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PSOE y Ciudadanos van a ganar las próximas elecciones, y lo sabes
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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PSOE y Ciudadanos van a ganar las próximas elecciones, y lo sabes

Ambos han hecho lo que mucha gente estaba esperando: dejarse de hostias y estrechar las manos; ceder, abandonar algo de lo que creen bueno para los españoles buscando el bien común

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. (Reuters)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. (Reuters)

No he vuelto a los porros y tampoco he empezado a beber por las mañanas, pero ahora que se han puesto tan de moda los titulares absurdos como el que he elegido hoy -titulares que se convertirían automáticamente en suspensos en cualquier la escuela de periodismo- creo que hay indulgencia suficiente como para jugar a pitonisa sin que nadie se lleve las manos a la cabeza. ¿Qué otra cosa se puede hacer con este panorama?

En los últimos días los periódicos se han convertido en consultorios como el de la profesora Rosana, una vidente que una vez al año da públicamente su vaticinio sobre los eventos políticos que nos esperan. Así, los diarios presentan unas colecciones de artículos donde se confunde la noticia, la crónica y el tarot-directo-videncia-24-horas. ¿Queríamos acabar con el bipartidismo para obtener una política nueva? Pues ya la tenemos, aunque por el momento lo único nuevo es que los candidatos hacen campaña electoral una semana antes del debate de investidura.

Hasta el cronista parlamentario que da el parte de las peleas entre la fregona del Congreso y el camarero del bar de la esquina ha sacado brillo a la bola de cristal y se dedica a contar lo que cree él que pasará. Lo que pasa, el argumento de la representación de este parlamento en funciones, está meridianamente claro. Tenemos delante un pacto de gobierno forjado por una pareja de socios que, cuando están juntos, parecen los agentes comerciales de una fábrica de juguetes de Petrer.

La estrategia es inteligente porque los españoles parecen cansados de las peleas dialécticas, y colocan en el ring a quien se quede fuera del pacto

Quien haya leído las sesenta páginas del acuerdo podrá coincidir con ellos en que están escritas con más cabeza que corazón: el PSOE ha cedido en ideología y retorna al camino del extremo centro, que le lleva lejos de esa reforma laboral de izquierdas que les parecía tan urgente; por su parte, los riveristas han cedido en lo económico y se colocan en un terreno que invalida aquel programa garicano-liberalista del que tanto presumieron con cara de daneses. Pero lo más importante del acuerdo es simplemente su existencia. Ambos partidos han hecho lo que mucha gente estaba esperando: dejarse de hostias y estrechar las manos; ceder, abandonar algo de lo que creen bueno para los españoles buscando, precisamente, el bien común.

Hora de preguntarse si es lo que desean realmente. ¿Este pacto está hecho para gobernar o es parte de la próxima campaña? ¿Serían capaces de gobernar juntos más allá de presentar un plan ideal? Lo único que sabe este matrimonio de conveniencia es que se queda lejos de una mayoría suficiente para celebrar el bodorrio, pero su representación civilizada y las alusiones numerosas a una segunda transición los colocan en un buen punto de partida para las próximas elecciones.

La estrategia es muy inteligente porque los españoles parecen cansados de las peleas dialécticas, y colocan en el ring a quien se quede fuera del pacto. Ciudadanos y PSOE han arrojado a Podemos a la extrema izquierda intolerante y al PP a la extrema derecha. Por eso, a una velocidad asombrosa, cambian sus discursos. Iglesias se pasó la campaña machando con la idea absurda de que Ciudadanos es la marca blanca del PP. Ahora se centra en desdecirse de sus buenas palabras con el PSOE y se comporta como una damisela despechada. Podemos siempre quiso secuestrar al votante realmente socialista del PSOE. Sánchez, con esa generosidad de la que tanto presume, se los está entregando.

Sería hermoso que unas nuevas elecciones dieran a cada partido los mismos escaños. Sería como decir: si no queréis pacto para comer, lo vais a merendar

Mientras tanto, el PP encuentra una coartada para sus casos de corrupción. La minoría evidente de la coalición sánchez-riverista permite a Rajoy pensar en unas nuevas elecciones invocando el odio a los socialistas de buena parte de su electorado. Anteayer, Mariano Rajoy demostró ante Susanna Griso que ni siquiera necesita leer el acuerdo de gobierno: todo lo que ve el presidente en funciones es una oportunidad para presentarse en las próximas elecciones como último mohicano del voto conservador.

¿Quieren una predicción gratis? Lo que vamos a ver el miércoles y el sábado de la semana que viene en el Congreso de los Diputados es el primer round de la nueva campaña electoral. Sánchez y Rivera se venderán como los únicos moderados de España, mientras que Rajoy e Iglesias centrarán su discurso en la ideología y lo destinarán a la parte más esencialista del electorado.

Puede que el panorama beneficie a Ciudadanos y el PSOE, porque el votante español es bastante más moderado de lo que parece. Pero lo que a mí me parecería hermoso es que unas nuevas elecciones dieran a cada partido exactamente los mismos escaños que tiene. Sería como decirles: si no queréis pacto a la hora de comer, lo vais a tener para merendar.

No he vuelto a los porros y tampoco he empezado a beber por las mañanas, pero ahora que se han puesto tan de moda los titulares absurdos como el que he elegido hoy -titulares que se convertirían automáticamente en suspensos en cualquier la escuela de periodismo- creo que hay indulgencia suficiente como para jugar a pitonisa sin que nadie se lleve las manos a la cabeza. ¿Qué otra cosa se puede hacer con este panorama?

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