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Españoles, la burbuja emprendedora ha muerto (y estos diez puntos lo demuestran)
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Carlos Otto

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Españoles, la burbuja emprendedora ha muerto (y estos diez puntos lo demuestran)

Se acabó, esto ya no da más de sí. Ha sido bonito y quizá también un poco empalagoso, pero ya ha muerto. Sea como fuere, se nos acabó el emprendimiento de tanto usarlo

Foto: Foto: iStock.
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¿Recuerdas cómo, de la noche a la mañana, emprendedor pasó a ser el término de moda... y poco a poco se convirtió en la palabra más cansina y manoseada de nuestro país?

Y es que todo discurso positivo, con una buena dosis de exageración y sobreexposición, acaba siendo casi odioso. Y eso es exactamente lo que ha pasado en España con el emprendimiento.

Pero todo lo que sube tiene que bajar, y aquí estamos convencidos de que la burbuja de los emprendedores, para bien o para mal, ya ha llegado a su fin. Por estos factores.

1.- Menos altas de autónomos

Durante los últimos años, el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) ha sido una auténtica montaña rusa. En los peores momentos de la crisis, vivimos año tras año una insufrible caída en el número de autónomos y pequeños emprendedores. De hecho, de los cerca de 3,4 millones de trabajadores por cuenta propia que solía tener tradicionalmente nuestro país, llegamos a bajar de la barrera psicológica de los 3 millones.

¿Crees que fue un drama? Pues lo cierto es que podría haber sido peor. Si miramos los números por separado, vemos que la caída, de hecho, debería haber sido aún más aguda. ¿Por qué no lo fue? Porque, pese a todo, el tremendo desempleo y las escasas perspectivas de mejora hicieron que mucha gente probase a emprender. De hecho, nuestro país llegó a ser el quinto de la Unión Europea en altas de autónomos (aunque también el primero en bajas). Es decir, que la moda emprendedora pudo mantener medianamente las cifras del RETA.

Sin embargo, este panorama ya se ha acabado. Si nos fijamos en las cifras de 2015, veremos que, así como las bajas entre los autónomos han caído un 1,4%, las altas han caído mucho más, un 5,8%. Es decir, que, mientras en 2014 hubo 782.356 altas de autónomos, en 2015 este índice bajó hasta las 736.665 altas.

2.- Los inmigrantes tiran del emprendimiento

De hecho, ¿quién está emprendiendo en España? ¿Quiénes son los que más se están lanzando a trabajar por cuenta propia? ¿Se trata de aquellos jóvenes a los que el Gobierno les vendió el discurso de que, con la gran formación que tenían, debían probar suerte con su propio negocio?

En realidad... no. Según los datos oficiales, el 48% de las nuevas altas de autónomos en nuestro país corrieron a cargo de extranjeros, un nicho poblacional tradicionalmente muy vinculado al emprendimiento. Pero no (sólo) por satisfacción personal, sino (sobre todo) por una mezcla de necesidad e instinto de supervivencia.

3.- ¿Adiós a la crisis?

En el último año, como todos sabemos, la economía está mejorando de manera medianamente significativa y el empleo, aunque muy poco a poco, va creciendo.

¿Significa eso que España va viento en popa? ¿Significa que no ya no hay paro? ¿Significa que saldremos de la crisis en un ratito? En absoluto: en España aún hay un paro vergonzoso y parece que la recuperación será mucho más lenta de lo que fue la caída.

Sin embargo, hay un factor cuya existencia casi nadie puede negar: la sensación de mejoría. Y esa es la palabra clave: sensación. Porque España no acaba de ir bien, ni muchísimo menos, pero la sensación de mejoría es un factor psicológico que afecta a casi todos.

La sensación de mejoría económica hace que mucha gente, en vez de emprender, opte por aguantar un poco más y seguir esperando un empleo

Así, cuando un desempleado ve que empieza a generarse algo de empleo, piensa que por qué no va a ser él el siguiente en volver al trabajo.

Y es justo esa sensación (sumada al punto que va a continuación) la que hace que muchos parados, ante la duda de emprender, crean (seguramente de manera acertada) que es mejor esperar un poco más por si consiguen de nuevo un empleo por cuenta ajena.

