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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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El próximo editorial sobre el PSOE

Después de que Pedro Sánchez comunicase su dimisión, el partido al completo decidió erigirle una estatua de oro y circonio en agradecimiento por su esfuerzo y su talante

Foto: Dos simpatizantes de Pedro Sánchez con pancartas a las puertas de la sede del PSOE. (EFE)
Dos simpatizantes de Pedro Sánchez con pancartas a las puertas de la sede del PSOE. (EFE)

Pedro Sánchez, luego de una tranquila reflexión autocrítica, dimitió como secretario general del PSOE este sábado a las 20:15 de la noche. Lo hizo arropado por el cariño de sus compañeros de partido, que durante once horas habían permanecido en la sede discutiendo la mejor manera de anunciar esta noticia al electorado. Con los ojos empañados en lágrimas, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se despidió del que ha sido su líder durante dos años y prometió seguir luchando todas las batallas que este deja inconclusas.

Se abre así una nueva etapa en el PSOE. Sus militantes afrontan unidos, pletóricos y esperanzados la misión de derrotar al Partido Popular en las próximas elecciones, que ahora se percibe mucho más asequible. Durante todo el proceso, fue evidente la sintonía entre los distintos órganos ejecutivos y territoriales que, a pesar de las discrepancias —naturales en los procesos de democracia interna— lograron dominar los egos y crear un clima de enriquecimiento mutuo.

Llegó a rumorearse que se habían producido disputas entre distintos bandos, pero quedó demostrado que había sido una exageración de los medios afines al PP

La apasionante discusión conceptual desatada en el seno del partido abre nuevos caminos ideológicos. Queda en aire la duda, perfectamente razonable, de quién será el nuevo secretario general, pero nadie duda que la cuestión se dirimirá sin fricciones y con ejemplaridad, y tampoco parece razonable cuestionar la brillantez del nuevo líder, dado el plantel de talentos políticos e inteligencias preclaras con que cuenta el Partido Socialista.

La sede del PSOE en la Calle Ferraz de Madrid había atraído la atención de medios de comunicación nacionales e internacionales desde que el líder se recluyó allí para disponer la sucesión de poderes. Multitud de simpatizantes se reunieron a las puertas y protagonizaron debates de alto nivel político, prueba de que la sensatez y la experiencia son el buque insignia del partido más longevo de España, desde las bases a la ejecutiva.

Las dudas burocráticas sobre la interpretación correcta de los estatutos orgánicos no fueron obstáculo para que las reuniones se sucedieran con fluidez y en un ambiente de discusión constructiva. Llegó a rumorearse que se habían producido disputas entre distintos bandos, pero quedó demostrado que había sido una exageración de los medios afines al PP.

Después de que Pedro Sánchez comunicase su dimisión, en medio de un clamoroso aplauso, el partido al completo decidió erigirle una estatua de oro y circonio en agradecimiento por su esfuerzo y su talante democrático. Felipe González, que ha sido siempre un maestro para Sánchez, le felicitó personalmente por la dignidad con que ha llevado este momento difícil para todo líder político.

Pese a que no es un día particularmente alegre, podemos decir que el PSOE ha ofrecido a España un espectáculo de decencia, cuyo recuerdo, sin duda, repercutirá positivamente en las próximas elecciones generales.

Pedro Sánchez, luego de una tranquila reflexión autocrítica, dimitió como secretario general del PSOE este sábado a las 20:15 de la noche. Lo hizo arropado por el cariño de sus compañeros de partido, que durante once horas habían permanecido en la sede discutiendo la mejor manera de anunciar esta noticia al electorado. Con los ojos empañados en lágrimas, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se despidió del que ha sido su líder durante dos años y prometió seguir luchando todas las batallas que este deja inconclusas.

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