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Los errores y aciertos de Moto X y el coste de la innovación
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Paolo Álvarez

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Los errores y aciertos de Moto X y el coste de la innovación

El primer artículo que escribí para este diario hablaba precisamente del hype y de los rumores como un mal que había que erradicar, y citaba el Moto X de Gogle

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El primer artículo que escribí para Teknautas hablaba precisamente del hype y de los rumores como un mal que había que erradicar, y además citaba ya por entonces el Moto X, un terminal que durante todos estos meses ha ido generando expectación, entusiasmo y en muchos casos pasión desenfrenada, sin que siquiera se conociera, hasta este jueves, 1 de agosto.

Toda expectativa engrandecida, cae, aunque lo presentado sea revolucionario. La distancia entre lo deseado y la realidad es siempre insalvable, y eso es lo que ha ocurrido con el Moto X, que sin ser un gran smartphone sobre el papel sí que tiene muchos elementos a valorar con nota sobresaliente, pero que han pasado desapercibidos o se han visto ensombrecidos por la decepción de una ensoñación frustrada.

Era el primer teléfono que la marca presentaba bajo el control total de Google, sin embargo, nada de lo que habíamos visto en los Nexus, que era la referencia que teníamos, se ha visto en esta renovada Motorola Mobility, con el Moto X al frente.

Su estilo, prioridades y forma de trabajo siguen intactas, y eso no es malo, simplemente es igual, con todos sus aciertos y defectos.

Los errores

A la gente no le ha gustado el precio, el mismo que los gama alta de la competencia: iPhone 5, HTC One, o Galaxy 4, pero con unas especificaciones técnicas ligeramente inferiores sobre el papel, pero no en el uso real. Lo que la gente no se ha parado a pensar, o mejor dicho, les ha importado más bien poco, es el esfuerzo económico y logístico de Motorola por hacer el montaje y ensamblado del terminal en territorio norteamericano, con -suponemos que es así- infinitamente mejores condiciones laborales que las grandes fábricas orientales.

Motorola es una empresa privada y ese ramalazo nacionalista y pseudo preservador de una especie de comercio justo tiene una explicación que ya apunté en su día: la enérgica petición de Obama a las principales empresas tecnológicas de traer la producción a USA, que también les hace falta a sus rednecks sureños. Y así ha sido. Y como en política y en los negocios nada es gratis ni por amor al arte, su compensación tendrán.

Al público no le ha gustado el Moto X porque no ha jugado al juego de ofrecer más en cualquiera de los apartados técnicos que los especialistas se empeñan en comparar. Ni se han molestado en mirar otros detalles, esos mismos con los que trabaja desde hace décadas Apple por ejemplo.

Los pocos esfuerzos de Motorola por llevar este Moto X mas allá de América, Norte y Sur, donde se ha anunciado que llegará, irrita a un mercado que cada día que pasa es más global, es otro gran error.

Y por último, y a todas luces insostenible, ha sido el bochornoso espectáculo de medios norteamericanos comprados para hablar muy bien de un producto que apenas habían probado. Y esa distancia de opinión entre los medios y los foros sociales, ha colmado el poco margen de confianza que le podía quedar al móvil, ya enterrado en vida por muchos.

Los aciertos

El primer acierto es precisamente su estética, limpia, muy bonita y además con el añadido, destacado en su estrategia de marketing, de poder configurar el acabado y colores de Moto X que prefieras, habiendo un total de hasta 504 combinaciones diferentes, yendo desde los coloridos rosa fucsia y amarillo flúor, al de la madera.

También su forma, de líneas curvas y limpias, y consiguiendo que una pantalla de 4,7 pulgadas se acomode en un espacio más reducido que los mismos terminales con semejantes o iguales tamaños, haciendo que su uso sea más cómodo en la mano sin perder tamaño efectivo de pantalla. Como decía, detalles.

Como es costumbre en Motorola, un esfuerzo importante a la hora de mejorar el rendimiento de sus baterías, dentro de los estrechos límites que estas tienen. Un teléfono que escucha 24 horas a su emisor y que logra aguantar 24 horas con una carga.

Un procesador propio, el Motorola X8, que para no entrar en detalles muy técnicos, consigue deslocalizar las acciones y consumos del procesador principal, un S4 pro (el mismo que por ejemplo el Nexus 4) pero vitaminado, y así mejorar por un lado, el consumo de batería en reposo (que no es tal porque como hemos dicho el teléfono siempre está preparado para recibir órdenes) y por el otro, dejar al X8 para ese tipo de acciones inteligentes y más smart que nunca, consiguiendo una adaptación perfecta entre hardware y software y su resultado final, la fluidez y rendimiento, datos estos, que no aparecen ni en gráficas ni en comparativas.

No competir directamente contra el resto de fabricantes de Android, aportando sin embargo innovación en campos en los que nadie quiere meterse por ser, digamos que adelantados a su tiempo (me refiero sobre todo a las funciones inteligentes y a la interacción no táctil entre el usuario y el gadget) es algo que sólo puede hacer una compañía como Google.

En la tecnología de consumo, pocas, muy pocas veces, lo innovador triunfa a la primera. El precio de la expectación incumplida y de abrir nuevas fronteras tecnológicas no hace buenas migas con los resultados de ventas ni con la opinión, hasta que, como dijo alguien de la competencia de Google, se le muestra algo que no sabía que quería” y además, lo prueba y lo toca.

El primer artículo que escribí para Teknautas hablaba precisamente del hype y de los rumores como un mal que había que erradicar, y además citaba ya por entonces el Moto X, un terminal que durante todos estos meses ha ido generando expectación, entusiasmo y en muchos casos pasión desenfrenada, sin que siquiera se conociera, hasta este jueves, 1 de agosto.

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