4.- Emprendedores incipientes... que fracasan

En los años más duros de la crisis, los datos que el CIS y la EPA nos ofrecían de cuando en cuando evidenciaban una realidad muy dura: por un lado, que gran parte de las bajas del RETA procedían de autónomos que llevaban muchos años trabajando; por otro, que la mayoría de altas procedían de personas jóvenes y/o paradas que, ante la necesidad, se veían obligadas a probar suerte por su cuenta.

Es decir, que los que abandonaban el emprendimiento eran los que toda la vida habían permanecido estables y creando empleo, mientras que los que llegaban eran personas que emprendían a la desesperada. Y lo que es peor: la mayoría de ellos no aguantaban mucho tiempo antes de pegársela y darse de baja.

Al principio de la burbuja empredora fueron muchas las personas que confiaron en las posibilidades de salir adelante con el emprendimiento. Pero a día de hoy, por desgracia, también son muchos los que saben que esto no es ningún juego y que puedes salir peor que como entraste.

5.- No, no todos pueden

Quien monta un negocio físico (un bar, una tienda, una asesoría...) ya sabe que sus barreras de entrada siempre son muy altas: tiene que pagar un local, a sus empleados, a sus proveedores, etc.

Sin embargo, durante un tiempo el discurso del emprendimiento encontró un nicho perfecto: el emprendimiento digital. Y agarrado a ese clavo ardiendo, nuestros políticos se lanzaron a animar a todos los jóvenes y a decirles que ellos también podrían ganar dinero con su empresita de internet.

Las barreras de entrada para emprender son cada vez más altas, se necesita un gran colchón económico

Quizá hubo un tiempo en que montar algo por internet podía resultar muy barato, pero hace mucho que esa época se esfumó. A día de hoy, para bien o para mal, si quieres montar un buen negocio en internet necesitas mucho dinero.

Y eso es bueno, porque las startups tecnológicas ya han dejado de ser esas empresas de tres chavales con sus portátiles: ahora ya son mayores de edad y han formado una industria más que consistente; pero también es malo, porque eso ha elevado las barreras de entrada y ha dejado constancia de lo evidente: para emprender, además de tu talento, necesitas un buen colchón económico. Sobre todo, si tu negocio va a tardar en ser rentable.

6.- Fuera del discurso político

Quizá ya lo hayas olvidado, pero, ¿te acuerdas de lo insufriblemente pesados que fueron los políticos con los emprendedores en las elecciones generales de 2011? ¿Y en las europeas de 2014?

Por aquella época, los políticos españoles literalmente mataban por hacerse la foto con los emprendedores. Y si eran de internet, mejor todavía. Y si además eran jóvenes, ni te cuento. En España, nuestros políticos pasaron de besar bebés a besar emprendedores.

Los políticos ya no besan emprendedores

Sin embargo, eso a día de hoy ya no existe. Sí, quizá pienses que en estas elecciones has oído mucha la palabra emprendedores, pero si te paras a pensarlo detenidamente, verás que su aparición en el discurso político no ha sido, ni de lejos, la de otras citas electorales.

Los únicos que enarbolaron algo más la bandera de los autónomos y emprendedores fueron Podemos y Ciudadanos, que, partiendo de unas premisas falsas, prometieron instaurar una cuota de autónomos que fuera en función de los ingresos (y te recuerdo que me he jugado tres sueldos a que esa cuota nunca llegará a España). Si buscas en los programas de PP y PSOE, apenas verás nada.

7.- El discurso es cansino

Reconozcámoslo: nos hemos puesto tremendamente pesados con el discurso del emprendimiento. Que si tú puedes, que si los jóvenes, que si la innovación, que si luchar por tus metas... En serio, hemos sido tremendamente pesados y edulcorantes.

Y con tanto fomento de la diabetes emprendedora, al final los perjudicados han sido los de siempre: los parados, a los que algunos han llegado a venderles que si estás en paro, pues oye, a lo mejor la culpa es tuya, ¿eh? Que si te diera por emprender en vez de calentar el culo en el sillón, lo mismo sí tendrías trabajo...

El discurso del chavalito joven que tiene una idea brillante es, además de estúpido, falso

Y claro, cuando un discurso se exagera tanto... al final acaba desbordando por algún sitio, y nos encontramos al vendedor de humo, al caníbal, al parásito, al motivador de chichinabo, al darwinista social, al que miente con las cifras, al que cada día se le ocurre un delirio nuevo...

