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Emprendedores, una burbuja en la que todos ganan dinero... menos ellos
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Carlos Otto

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Emprendedores, una burbuja en la que todos ganan dinero... menos ellos

Alrededor del emprendimiento se ha generado una industria llena de humo, basada en eventos, 'coaching', consultoría y agencias de comunicación

Foto: El principe asiste al encuentro de emprendedores 4 Years From Now (EFE)
El principe asiste al encuentro de emprendedores 4 Years From Now (EFE)

Desde hace un par de años vivimos en un ambiente social obligadamente orientado al emprendimiento. Ya no vale con querer trabajar dentro de una empresa o ser funcionario. Ahora hay que emprender, quieras o no. 

Ante un bochornoso problema de desempleo, los políticos han decidido que si estás en paro es porque quieres, ya que emprender está al alcance de todos y es la única forma que tienes de levantar el culo de sofá y dejar de quejarte. Y todo esto -en cierto modo- no está mal, ojo, ya que plantea a muchos ciudadanos que hay vida más allá del trabajo por cuenta ajena, pero hay varios motivos que nos llevan a pensar que esto se nos está yendo de las manos.

Sirva un dato como ejemplo: pese a que algunos (no todos) plantean el emprendimiento como un ejemplo de que no puedes esperar que un empresario o el propio Estado te solucionen la vida, el Gobierno se acaba de gastar 1,5 millones de euros en subvenciones para eventos, talleres y charlas relacionadas con esto de emprender.

A instituciones de todo tipo, tanto públicas como privadas, se les hace la boca agua con los emprendedores. Se reúnen con ellos, les invitan a charlas, les dan premios, les dan oficinas donde instalarse, les mentorizan y algunos, incluso, llegan a invertir en sus empresas

Y no critico que existan este tipo de ayudas, ojo, ya que muchos de los destinatarios llevan muchos años defendiendo y fomentando el emprendimiento (antes incluso de que se pusiera de moda), pero me da la sensación de que empieza a haber más granjas que gallinas.

A instituciones de todo tipo -tanto públicas como privadas- se les hace la boca agua con los emprendedores: se reúnen con ellos, les invitan a charlas, les dan premios, les dan oficinas donde instalarse, les mentorizan y algunos, incluso, llegan a invertir en sus empresas. 

¿Qué busca un político cuando se acerca a un emprendedor?

Sin embargo, y volviendo a dejar claro que muchas hacen todo esto de manera encomiable, otras -sobre todo públicas- disfrazan de impulso emprendedor lo que en realidad es un paripé: cuando se reúnen con un emprendedor, lo que buscan es la foto en prensa; cuando le invitan a una charla, lo que buscan es soltar ellos antes su discurso político; cuando convocan un concurso, establecen un premio de -por ejemplo- 10.000 euros a la vez que se gastan más del triple en hacer publicidad del propio concurso en los medios.

Cuando le dan oficinas, en realidad le dan una mesa y una silla en un edificio sin uso desde hace años; cuando le mentorizan, le dan una charla sobre innovación y emprendimiento a cargo de un funcionario que no ha emprendido en su vida; cuando invierten en su empresa, le ofrecen un dinero ridículo a cambio de un porcentaje altísimo y conservando opciones preferentes en sucesivas rondas de financiación, dificultando así la llegada de nuevos inversores... Al final, uno se da cuenta de que muchas de estas acciones públicas, más que ayudar, acaban perjudicando a los propios emprendedores.

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Mientras tanto, toda esta gente construye toda una industria alrededor del emprendimiento: eventos para emprendedores, asesoría para emprendedores, cursos de formación para emprendedores, elevator pitches para emprendedores, coaching para emprendedores, agencias de comunicación para emprendedores... 

Mientras muchos ganan dinero o proyección social con esto, el emprendedor lo mismo se ha arruinado. Ha estado tan ocupado en eventos, charlas y reuniones de todo tipo, que apenas ha tenido tiempo de dedicarse a su principal objetivo, sacar adelante su empresa.

Entre tanto, los emprendedores, que bastante trabajo tienen ya con intentar sacar su empresa adelante, se encuentran en un largo pasillo en el que deben descubrir qué servicios les resultan útiles y quiénes, por el contrario, son simples vendehumos a los que lo mismo les da asesorar a un emprendedor, hablar del cambio climático o vender biblias por las casas. El objetivo es el mismo: vender un producto a una persona a la que antes le vendiste una necesidad que quizá (y solo quizá) no tiene.

Mientras muchos ganan dinero o proyección social con esto, el emprendedor lo mismo se ha arruinado. Ha estado tan ocupado en eventos, charlas y reuniones de todo tipo, que apenas ha tenido tiempo de dedicarse a su principal objetivo: sacar adelante su empresa.

Al fin y al cabo, es un cambio de época: antes una ardilla podía recorrer España entera saltando de árbol en árbol; ahora lo puede saltando de evento en evento.

Desde hace un par de años vivimos en un ambiente social obligadamente orientado al emprendimiento. Ya no vale con querer trabajar dentro de una empresa o ser funcionario. Ahora hay que emprender, quieras o no. 

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