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Por qué no voy a votar en tu referéndum
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Juan Soto Ivars

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Por qué no voy a votar en tu referéndum

Si me acerco al colegio electoral, será solo para comprobar si encontraste urnas por Wallapop

Foto: El presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont. (EFE)
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont. (EFE)

Hay que ver, Puigdemont, las garantías democráticas que me está dando tu referéndum. Redactáis la ley escondidos en el cuarto de las fregonas y aquí no firma un papel ni Dios. Pasáis el documento por el Parlament más dividido de la historia con ayuda de la CUP, el partido de los boicots universitarios y la “unilateralidad democrática”. Y aún sigues hablando de votar mientras ruedan las cabezas de todo aquel que haya titubeado a la hora de cumplir tus órdenes.

Como ciudadano español residente en Cataluña me haces sentir la mar de seguro. Tanto como la lista de colaboradores tuyos que están tirándose del coche en marcha, acojonados ante la perspectiva de perder la libertad y hasta el patrimonio. Políticos que llevaron adelante este sinsentido, que agitaron la banderita, que prometieron partirse la cara y no han dejado en el palacio ni las chanclas. Como si no pensaran volver.

¿Quién puede creerse que vayas a escuchar a una ciudadanía dividida si eres totalmente incapaz de escuchar a tu oposición?

Entre deserciones y purgas quedáis en activo, eso sí, un buen puñado de demócratas. Por ejemplo, el nuevo director de los Mossos de Esquadra, ese Pere Soler que siente pena por los españoles. Y muy valientes todos. Como Junqueras, de fácil perorata mientras las palabras se las lleve el viento, pero una bomba de humo con patas cuando llega la hora de firmar.

Es flipante todo esto. Hasta las crónicas de Guillem Martínez y Javier Pérez Andújar, dos que cogen bien el punto surrealista de la situación, se están quedando cortas. Lo que más me flipa a mí, Puigdemont, es que insistas tanto en que quieres una gran participación. No te has planteado escuchar, ni te haría cambiar de idea, un voto que no te gustase. Pero necesitas una participación masiva para no repetir el 9-N.

Es decir: tú no necesitas que vote mucha gente. Lo que necesitas es que mucha gente vote por el no. Como si un monarca absoluto se diera cuenta de que una corte unidireccional da mala impresión, y pusiera a una parte de sus cortesanos a votar contra él. A favor, eso por descontado, de un candidato de cartón.

Las preguntas sobre separaciones funcionan si las hacen las dos partes. Tú preguntas a los tuyos y Madrid pregunta a los demás

¿Qué pensaría Freud? Independentistas de pata negra rogando a los españolistas que se acerquen a votar que no. Montáis un referéndum como quien dibuja banderitas con las multitudes de la Diada. No queréis escuchar, lo que queréis es que vuestro referéndum haga bonito para que el Estado quede feo. No me extrañaría que la propia ANC enviara remesas de acólitos a votar por el no. “Vosotros os ponéis allí con camiseta estelada. Vosotros os ponéis allá con la banderita española. Venga, compañeros, aunque duela. ¡Que parezca democrático!”.

Algunos nos hemos quedado roncos repitiendo que un referéndum pactado puede ser una solución plausible a estos líos de apariencia irresoluble. Hay que preguntar, sí, Puigdemont. El problema es que no tenéis que preguntar vosotros. Las preguntas sobre separaciones funcionan si las hacen las dos partes. Tú preguntas a los tuyos y Madrid pregunta a los demás. Tú informas de las consecuencias buenas y Madrid de las malas.

¿Quién puede creerse que vayas a escuchar a una ciudadanía dividida si eres totalmente incapaz de escuchar a tu oposición? Se ve a la legua que quieres mi voto negativo para que el cuadro te quede más realista. Así que no cuentes conmigo, Puigdemont. Si me acerco al colegio electoral, será solo para comprobar si encontraste urnas por Wallapop.

Hay que ver, Puigdemont, las garantías democráticas que me está dando tu referéndum. Redactáis la ley escondidos en el cuarto de las fregonas y aquí no firma un papel ni Dios. Pasáis el documento por el Parlament más dividido de la historia con ayuda de la CUP, el partido de los boicots universitarios y la “unilateralidad democrática”. Y aún sigues hablando de votar mientras ruedan las cabezas de todo aquel que haya titubeado a la hora de cumplir tus órdenes.

Parlamento de Cataluña Carles Puigdemont