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Los votantes españoles somos unos cabronazos
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Los votantes españoles somos unos cabronazos

No les hemos dejado a los partidos más remedio que pactar. Tendrán que buscar nuestro bien común en el reverso de todos sus mezquinos egocentrismos

Foto: Rajoy se dirige a sus simpatizantes en la calle Génova de Madrid. (EFE)
Rajoy se dirige a sus simpatizantes en la calle Génova de Madrid. (EFE)

Cuando despertó, luego de un sueño agitado, España descubrió que se había convertido en un país sin mayorías absolutas. Y los pobres políticos, que ayer vivían el cálculo de ganar o perder, descubren hoy que el sistema métrico no es el mismo, y se ha trastocado hasta el significado de la palabra victoria.

La noche electoral cerró con un desbarajuste que ni en el final de 'Zorba el griego'. Desde el balcón de Génova 13, miraba Esperanza Aguirre a la multitud con ojos vacíos y negros de tiburón, y a su lado se encaramó un Rajoy que tenía tan poca cara de presidente como Sánchez. Mientras tanto, en el reino de la oposición, cuyas fronteras se han desdibujado, a los perdedores se les notaba más alegría que a nadie.

[Resultados de las elecciones generales 2015 por municipios y comunidades]

En las sedes nadie sabía muy bien si tenía que reír o llorar, pero de todas partes llegaban las carcajadas de los electores. Nos fuimos a dormir acunados por los comentarios de quien confunde voluntad popular con vaticinio de Nostradamus, pero a la mañana siguiente teníamos un Parlamento mejor.

Nos propusieron un dilema: nosotros o el caos, y hemos optado por el caos para someter a los partidos a una prueba que ha de transformarlos por completo

PP y PSOE continúan con vida pero el bipartidismo ha muerto como sistema político. El baile de dos elefantes que se balanceaban se ha despeñado por el abismo que media entre la mayoría absoluta, la simple y las oposiciones sometidas a la dictadura del decretazo; abismo del que nadie ha sabido sondar la profundidad hasta que han terminado todos en el fondo.

Nos propusieron en la campaña un dilema: nosotros o el caos, y hemos optado por el caos para someter a los partidos políticos a una prueba que ha de transformarlos por completo.

La meta es que hagan política de forma civilizada, y lo primero que tendrán que hacer es elegir un presidente entre un montón de gente distinta. Una vez que lo logren, si lo logran, el reto será todavía mayor: ese presidente descubrirá que ahora, en España, quien manda es la oposición.

Y los electores seguiremos descojonados de la risa, claro, aunque no somos tontos. Sabemos que este juego tiene muchos peligros y que los que tradicionalmente idolatran el poder van a seguir aspirando a acapararlo. El Senado, con mayoría absoluta del PP, se ha convertido en un arma cargada de veto, capaz de torpedear cualquier ley que haya salido del Congreso. Los populares han dado suficientes muestras de mal perder como para que hoy sepamos que nos esperan tiempos bastante crispados.

Partido Popular y PSOE continúan con vida pero el bipartidismo ha muerto como sistema político

Pero en cualquier momento, la pregunta será la misma: ¿qué alternativa hay?, ¿qué cambiaría en otras elecciones? Si el nicho de votantes del PP ha sobrevivido a la corrupción, al desgaste y a la desigualdad; si el PSOE ha sobrevivido a Pedro Sánchez; si Podemos ha sobrevivido al linchamiento mediático y Ciudadanos, pese a no tocar el techo de las encuestas, se ha afianzado como una cuarta fuerza llena de vigor, díganme: ¿acaso van a tener otra forma de gobernar que el pacto?

No les hemos dejado más remedio que pactar. Tendrán que buscar nuestro bien común en el reverso de todos sus mezquinos egocentrismos. Admito que pedirles a unos políticos tan cerriles estos pasos hacia la civilización demuestra que los españoles, a la hora de votar, nos hemos convertido en unos auténticos cabronazos.

Cuando despertó, luego de un sueño agitado, España descubrió que se había convertido en un país sin mayorías absolutas. Y los pobres políticos, que ayer vivían el cálculo de ganar o perder, descubren hoy que el sistema métrico no es el mismo, y se ha trastocado hasta el significado de la palabra victoria.

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