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Juan Soto Ivars

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Franco se ha reencarnado en Audiencia Nacional

La sensación popular de que la sentencia de Cassandra Vera es injusta nos obliga a preguntarnos qué significa ser demócrata en España

Foto: Cassandra, la tuitera de Murcia que se mofó en Twitter del asesinato de Luis Carrero Blanco. (EFE)
Cassandra, la tuitera de Murcia que se mofó en Twitter del asesinato de Luis Carrero Blanco. (EFE)

La Audiencia Nacional ha condenado a un año de cárcel a Cassandra Vera, estudiante de historia de 21 años, por 13 chistes sobre Carrero Blanco. Le han jodido la vida a la chavala, que queda incapacitada para percibir becas y para la docencia. En mi opinión, es una flatulencia jurídica que brota de un órgano enloquecido tras el fin de ETA. La reforma del Código Penal, diseñada para un país sin banda terrorista, considera que el ciudadano común está cometiendo atentados cuando se expresa con mal gusto. Quienes perseguían a los autores de muertes, mutilaciones, extorsiones y secuestros, blindan su posición persiguiendo a gente que dice cosas sin otra intención que epatar.

Los magistrados Juan Francisco Martel, Teresa Palacios y Carmen Paloma han escrito que el alegato de Cassandra, que llegó a recordarles que Spiderman es un personaje de ficción, no resulta convincente. Según ellos, Cassandra quería humillar, por ejemplo, a la nieta de Carrero Blanco, pese a que esta escribió que una condena por los chistes le parecía “un disparate”. Esto convierte la sentencia en un insulto contra la nieta de Carrero Blanco, puesto que si una víctima expresa su punto de vista y la Audiencia se lo pasa por el forro, la Audiencia nos está diciendo que la víctima ni siquiera tiene cabeza para valorar lo que le hiere.

Foto: El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias (2i), acomapañado por la tuitera Cassandra Vera, el humorista Facu Díaz y la diputada Sara Carreño. (EFE)

Como ya conté por aquí, la víctima ni pincha ni corta en los procesos de la ofensa. Dicta sentencia una burocracia sorda al sentido común de personas como Irene Villa o Lucía Carrero Blanco. Es el juez quien dictamina si alguien se siente humillado. Un Código Penal idiota tiene más peso que el sentido común de las víctimas del terrorismo.

Voy a demostrar que, como ha dicho Cassandra Vera, su sentencia es “estúpida”. Gracias al juicio y la sentencia, los 13 chistes han sido reproducidos por un sinfín de medios de comunicación e incluso traducidos a otras lenguas. Si unos chistes en una cuenta de Twitter con escasos seguidores eran un crimen, los jueces que han puesto el foco de la atención mediática internacional encima son más culpables que Cassandra.

Es más: los chistes sobre Carrero Blanco siempre habían existido y la Audiencia los ha convertido en arma de protesta. Hasta que Twitter nos idiotizó masivamente, en España habíamos vivido con despreocupación el humor negro. Sobre Carrero Blanco se habían contado chistes bestias en películas, gags de Tip y Coll, monólogos, programas de televisión y radio, chirigotas y canciones. Sin embargo, desde que se publicó la sentencia, las redes sociales se han llenado con un sinfín de chistes nuevos sobre el almirante. Así que la sentencia es también estúpida por contraproducente.

Foto: Atentado contra Carrero Blanco en 1973. Opinión

Mientras la prensa internacional se pregunta qué demonios está pasando en España, yo recibo otro indicio de que Franco se está reencarnando en Audiencia Nacional. La sensación popular de que la sentencia de Cassandra Vera es injusta nos obliga a preguntarnos qué significa ser demócrata en España. Nos educan para respetar las sentencias pero empieza a condenarse lo que antes considerábamos inofensivo. ¿Con qué cara diremos que existe todavía libertad de expresión en España si el Supremo no tumba esta sentencia?

No creo que Cassandra sea ninguna heroína, pero como ciudadano me siento indefenso tras su condena. La sala no ha dejado de perseguir a corruptos y criminales, pero también ha empezado a provocar sus propias víctimas. La arbitrariedad es evidente: si los periodistas que reprodujeron los chistes de Cassandra son inocentes, si los miles de internautas que en este momento protestan con nuevos chistes son inocentes, esto significa que Cassandra Vera es una víctima inocente de una arbitrariedad judicial.

Si no cambiamos pronto este Código Penal histérico, tendremos que crear una Asociación de Víctimas de la Audiencia Nacional.

La Audiencia Nacional ha condenado a un año de cárcel a Cassandra Vera, estudiante de historia de 21 años, por 13 chistes sobre Carrero Blanco. Le han jodido la vida a la chavala, que queda incapacitada para percibir becas y para la docencia. En mi opinión, es una flatulencia jurídica que brota de un órgano enloquecido tras el fin de ETA. La reforma del Código Penal, diseñada para un país sin banda terrorista, considera que el ciudadano común está cometiendo atentados cuando se expresa con mal gusto. Quienes perseguían a los autores de muertes, mutilaciones, extorsiones y secuestros, blindan su posición persiguiendo a gente que dice cosas sin otra intención que epatar.

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