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Negar la independencia de Cataluña es machista
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Juan Soto Ivars

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Negar la independencia de Cataluña es machista

Te animamos, Empar Moliner, a que sigas intentando sintonizar unionistas para ponerte en su lugar. Y animamos también a un unionista recalcitrante a que haga lo propio

Foto: Celebracion de la Diada en Cataluña. (AP)
Celebracion de la Diada en Cataluña. (AP)

La frase del titular no es mía, por desgracia. Es la derivación lógica de uno de los argumentos que encontré en un artículo del sábado pasado en el diario Ara. Su autora, Empar Moliner, es una independentista catalana que deja por un momento las armas y se lanza a un ejercicio de empatía con el adversario. Va a intentar ponerse en el lugar de un unionista para ver el mundo como él. Es una actitud que echo en falta en estos días de bandos sordos y gritones. Todos deberíamos hacer lo que Empar Moliner. Seguro que a alguien le saldría mejor.

Porque Empar fracasa. Se la pega con la estridencia cómica y trágica de quien resbala con una piel de plátano. Pero si tenemos que responsabilizar a alguien, no es a Empar. La culpa es del unionista que ella se imagina: un tipo difícil, un retrógrado que, pese a no ser mala persona, deja entrever en sus argumentos cierto tufo heteropatriarcal.

Un crítico literario diría que a Empar le falta imaginación para crear al personaje tridimensional. Le ocurre a muchos novelistas: quieren escribir sobre un detective solitario que fuma y tiene una visión negativa de la existencia y lo que les sale es un tópico con patas. Quieren crear un personaje femenino lleno de fuerza, una situacionista luchadora capaz de vencer las adversidades más fieras del heteropatriarcado, y les sale otro tópico.

Es sabido que uno, muchas veces, se define más por lo que piensa de sus adversarios que por lo que dice de sí mismo

Total: en el primer párrafo aparece el unionista imaginario de Moliner. Ella está dialogante, trata de entenderlo. Hace esfuerzos para ponerse en su lugar durante todo el primer párrafo, todo el párrafo entero, pero no puede. Al unionista de Empar no lo entiendo ni yo. De todos los españolistas imaginarios que flotan en el éter a la espera de que Empar se proponga establecer conexión mística y mental, le toca uno de los peores. Se trata de un varón que lee el ABC. Empar no llega a describir su aspecto y su indumentaria pero de pronto la página del Ara me huele a Varón Dandy.

Como en Poltergeist, dice el tipo a través de Empar: “No querer la independencia es lo natural, como ser heterosexual. Querer la independencia, como ser homosexual, es dar la nota, llamar la atención y, claro, conocer la represión o, al menos, los tuits insultantes y los artículos de los diarios de la nobleza. No se puede ser héroe toda la vida, a cada instante. Es muy cansado”. Empar ha escuchado con atención, incluso ha tomado notas, pero el punto de vista del unionista la deja un poco picada, así que recuerda a los lectores del Ara las implicaciones del sistema de pensamiento enemigo que ella ha transmitido con tanta generosidad: “en esto se basan los reyes, los señores feudales, los maridos autoritarios”.

A partir de aquí empiezan las fricciones. Lo que parecía una relación de aprendizaje mutuo durante el primer párrafo del artículo, se viene abajo. Empar empieza a hablar en nombre del unionista. De nuevo, no podemos culparla a ella. Tal vez el muy canalla se haya ido dando un portazo. Será uno de esos unionistas a los que Artur Mas acusa de no querer dialogar con él.

Dice la autora: “Si yo no quisiera la independencia por esta razón (cansancio) o por una razón patriótica, pensada, me sabría muy mal que en mi bando no hubiera nadie realmente civilizado” ¿Da Empar por hecho que el resto de unionistas viven, como el suyo, en castillos medievales? No: “si fuera unionista, me sentiría avergonzada por las palabras de Rajoy o las de Margallo”. Después añadirá a Ana Belén y Joaquín Sabina. “¿Dónde están las personas de bien, las normales, las que pueden discutir de manera civilizada?”, se pregunta al borde de la desesperación. “Si yo tuviese en mi bando estos argumentos no lo vería justo, sospecharía, recelaría y me retiraría de la batalla. Ganar así, no. ¡Qué derrota! Mi razón se desvanecería, por fuerza, si quienes me la dan no fueran razonables”.

Porque Empar fracasa, y la culpa es del unionista que ella se imagina: un tipo difícil, un retrógrado que deja entrever en sus argumentos con tufo heteropatriarcal

Es sabido que uno, muchas veces, se define más por lo que piensa de sus adversarios que por lo que dice de sí mismo. El proceso soberanista avanza y las posiciones se radicalizan tanto como la de Empar y su unionista imaginario. He visto muchas actitudes parecidas a un lado y lado de la línea divisorio-ideológica de Aragón. Sin embargo, un par de días antes de leer el artículo me había juntado en una terraza de Barcelona con dos amigos de aquí.

E. es catalán y unionista; R. es indepe, pero indepe de los de pedigrí, de los de antes del Estatut. Nos contaba que él siempre ha preferido que Cataluña sea un estado, pero que no comparte la prisa y los malos modos de los nuevos independentistas que han brotado por todas partes. El otro contestó que, aunque él es unionista, había votado sí-sí en la consulta de Artur Mas para mandar a Rajoy un mensaje: usted no está esforzándose lo más mínimo por representarme ni a mí ni a los demás catalanes. Después, los tres estuvimos fantaseando con un escenario de historia-ficción: en el futuro, Cataluña se independiza. Nosotros fundamos un instituto en Barcelona para el estudio de la cultura española en Cataluña, producto de siglos de vida en común.

Creo que este episodio pulveriza los tópicos sobre unionistas e independentistas y pone a Empar Moliner donde le corresponde. Los puntos de vista no son tan cerrados como los de Empar, Mariano y Oriol. España (yo incluyo a Cataluña en esta palabra) es un territorio repleto de personas inteligentes y juiciosas. Personas cansadas de la machaconería y el topicazo, de la tensión y los bandos. Nosotros seguimos pensando que es posible entender a quien piensa lo contrario, entre otras cosas porque hay temas en los que no estamos de acuerdo pero nos importa un carajo.

Te animamos, Empar Moliner, a que sigas intentando sintonizar unionistas para ponerte en su lugar. Y animamos también a un unionista recalcitrante a que haga lo propio, a que trate de contactar vía mística con Empar. Tarde o temprano, cuando se encuentren en el éter, van a descubrir que son exactamente iguales.

La frase del titular no es mía, por desgracia. Es la derivación lógica de uno de los argumentos que encontré en un artículo del sábado pasado en el diario Ara. Su autora, Empar Moliner, es una independentista catalana que deja por un momento las armas y se lanza a un ejercicio de empatía con el adversario. Va a intentar ponerse en el lugar de un unionista para ver el mundo como él. Es una actitud que echo en falta en estos días de bandos sordos y gritones. Todos deberíamos hacer lo que Empar Moliner. Seguro que a alguien le saldría mejor.

Artur Mas Cataluña