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Esperanza Aguirre es un negro del top-manta
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Esperanza Aguirre es un negro del top-manta

Si alguien con un olfato tan fino sale por piernas, es porque ha olido los explosivos escondidos en el equipaje

Foto: Esperanza Aguirre. (EFE)
Esperanza Aguirre. (EFE)

-¡Agua! ¡Agua!

Alguien grita agua y los negros del 'top manta' tiran de las cuerdas, convierten en hatos sus tenderetes y salen por piernas entre la gente que pasea por las ramblas. Los veíamos vender su estraperlo sin disimulo ni vergüenza, rutinariamente y como si tal cosa, y nos preguntábamos qué clase de magia africana les permite mantenerse ocultos y visibles al mismo tiempo. Pero el grito del centinela resucita en ellos el espíritu masái. ¡Cómo corren entonces, por piernas! Es un hermoso espectáculo de atletismo desesperado que se celebra con frecuencia en nuestras ciudades, pero que no se había dado en la política española hasta este domingo, cuando Esperanza Aguirre presentó su dimisión como presidenta del PP de Madrid.

¡Agua!, gritó alguien, porque la policía y la Guardia Civil estaban visitando las sedes del PP con demasiada frecuencia. Iban a las oficinas como informáticos, para encontrar discos duros formateados, mientras los dirigentes del partido salían a señalar a todos los demás y a hablar de personas corruptas, como si los vendedores del 'top manta' aseguraran ante la opinión pública que solo es pirata el vendedor al que detiene la 'pulisía'. Una práctica de desfachatez tan habitual que ya no nos escandalizaba gracias a esa habilidad del español para naturalizar las calamidades que le azotan.

Pero la dimisión de Esperanza Aguirre es la prueba de que se acabaron las excusas. Se ha rendido ante la evidencia ella, que con todo el morro del mundo aseguraba que destapó personalmente la corrupción de su partido. El domingo la vimos muy seria representando, como Norma Desmond, su último papel. Hizo un ejercicio de infanta Cristina y Pepote al mismo tiempo, señalándose como mujer burlada por la maldad imprevisible del mundo con un dedo y con el otro como la más firme inquisidora de los ladrones y los maleantes.

La prueba irrefutable de su inocencia es que si Esperanza tuviera las manos sucias, tomaría el camino contrario a la dimisión: el de Santa Rita, concretamente, en dirección al aforamiento, porque en España el político culpable no dimite, sino que se atrinchera, relativamente tranquilo porque sabe que su organización va a protegerlo por miedo al 'qué dirá'.

Ahí tenemos al diputado Gómez de la Serna, cesado del PP pero colocado como independiente, o a esa Barberá que se atrinchera tras los visillos como una dama vergonzosa antes de ir a esconderse al Senado. Hasta que Esperanza dimitió, lo único que había depurado el PP es su 'modus operandi'. Acompañaba a su corrupto hasta el banquillo dándole palabras de aliento -sé fuerte-, pero cuando el peso de la justicia se volvía insoportable olvidaba su nombre y lo convertía en “ese señor del que usted me habla”.

De su inocencia no me cabe duda, pero hay algo en su espantada que me inquieta

Si Esperanza se ha marchado es porque ya no hay forma de seguir con el vodevil. De su inocencia no me cabe duda, pero hay algo en su espantada que me inquieta. Es difícil creer que una cazatalentos tan brillante no esté sobre la pista de lo que va a descubrir la policía en las próximas semanas. Aceptar que no sabe nada sería insultar a su inteligencia, y la señora ha dado muestras suficientes de astucia para que no la pongamos en duda. Si alguien con un olfato tan fino sale por piernas, es porque ha olido los explosivos escondidos en el equipaje.

Aguirre toma distancia como un niño cuando oye la mecha encendida de un petardo, así que nos espera la deflagración completa del viejo Partido Popular. De hecho, en los últimos días hemos visto a Cifuentes, Maroto o Andrea Levy transformando sutilmente su actitud del “yo no sé nada” al “algo habrá que hacer”. Se están poniendo guapos en vísperas de la explosión con los ojos puestos en el próximo congreso. Sospecho que en el hatillo que se lleva Esperanza Aguirre va la cabeza de Rajoy. El resto de masáis podrán correr, pero no esconderse.

-¡Agua! ¡Agua!

Esperanza Aguirre