Es noticia
Dios está de parte de los cómicos y artistas acusados de blasfemia
  1. Sociedad
  2. España is not Spain
Juan Soto Ivars

España is not Spain

Por

Dios está de parte de los cómicos y artistas acusados de blasfemia

Si Dios es omnipotente, es imposible que una blasfemia impacte en su objetivo, y si es omnisciente, es imposible que le pille desprevenido

Foto: Vista del fresco de Miguel Ángel 'La creación de Adán', en el interior de la Capilla Sixtina. (EFE)
Vista del fresco de Miguel Ángel 'La creación de Adán', en el interior de la Capilla Sixtina. (EFE)

No consigo entender la blasfemia, os lo digo con la mano en el corazón. Y no la entiendo porque Dios es omnisciente, omnipotente y omnipresente. Empecemos por el final. Si Dios está en todas partes (Salmo 139, RVC), eso quiere decir que no ha habido una sola vez que no le hayamos echado encima sin querer los restos del plato que vertemos al cubo. Si Dios está en todas partes, también está en el papel con el que nos sonamos las narices e incluso en el pañal de los prenatales. Está en la jeringuilla del yonqui y en el biberón.

Siempre ha estado ahí y no parece importarle. Cosas peores le hicieron cuando vino a la tierra convertido en hombre, y yo supongo —esto ya es un suponer— que si tus propios hijos te han crucificado, deja de importante tanto que te echen algo de papel higiénico por encima. Por otro lado, Dios es amor (Juan 4:8), así que el amor de Dios también es omnipresente. Un amor que se expande por todos los rincones del mundo.

¿Qué quiere decir eso? Que es imposible echar la basura al cubo y evitar que le caiga encima al amor de Dios, lo cual es mucho más feo que echársela a Él 'in person', porque escupir a quien te da un regalo con la mejor intención es peor que escupir a quien sencillamente pasaba por ahí. Me estoy imaginando ahora una oración del Papa cada vez que se sienta en la taza: “Te suplico, Dios mío, que dejes de estar un instante en todas partes, concretamente aquí debajo, y ya te aviso yo cuando haya pasado la escobilla y las aguas vuelvan a su cauce”.

Dios es omnipotente y omnisciente. Gracias a estos atributos, puede esquivar como un 'ninja' todo lo que echemos encima: la basura, el 'kleenex' y la blasfemia

La suerte es que, como decía al inicio, Dios también es omnipotente y omnisciente. Gracias a estos atributos, puede esquivar como un 'ninja' todo lo que echemos encima: la basura, el 'kleenex' y también la blasfemia. De hecho, si Dios es omnipotente, es imposible que una blasfemia impacte en su objetivo, y si es omnisciente, es imposible que le pille desprevenido.

Vosotros no entendéis bien lo que significa una sabiduría infinita, pero yo sí porque la padezco desde chico. Significa que todos los chistes que los hombres inventan sobre Vírgenes, Cristos, curas y santos, Dios ya los había inventado primero. Puede que aquellos chistes tan tremendos que dejó en su Twitter el concejal Guillermo Zapata, que por cierto acaba de ser declarado inocente, estuvieran en el 'timeline' de Dios. Porque Dios también tuvo que anticiparse a Twitter. Hasta hay por ahí un @diostuitero falso y aquí no han vuelto a sonar las trompetas de Jericó.

¿Por qué ando yo pensando tanto en la blasfemia? Por dos motivos bien paganos. El primero, que la semana pasada los creyentes de Cartagena pusieron el grito en el cielo —o lo intentaron— cuando Edu Galán y Darío Adanti, de la revista 'Mongolia', llevaron al teatro de esta bella localidad murciana su musical. A los devotos no les gustó nada el cartel que anunciaba el espectáculo, en el que se veía la cara de Donald Trump en el cuerpo de la Virgen de la Caridad, patrona cartagenera, y la de Hillary Clinton en el cuerpo de Cristo.

Segundo, porque al artista del bolígrafo Juan Francisco Casas le quieren partir los brazos los ultraconservadores de Alternativa Española, todo porque Casas va a exponer unas obras suyas en las que el éxtasis de Santa Teresa se interpreta digamos que de una manera demasiado literal para las mentes sutiles de la derecha carlista. Los acusan, a los cómicos y al artista, de blasfemos. Como si estuviéramos en el siglo XVI y no en un país laico.

Si me cae así de bien Dios, es precisamente por su capacidad para perdonar, muy superior a la de los fieles que insultan y amenazan a cómicos o artistas

Pero yo escribo estas líneas para decir que acusar a alguien de blasfemia es menospreciar el poder absoluto y la omnisciencia de Dios. Nada tengo yo en contra de Dios, ni de Alá, ni de Buda, pero a veces sus seguidores más recalcitrantes son de traca (esto de la traca, sobre todo los de Alá). Nuestro Dios, de hecho, siempre me ha caído la mar de simpático, y su hijo más todavía (con la paloma no he tenido tanto roce como María, de manera que no puedo opinar). Y si me cae así de bien Dios, es precisamente por su capacidad para perdonar, muy superior a la de los fieles que insultan y amenazan a cómicos o artistas.

Dios nos mandó decir lo de “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Seguir esta norma a rajatabla nos vendría bien en unos tiempos tan dados a la ofensa colectiva, al linchamiento y la censura. Y creo yo que Dios no dijo en ninguna parte que hubiera que boicotear al pecador antes de darle el perdón, ¿verdad?

¿Cuándo ha pedido Dios ayuda a esos defensores fanáticos? Basta ya de menospreciar a Dios, lo digo en serio. No voy a pedir a los fieles que se pongan a Su altura porque es imposible, pero estaría bien darle al Altísimo un voto de confianza. Suya es la justicia, suyo es el castigo. Dejad en paz a los cómicos y artistas, que blasfemen cuanto quieran. Hacedlo también por vuestro propio interés: si Dios decide enviarlos al infierno, será mejor para vosotros, almas pías. Así no tendréis que soportar a esa gentuza allí arriba en la zona vip. Y ellos, allí abajo, tampoco tendrán que soportaros a vosotros.

No consigo entender la blasfemia, os lo digo con la mano en el corazón. Y no la entiendo porque Dios es omnisciente, omnipotente y omnipresente. Empecemos por el final. Si Dios está en todas partes (Salmo 139, RVC), eso quiere decir que no ha habido una sola vez que no le hayamos echado encima sin querer los restos del plato que vertemos al cubo. Si Dios está en todas partes, también está en el papel con el que nos sonamos las narices e incluso en el pañal de los prenatales. Está en la jeringuilla del yonqui y en el biberón.

Religión Humor