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Cuñadismo tecnológico: ¿por qué insistimos en decir a las empresas lo que deben hacer?
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Carlos Otto

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Cuñadismo tecnológico: ¿por qué insistimos en decir a las empresas lo que deben hacer?

Hace tiempo que las empresas dejaron de mandar, ahora mandamos los usuarios. Sin embargo, a veces lo difícil no es ganar, sino hacerlo con elegancia

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“Lo que tiene que hacer la industria si no quiere piratería es ofrecer buen contenido”, “Los taxistas no saben innovar”, “Los medios se pasan con la publicidad, tienen que hacerla menos intrusiva”... Seguro que has oído estas frases más de una vez, ¿verdad?

Quien me conoce y me lee a diario (¡hola, mamá!) sabe que nunca he sido demasiado amigo de los colectivos antipiratería, precisamente. Tampoco es que esto tenga mucho mérito, la verdad, ya que en su inmensa mayoría se trata de grupos que se han ganado a pulso la antipatía generalizada.

Sin embargo, hay una cosa que, aunque en su momento la hice (y con bastante vehemencia), cada vez hago menos: recurrir a aquello de “lo que tienen que hacer es...”.

Vivir del aire vs. Cambiar las cosas

Que nadie me malinterprete: meterme con colectivos como la SGAE no es sólo uno de mis pasatiempos favoritos, sino que incluso llega a ser un ejercicio de lo más recomendable para cualquiera. Sin embargo, casi nunca he sido capaz de hacer lo mismo con empresas como Wuaki, Filmin, Movistar...

¿Y eso por qué? Porque es evidente que colectivos como la SGAE sólo entienden la crítica como defensa de su modelo de negocio (que básicamente consiste en vivir del aire), pero, ¿quién soy yo para criticar de una manera tan facilona a quien intenta cambiar las cosas, ofrecer una alternativa (mejor o peor) y dedicar todo sus esfuerzos a ello?

Porque a todos nos encanta decir que las nuevas plataformas, en vez de quejarse de la piratería, tienen que saber innovar, ofrecer calidad, reinventarse... unas afirmaciones tan ciertas como vacías de contenido.

Y es que, ¿qué es exactamente “innovar”? ¿A qué nos referimos con “reinventarse”? A todos nos encanta soltar estas sentencias (a cuya reflexión no hemos dedicado más de 5 ó 10 minutos), estas frases de 0,60, como si tuviésemos la clave innata de qué deben hacer esas empresas. Pero oye, ¿a quién se le ocurre pensar que no lo están intentando?

Los peligros del cuñadismo de sofá

A veces soltamos frases pensando que hemos descubierto la piedra filosofal, y entonces me da por pensar: ostras, teniendo en cuenta que yo he soltado esta frase en cinco segundos, ¿de verdad pretendo creer que en las plataformas a las que aludo no habrán dedicado meses (o incluso años) al mismo asunto? ¿De verdad creo que sé más que ellos de todo este asunto y que les estoy haciendo una revelación en la que nunca habían caído?

Y es que estamos en la época del cuñadismo tecnológico, la era en la que todos creemos saber más de cualquier que tema que los expertos en la materia, los que viven de ello. La era en la que tenemos los santos coj... las santas narices de dirigirnos a un fulano y decirle que no tiene ni idea (y nosotros sí, por supuesto) de un tema en el que lleva años trabajando.

Y oye, a lo mejor (sólo a lo mejor) tenemos razón, pero, ¿no estaremos pecando de la misma prepotencia que exhibe nuestro cuñado cuando arregla todos los problemas del mundo en media hora en la cena de Nochebuena? Si las soluciones fueran tan sencillas como las vemos desde nuestro sofá, ¿de verdad estaríamos debatiendo sobre estos asuntos?

Con la piratería, los taxistas, los medios...

Esto pasa en casi todos los sectores. A los taxistas también les decimos que viven anclados en el tiempo, que no saben evolucionar, que hay que innovar y que no pueden ponerle puertas al campo. Y oye, seguramente estemos ante el sector más atrasado de la historia, pero, ¿de verdad pretendemos pensar que todos los taxistas son seres neandertales a los que se les salen sarpullidos sólo con pensar en internet?

¿De verdad pretendemos pensar que todos los taxistas son seres neandertales a los que se les salen sarpullidos sólo con pensar en internet?

A los medios de comunicación nos viene pasando algo parecido últimamente. Nunca he estado de acuerdo con las posturas inmovilistas ni con que los periodistas pretendamos vivir del aire, pero reconozco que no tengo una opinión demasiado clara acerca de AdBlock, el programa que oculta toda la publicidad que mostramos los medios online.

Y es que aquí me cuesta posicionarme. Algunos periodistas dicen que el lector no puede pretender consumir todo gratis y que el medio no reciba ingresos ni siquiera de manera indirecta. Y quizá tengan razón, pero no es menos cierto que, a día de hoy, nos guste o no, es precisamente el lector el que tiene el poder.

¿Dónde está la línea roja?

Pero toda tortilla tiene su vuelta. Porque muchos lectores nos dicen que los medios nos hemos pasado con la publi, que nos hemos puesto muy pesados, que llegamos a ser molestos e intrusivos. Y muy probablemente tengan razón, pero claro, ¿cómo sabemos cuál es la línea roja?

¿Cuál es el formato exacto en el que una publi deja de ser respetuosa para convertirse en intrusiva? ¿Un banner con imagen? ¿Un banner con vídeo? ¿Un desplegable que tarda cinco segundos en desaparecer? ¿Un pedazo de anuncio que ocupa toda la página? Al final, cada cual decide (lógicamente) si aceptar esos anuncios o bloquearlos, pero, ¿cómo podemos ser capaces de prescribir normas de actuación con tanta facilidad si cada persona tiene una línea roja distinta?

Al final, sólo tengo una cosa clara: aquí los que mandan son (somos) los usuarios. Y podremos tener razón o no, pero el poder lo tenemos nosotros. Y al que no le guste, pues oye, ajo y agua.

Sin embargo, quizá deberíamos conformarnos con tener el poder (que no es moco de pavo) y dejar de intentar decirles a las empresas lo que tienen que hacer. Porque podrán hacer las cosas mejor o peor, pero una cosa está clara: aunque nosotros ganemos la batalla, ellos saben de esto (mucho) más que nosotros.

Y es que ganar es fácil. Lo difícil, a veces, es saber hacerlo sin ofender al perdedor.

“Lo que tiene que hacer la industria si no quiere piratería es ofrecer buen contenido”, “Los taxistas no saben innovar”, “Los medios se pasan con la publicidad, tienen que hacerla menos intrusiva”... Seguro que has oído estas frases más de una vez, ¿verdad?

SGAE