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Toros de la Feria de San Isidro: brontofobia, ambiente de tormenta en Las Ventas
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Juan José Cercadillo

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Toros de la Feria de San Isidro: brontofobia, ambiente de tormenta en Las Ventas

La generalizada falta de casta y de fuerzas de la corrida salmantina de Valdefresno hundió en el sopor la corrida de la feria, en la que Fortes dejó muestras de su sincero concepto del toreo

Foto:  El diestro Fortes, con su primero. (EFE)
El diestro Fortes, con su primero. (EFE)

Plaza de toros de Las Ventas, 23 de mayo de 2017
13ª de Feria. Casi tres cuartos de entrada en tarde primaveral con ligero viento.

Cuatro toros de Valdefresno y dos de Hermanos Fraile Mazas, dos hierros de la misma ganadería y procedencia (Lisardo/Atanasio) de entre 521 y 570 kilos. Bastante flojos en general y con esa presencia en tipo que algunos se empeñan en protestar. Devuelto el primero y el cuarto, se lidian sobreros de Adelaida Rodríguez y de Carriquiri respectivamente.

Se celebró la corrida con las banderas a media asta y se guardó un emotivo minuto de silencio al acabar el paseíllo en memoria de las víctimas del atentado del día anterior en Mánchester.

Daniel Luque, de grana y oro. Silencio y silencio.

Fortes, de blanco azulado y azabache. Silencio tras aviso y silencio.

Juan Leal, de malva y oro. Ovación con algunas protestas tras aviso y silencio.

Se ve venir. Dos o más masas de aire a diferentes temperaturas coexistiendo alrededor de una plaza de toros. Alta presión en los tendidos que acumulan, a veces por voluntad propia, ya muchos días sin triunfos de puerta grande rodeando la baja presión en la embestida de los toros de Valdefresno. "Huele a lluvia", que decía mi madre de pequeño en esas primaveras avanzadas o veranos calurosos en los que aún llovía de vez en cuando. Olía a lluvia, según mi madre, y cenábamos de un bocado para preparar las botas, los chubasqueros y las linternas porque por entonces nos parecían un manjar los caracoles en salsa y, a falta de iPad, un fenomenal y naturalista entretenimiento familiar. Salíamos felices al campo y esos ejércitos de gasterópodos que también festejaban la tormenta invadían las plantas de las cunetas que peinábamos entre el regocijo y la economía de subsistencia.

Pues esos recuerdos tengo de antes de las tormentas y veo que esto avanza despacio y que empieza a oler a lluvia. Y da miedo. La brontofobia parece ser irracional, como todos los miedos psicológicos. Las probabilidades de que te parta un rayo son ínfimas y no han crecido por muchos desgraciados que veamos ahora en YouTube sucumbiendo al azar de la naturaleza. Pero el miedo es libre y cada uno escoge el que quiere. Y la suma de la tarde del lunes a la de este martes me está dando miedo a la tormenta: brontofobia.

Hoy ha habido algunos truenos sueltos a la salida de los flojos toros de Valdefresno y Hermanos Fraile. Algunos rayos ante la manifiesta debilidad del lote de Daniel Luque, que no ha podido matar ni uno de la corrida anunciada. Y cielo muy encapotado y negro cuando mientras se jugaba la vida Juan Leal con el tercero, las protestas arreciaban tapando el sol de un toreo que podría no ser estrictamente académico pero que era toreo entregado a un manso y peligroso cuatreño.

Taparon los nubarrones un inicio de faena en los medios con pedresina, pase por la espalda y toreo algo destemplado pero de altísimo riesgo. El de Valdefresno miraba y medía en cada pase amenazando sin pudor, pero el valor y la quietud del torero francés pudieron de sobra con el genio y las malas intenciones del toro, que acabó arrinconado y rendido en las tablas, no sin antes renunciar a todo su espacio ante el torero. Tanto renunció que tras un pase, y facilitado por su arboladura, tocó con el pitón la cara de Juan sin que se inmutasen ni toro ni ocupa. Otra tanda entre protestas mezcladas de los que pasaban miedo y de los que pasaban de todo y una estocada defectuosa me hicieron ver claro la formación para los próximos días de peligrosos y amenazadores cumulonimbos.

Le salió a Daniel Luque el cuarto, segundo sobrero de Carriquiri, de nombre Perseguido, y ratificó la leyenda urbana, campera en este caso, de los nombres de los toros y su destino. Salió sin divisa y pensamos que su piel sin herida era la razón de su despiste, de su deambular evitando capotes y caballos, de sus pocas ganas de enfrentamiento. Pero después de que Domingo García 'Jabato' lo persiguiera cerca de la puerta de chiqueros y acertara a picarlo, demostró que sus problemas venían de más adentro que de esa preciosa e impoluta piel melocotón que tenía. Manso sin excusas, apenas arreó en la primera tanda para apagarse después con velocidad y sigilo. Los silbidos sueltos a Luque también sonaron a viento de pretormenta.

Fortes, ajeno a la climatología ambiental, me ha encantado. Mucho más que en otras ocasiones en que le he visto. Porque le he visto centrado, maduro, consciente y con una técnica desarrollada con respecto a la pasada temporada que, a poco que le acompañen los toros, la templanza de su muleta y la estética de su cite y de su figura, va a dar grandes tardes de toros venga lo que venga del cielo. Variado y elegante, le ha hecho el cartucho de pescao de rodillas a su primero y le ha pegado sin incorporarse los cinco naturales más templados de la feria. Me he quedado de piedra fundido con la del tendido: creo que ha habido dos oles en toda la plaza.

La poca acometividad de sus toros y el ambiente de tormenta materializaron dos soberanos silencios para dos aseadas faenas y para un soberano torero.

Ya pueden embestir mañana los de Fuente Ymbro o pasado los de Parladé, porque salgo con ese típico dolor de huesos de cuando dices... mañana llueve. Y a mí me dan pánico las tormentas de Las Ventas.

Plaza de toros de Las Ventas, 23 de mayo de 2017
13ª de Feria. Casi tres cuartos de entrada en tarde primaveral con ligero viento.