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PP y Podemos juntos por su objetivo común: repetir elecciones
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Juan Soto Ivars

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PP y Podemos juntos por su objetivo común: repetir elecciones

Muchos votantes de Podemos se preguntan estos días dónde está el Pablo que ellos votaron, quién demonios es el tiburón arribista que parece haber sustituido al que hacía sentadas en la Puerta del Sol

Foto: Pablo Iglesias regala tres libros a Mariano Rajoy. (EFE)
Pablo Iglesias regala tres libros a Mariano Rajoy. (EFE)

Rajoy, aunque ustedes lo vean moverse y dar ruedas de prensa, lleva varios días acostado en su cama. Se puso el pijama y se echó las mantas hasta los ojos cuando el Rey pidió formar Gobierno a Pedro Sánchez. Eso que ven en la tele con la barba blanca de Rajoy y el pelo tintado de Rajoy, eso que habla con los defectos fónicos de Rajoy y mueve los ojos como Rajoy y mete las evasivas de Rajoy, eso no es Rajoy: es su pigmalión, el doble mecánico que envía el gallego en su lugar como señuelo para periodistas cuando las aguas andan revueltas y los cielos borrascosos. Un plasma tridimensional. Pínchenle y no hallarán sangre.

No siempre es fácil distinguir entre el Rajoy de carne y hueso y su doble. Una de las señales inequívocas de que nos dan gato por liebre es que las míticas 'fuentes internas del PP' se ponen a filtrar información. Estas fuentes guadiánicas nunca vienen con nombre y apellidos pero siempre dan informes claros de la situación del partido en ausencia del líder.

Dicen las fuentes que el presidente se inclinaba a vivir en la ilusión de que Felipe actuaría según los intereses del PP y no llamaría a Sánchez. De ser así las cosas, Rajoy habría esperado a que el PSOE devorase a su líder y después habría rezado a la Virgen del Pilar y a Felipe González para que la dirección colocara al frente a una candidata andaluza más proclive a la Gran Coalición. Pero el Rey obró con impecable constitucionalismo y contrarió las aspiraciones y los deseos de Génova 13, con lo que el mazazo dejó a Rajoy una única posibilidad: meterse en la cama para forzar nuevas elecciones.

El auténtico Mariano Rajoy solo reaparecerá en los carteles de propaganda electoral

El comentarista bisoño confunde a Rajoy postrado con un hombre caído, pero la experiencia demuestra que el gallego adquiere en el inmovilismo una eternidad más propia de las medusas o de Jesucristo. Vamos a ver al muñeco en entrevistas, y el auténtico Rajoy solo reaparecerá en los carteles de propaganda electoral, siempre que para entonces las 'fuentes internas del PP' no hayan decidido derrocarlo.

Es curioso que, en este camino de paciencia propio de soldados en retaguardia, a Rajoy le haya salido un compañero de cama tan inesperado como Pablo Iglesias.

Muchos votantes de Podemos se preguntan estos días dónde está el Pablo que ellos votaron, quién demonios es el tiburón arribista que parece haber sustituido al que hacía sentadas en la Puerta del Sol. Pues bien: eso que ven ustedes en la tele con la coleta de Pablo Iglesias y la perilla de Pablo Iglesias, eso que viste con la facha de Iglesias y ha cambiado el discurso de barricada por el cuero parlamentario, eso no es un muñeco ni un impostor: es el Pablo Iglesias real y desenmascarado.

Para mí, las verdaderas intenciones de Iglesias quedaron claras cuando Podemos lanzó su propuesta de Gobierno al PSOE. Ni el más ingenuo de los analistas políticos pudo haberse creído que los socialistas se iban a abrir de piernas ante semejante proposición. Ofrecer al PSOE los ministerios sociales a cambio de los estructurales fue una táctica burda para generar división y malestar en Ferraz. En su estrategia de forzar nuevas elecciones, Pablo Iglesias hizo como ese marido que no se atrevía a dejar a su mujer y le propuso que lo grabase en vídeo mientras se acostaba con todas sus amigas: obligar a la otra parte a decir que no.

Iglesias tiene la mano tendida. Para mí está claro que no la tiende para ofrecer, sino para exigir

Iglesias se ha propuesto ocupar la socialdemocracia y por eso ha repetido unos cuantos cientos de veces que tiene la mano tendida. Para mí está claro que no la tiende para ofrecer, sino para exigir, y que ni siquiera está exigiendo algo al PSOE, sino a los votantes de unas futuras elecciones. Su cacareada disposición al diálogo es tan sincera como la de Albert Rivera: una táctica mediática para emitir una imagen de moderación en aras de ocupar el espacio de los viejos partidos.

El único que no parece darse cuenta de las verdaderas intenciones de Iglesias es Pedro Sánchez. Desde que el Rey lo mandó llamar a Zarzuela, he visto por primera vez una sonrisa franca en su cara. Aunque se desvive por contener los cuchillos que le lanzan sus compañeros de sede, espera que Pablo Iglesias recapacite y le permita a él hacer su propuesta de gobierno. Para entonces, a Iglesias ya se le habrá puesto cara de Mourinho. Podemos responderá que no y se quejará de que la oferta les parece inaceptable porque pone en peligro los derechos de 'la gente'.

Y claro, 'la gente' tendrá que ir otra vez a votar, porque esto no son negociaciones. Esto es el anticipo tedioso de una nueva campaña electoral.

Rajoy, aunque ustedes lo vean moverse y dar ruedas de prensa, lleva varios días acostado en su cama. Se puso el pijama y se echó las mantas hasta los ojos cuando el Rey pidió formar Gobierno a Pedro Sánchez. Eso que ven en la tele con la barba blanca de Rajoy y el pelo tintado de Rajoy, eso que habla con los defectos fónicos de Rajoy y mueve los ojos como Rajoy y mete las evasivas de Rajoy, eso no es Rajoy: es su pigmalión, el doble mecánico que envía el gallego en su lugar como señuelo para periodistas cuando las aguas andan revueltas y los cielos borrascosos. Un plasma tridimensional. Pínchenle y no hallarán sangre.