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Los 'vestibles' han nacido muertos, y sólo Apple y Google pueden resucitarlos
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Alfredo Pascual

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Los 'vestibles' han nacido muertos, y sólo Apple y Google pueden resucitarlos

Llevamos un tiempo advirtiendo de la llegada de los dispositivos vestibles y de su hipotético 'boom', pero después de dos generaciones siguen estancados

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Se toma como un proceso natural, casi automático, pero el encaje de las nuevas tecnologías en la sociedad es un proceso complejo en el que influyen varios factores. A lo largo de la historia vemos ejemplos de dispositivos que, aun siendo útiles, fracasaron por uno u otro motivo. Precisamente ayer coincidí con un ejecutivo de una gran cadena minorista y,alo largo de la conversación, salió el tema de los vestibles, esos dispositivos que se llevan puestos y sobre los que, hipotéticamente, va a pivotarel sector tecnológico en los próximos años. Según me dijo, desde la Navidad apenas se venden; es más, han optado por limitar su exposición comercial al mínimo, "a la propuesta de alguna gran marca a la que hay que cuidar". Sin mencionar nombres, a ambos se nos fue el pensamiento a Corea del Sur.

No es un caso aislado: basta con ojear los artículos más vendidos en la sección de electrónica de Amazon para comprobar que el crack es rotundo. El primer vestible, el SmartWatch 2 de Sony, está en el puesto 91. De la oferta de Samsung, LG o Nike no hay noticia. Esta última, dicho sea de paso, anunció recientemente que desmantela su división FuelBand, la pulsera que controla el ejercicio físico.

De modo que mientras los periodistas debatimos si llamarlos wearables, vestibles o una tercera vía, seguro mejor, los aparatos no terminan de pitar.¿Qué sucede?Podemos convenir que hay cuatro aspectos clave a la hora de lanzar un nuevo producto tecnológico al mercado. O más bien habría tres necesarios y uno contingente, que dirían los paisanos de la Sierra del Segura.

- Eltiming. Es quizá el modificador con más peso en el mercado. La innovación no es un término absoluto, sino relativo a la sociedad y sus hábitos. Así, un buen producto, lanzado a destiempo, pierde todo el sentido. Si llega tarde, por razonesobvias;si se adelanta, porque topa con resistencias a todos los niveles. Queda cercano el ejemplo de Nokia,que lanzó la primeratablethace una décadasin la menor repercusión. O,en la lontananza,la figura delApple Newton, una Palm primigenia - y fracasada- que, no obstante, las superaba en casi todos los aspectos.

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Sin embargo, quizáéste no es elun problema de los vestibles: con los smartphones casi agotados y las tabletas ocupando incluso el espacio del PC, empieza a abrirse un amplio nicho para nuevas tecnologías. ¿Encajarían los wearables en este hueco? Sin duda. ¿Cuál es entonces el problema? La clave, en mi modesta opinión, está en los siguientes puntos.

- La evolución del producto. Escribía en octubre del año pasado, cuando pude trastear a fondo con un smartwatch, que nos encontramos ante una tecnología sin sentido. Sin sentido tal y como se ha planteado. ¿Qué razón hay paracargar cada dos días un dispositivo que, sobre el papel, está más cercano a una americana que a un smartphone? Y para colmo no es más que un complemento del smartphone.

El mercado, siempre sabio, rechaza automáticamente los productos inmaduros. El ejemplo más recurrente es el iPhone, que llegó a las tiendas después de los primeros teléfonos inteligentes y los barrió. El motivo es que su pantalla táctil, la fluidez del sistema y su diseño dejaron atrás a sus competidores. Era, simplemente, un producto mucho más evolucionado. El iPhone llegó el últimoy reescribió las reglas del juego.

- Utilidad. Ya saben quelas necesidades se cubren o se crean. En el caso de la tecnología suele darse el último caso. Y no está claro que las grandes compañías hayan creado la necesidad de un gadget extra en su día a día. ¿Siente usted apremio por leer los correos en el reloj? ¿Le supone una ventaja monitorizar al minuto su actividad física? ¿Querría grabar y retransmitir todo lo que ven sus ojos? No, claro, ni usted ni casi nadie.

- El respaldo de una gran marca. Es el punto contingente de la lista, con menor peso estratégico pero con gran influencia en el consumidor final. El apoyo de una gran marca es garantía de que cumple unos estándares de calidad, hasta el punto de que muchos solo se fían de ciertos prescriptores.Yesto nos lleva a una conclusión: solo Apple y Google tienen mando en plaza para revertir la situación de los vestibles.

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Google es, en primera instancia, la que tiene la sartén por el mango. Sus Google Glass se han convertido en el wearable por excelencia y vienen precedidas de una enorme expectación. Según han ido adelantando desde Mountain View, servirán para interactuar en la calle, para transformar en contactos a los viandantes. Más allá de que la idea sea aceptada, se encontrarán con dos grandes escollos: el primero, legal. No está claro que el dispositivo case con las normativas de privacidad que regulan Occidente. A este respecto influirá definitivamente la opinión de la sociedad, que si no quiere ser grabada, nadie podrá obligarla.

El otro de los retos que tiene que superar Google Glass es su precio: nada menos que 1.500 dólares por un gadgetque puede aportar nuevas funcionalidades, pero que, desde luego, no resuelve ningún problema existente. Así, su recorrido vendrá marcado, en gran medida, por el apoyo que reciba de la marca, y todo indica que Google está apostando fuerte por ellas.

El círculo se cierra, una vez más, con Apple. Los rumores en torno al lanzamiento del iWatch se suceden en los dos últimos añospese a que nadie ha confirmado ni desmentido nada desde Cupertino. En los últimos meses han vuelto con fuerza, y no duden de que en este sectorel río solo suena cuando lleva agua. De nuevo la pelota está en su tejado: en los próximos meses tendrán que demostrar si tienen algo suficientemente convincente para reflotar los vestibles o, por contra, abogan por dejar el territorio en barbecho a la espera de novedades.

Sea como fuera, solo Google o Apple pueden revertir el coma en el que se encuentra "la nueva era de la tecnología".

Se toma como un proceso natural, casi automático, pero el encaje de las nuevas tecnologías en la sociedad es un proceso complejo en el que influyen varios factores. A lo largo de la historia vemos ejemplos de dispositivos que, aun siendo útiles, fracasaron por uno u otro motivo. Precisamente ayer coincidí con un ejecutivo de una gran cadena minorista y,alo largo de la conversación, salió el tema de los vestibles, esos dispositivos que se llevan puestos y sobre los que, hipotéticamente, va a pivotarel sector tecnológico en los próximos años. Según me dijo, desde la Navidad apenas se venden; es más, han optado por limitar su exposición comercial al mínimo, "a la propuesta de alguna gran marca a la que hay que cuidar". Sin mencionar nombres, a ambos se nos fue el pensamiento a Corea del Sur.

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