presumen más que nunca de sus amigos gais.

Zapatero pasará a la historia por este motivo, y entonces se hablará también de Pedro Zerolo. No es poca cosa para los heterosexuales: para mí, por ejemplo, el matrimonio gay es un avance social que me permite presumir por medio mundo, igual que hasta hace poco presumía de nuestro sistema público de sanidad. Mientras algunos creen que el amor a la patria se demuestra con banderitas, muchos sentimos orgullo español por las cosas que hemos hecho bien. Por ejemplo, por un país donde Boris Izaguirre tiene los mismos derechos que Sostres.

Parece mentira que hayan pasado sólo diez años. En 2004 los agoreros incendiaban las ondas y un PP dedicado a la crispación les hacía de caja de resonancia. Ana Botella, Ángel Acebes, Eduardo Zaplana, Arias Cañete y Ana Palacio se colocaron a la cabeza de la grandiosa manifestación contra los gais nutrida por los autobuses de Kiko Argüello y bendecida por el arzobispísimo Rouco Sifre... Varela.

Mientras algunos creen que el amor a la patria se demuestra con banderitas, muchos sentimos orgullo español por las cosas que hemos hecho bien

En esta década, la familia tradicional no sólo no ha sido destruida, sino que convive con otros tipos de familia que enriquecen nuestra sociedad. Hay hijos de dos padres, de dos madres, de un padre y una madre o de gente soltera, que formarán parte de la generación más preparada de la historia para aceptar a los otros tal cual son.

Pero volvamos a 2004 para mayor gloria del finado: “Entendemos que esta equiparación y la adopción por parte de parejas del mismo sexo suponen un atentado contra la institución matrimonial y contra el derecho del menor a un padre y una madre”, decía una indignada CristinaLópez Schlichting. Y mi favorita, aquella señora que entrevistó la COPE en la manifestación y que dejó para el Celtiberia Show una deliciosa teoría sobre el mariconismo científico, a la que no cambio ni un error de concordancia:

“Soy madre y esposa y tengo ocho hijos, y pienso que esta ley me agrede especialmente a mí como madre, porque si una mujer no se siente protegida por las leyes civiles y por su marido, difícilmente querrá tener hijos. Y luego quiero decir otra cosa: estudié Neurociencia cuando hacía Psicología, y entonces allí nos hablaban de que cuando los animales tienen lesionado una glándula que se llaman... las amígdalas, entonces empiezan a presentar comportamientos tales como los que hacen los homosexuales: copular con el ano. En donde el ano, al recibir esos espermas, no puede nunca engendrar, porque se encuentra con caca. Entonces, yo no creo que eso sea interesante para la sociedad en ningún aspecto”.

Vídeo:Zapatero y Sánchez arropan a la familia

Yo estuve en aquella manifestación, que sucedió sin contratiempos y pacíficamente, para ver de cerca el reverso de la historia: la histeria. Recuerdo pancartas con la ecuación Matrimonio = Hombre + Mujer, recuerdo niños sudando debajo de caretas blancas y cinta aislante tapando la boca, y un cartel que hacía bastante gracia a algunos manifestantes, donde ponía: Zerolo, maricón, con ZP al paredón.

Recuerdo todo esto hoy, y pienso que nunca podremos agradecer suficientemente a Pedro Zerolo su victoria, que es de todos, maricas, bolleras y los que antes nos creíamos “normales”. Gracias a él, los enemigos de los derechos sociales quedan retratados en el ridículo, y lo que se decía en 2004 parece del Cretáceo Inferior. Esta es la prueba del algodón para medir un avance social.

Es el síndrome Adolfo Suárez: la muerte como una resurrección de la figura pública. Pedro Zerolo es el último aquejado. He visto salir a Ana Botella apenada del velatorio de su amigo gay y me he percatado de que no llevaba la misma ropa que en 2004, cuando paseó por Madrid a la cabeza de la gran manifestación contra el matrimonio homosexual. Zerolo, que entonces fue el blanco de las burlas más obscenas (recuerdo esa viñeta donde el dibujante lo colocaba de rodillas tras un Zapatero postrado y vicioso) hoy es un “adversario respetable”.

Pedro Zerolo