¿Son mayoría? No. ¿Son representativos respecto al resto de los emprendedores? En absoluto. Ahora bien, ¿son significativos? Sí. ¿Han ayudado a hacer del discurso emprendedor una cosa manida y un tanto odiosa? No me cabe ninguna duda.

8.- "Tú lo que necesitas es una idea"

Durante años, los políticos y cuñadetes de turno (que no han montado nada en su vida pero parecen tener todas las claves para que tú sí lo hagas) se han hartado de soltarte una frase: "Tú lo que necesitas es una buena idea". Y ya. Qué fácil, ¿eh?

Huelga decir que los que sueltan estas frases saben lo mismo de emprendimiento que yo de la reproducción del dragón de Komodo. Y es que cualquiera que haya emprendido sabe que, casi en el 100% de las ocasiones, la idea no vale un pimiento, lo que vale, en realidad, es saber ejecutarla de la manera más adecuada posible.

Lo que vale no es la idea, sino la ejecución

Porque tener una idea es fantástico, qué duda cabe, pero más fantástico aún es decidir cómo ganar dinero con ella, idear un modelo de negocio, hacerlo mejor que la competencia, sobreponerse a los contratiempos que surjan (porque surgirán)...

Ninguna idea per se te hará ganar dinero y eso el aspirante a emprendedor ya lo sabe, así que vale ya con la sandez de la idea.

9.- Nuevo boom: empleo digital

Así como en su momento tuvimos el boom del emprendimiento, detrás de él empezó a surgir otro casi a la vez: el del empleo digital y las nuevas profesiones que ha generado internet.

Desde hace unos años, la Unión Europea viene soltando un mantra recurrente: de aquí a muy pocos años habrá en Europa 900.000 vacantes de empleos digitales sin cubrir porque, fíjate tú qué cosas, resulta que la gente no tiene la formación digital suficiente.

¿900.000 empleos sin cubrir?

¿Cuándo pasará esto? Pues vete tú a saber, porque la propia Unión Europea cambia el año a medida que le va pillando el toro y la previsión no se cumple: al principio iba a ser en 2015, luego en 2020...

Sea como fuere, y más allá de que todo el mundo parece creerse a pies juntillas una cifra redonda que la Unión Europea ha soltado sin ofrecer detalle de sus previsiones, lo cierto es que la necesidad de empleados con competencias digitales es más que evidente. Y ese es el caballo de Troya que, últimamente, parece estar ganándole la carrera al emprendimiento.

10.- Cada vez interesa menos el emprendimiento

Mierda, esto quizá no debería haberlo contado aquí, ¿no? Bueno, da igual. El caso es que llevo poco más de cinco años escribiendo sobre autónomos, emprendedores y creación de empresas y la evolución del interés ciudadano por estas informaciones va en clarísimo descenso.

Quizá no porque ahora no interese, sino porque a lo mejor en su momento todos pedíamos a voces este tipo de contenidos. Y era lógico, ojo: porque quizá ya no queramos acordarnos, pero la depresión social que este país vivió en entre 2011 y 2013 no se la deseo yo ni a mi peor enemigo.

En plena crisis, las historias de emprendedores ayudaban a sobrellevar la depresión nacional

Y era entonces cuando cualquier contenido que hablase de tres chavales que intentan montar su empresa producía esa pequeña inyección emocional que todos, aun sin saberlo, seguramente necesitábamos.

La necesidad emocional de un país deprimido

Porque, además, en realidad daba igual si luego los chavales se arruinaban: lo importante era que lo estaban intentando. Quizá entonces los periodistas pecamos al acabar contagiándonos de esa urgencia emocional, pero lo cierto es que aquellos contenidos se consumían sin parar (y cualquier editor de medios ha podido comprobarlo).

Sin embargo, esto ha llegado a su fin. Para bien o para mal, con sus ventajas y sus desventajas, la burbuja del emprendimiento ha llegado a su fin. ¿Quién tiene la culpa? ¿Los políticos? ¿Los propios emprendedores? ¿Los medios? ¿La sociedad en su conjunto?

En realidad da igual. Lo único cierto es que para seguir adelante, en un momento dado, toda burbuja tiene que explotar para volver a recobrar un tamaño más adecuado.

Y esto, amigos míos, es justo lo que acaba de pasar.

¿Recuerdas cómo, de la noche a la mañana, emprendedor pasó a ser el término de moda... y poco a poco se convirtió en la palabra más cansina y manoseada de nuestro país?