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Casa Real y Twitter, crónica de una muerte anunciada
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Alfredo Pascual

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Casa Real y Twitter, crónica de una muerte anunciada

La monarquía quiere ser moderna. Llega a Twitter en el momento más delicado de imagen, a exponerse en la red social menos regulada. Un desastre en ciernes

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Observen un momento la imagen que ilustra este artículo; pero obsérvenla como Gurb, el extraterrestre que ideó Eduardo Medonza para sacar los colores a la sociedad barcelonesa de principios de los 90. Reparen en los marcos dorados, en el protocolo que estila brazos caídos y manos recogidas o en esos uniformes militares jalonados por las más distinguidas condecoraciones. Convendrán que no es, precisamente, la forma en la que uno se retrataría con su familia.

Si les pido que contrasten todo este boato con la vida de un español cualquiera, probablemente me salgan con expresiones como "anacrónico" o "de otro tiempo". Sin embargo, la situación toma un matiz dantesco cuando se presenta en Twitter, cuya audiencia media tiene, en España, 22,6 años. Más aún, ocho de cada diez usuarios tienen entre 10 y 29 años. Esto es, jóvenes a los que las hazañas de la Transición les quedan ya lejos. 

La decisión de Javier Ayuso, jefe de prensa de la Casa Real, no puede ser más desacertada. ¿La Familia Real en Twitter? Ni su peor enemigo podría haber concebido una idea tan siniestra

Ahora súmenle que la Corona atraviesa la mayor crisis de imagen desde su reinstauración en 1975. No importa que sea por los escándalos financieros de un yernísimo, por las costumbres cinegéticas del monarca o por que el quinto en la línea sucesoria se permita amenazar a sus profesores. Podría seguir citando casos, que no vienen al caso por circunstanciales, porque seguramente se han repetido a lo largo de los años. ¿Qué ha cambiado? La forma en la que nos comunicamos. La información que antes se silenciaba con un telefonazo, ahora es ingobernable; si no lo saca éste, lo sacará aquél, y mejor que sea un medio de comunicación profesional que el blog de un empleado descontento.

La red es una auditora feroz, capaz de dilapidar el prestigio de cualquiera en segundos, y hay que abordarla con prudencia. Como en otros ámbitos, hay canales que se adaptan mejor a unos mensajes que a otros. Cada día nos encontramos con el caso de un individuo popular que, incapaz de calibrar el alcance de sus palabras, se echa por encima un cubo de mierda virtual. 

A este respecto la decisión de Javier Ayuso, jefe de prensa de la Casa Real, no puede ser más desacertada. ¿La Familia Real en Twitter? Ni su peor enemigo podría haber concebido una idea tan siniestra. Twitter está dominado por comunicadores y ocurrentes. Los primeros sirven -servimos- para darle un sentido práctico al canal, mientras que los segundos son los que realmente mueven el cotarro. Las lenguas afiladas son un imán para los followers, y la Casa Real, tan encorsetada y opaca ella, no es más que carnaza.

Sal sobre las heridas

Echen un ojo a la acogida que ha tenido la cuenta en tres días de actividad y juzguen ustedes mismos. Empezamos con una información de vital importancia: el décimo aniversario de la boda de los Príncipes de Asturias y algunas de las reacciones.

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Seguimos con otro dato que todo español debe conocer. Hablamos de la visita de los Príncipes de Asturias a la exposición de El Greco en Toledo.

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Por supuesto, no todo es chufla. Entre bromas y reproches por el gasto de la Corona también hay un hueco para el enfrentamiento entre ciudadanos. Con palabras gruesas y alusiones fuera de lugar, como es menester en la red social del pájaro azul. La foto corresponde a la visita de Don Juan Carlos a los generales de división y vicealmirantes del ejército.

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Ya ven que, en condiciones normales, los tuits de la Casa Real apenas sirven para dejar negro sobre blanco las críticas de la sociedad a su monarquía. No quiero ni imaginarme el día que cometan una torpeza y se instalen entre los trending topic. Ese día, aquellos que se rasgan las vestiduras por las faltas de respeto a la Corona, conocerán un nuevo horizonte de estupefacción. 

Comprendo que Ayuso y el equipo de comunicación de Casa Real busquen ser modernos, adaptarse a los nuevos tiempos y llegar a los más jóvenes, pero éste no es el camino. Exponer una institución con usos decimonónicos a la red social menos regulada es un suicidio corporativo. ¿Quieren una apuesta? Borrarán la cuenta en menos de un año y, lo que es peor, lo harán clamando contra lo perverso que es Twitter. Como siempre.

Observen un momento la imagen que ilustra este artículo; pero obsérvenla como Gurb, el extraterrestre que ideó Eduardo Medonza para sacar los colores a la sociedad barcelonesa de principios de los 90. Reparen en los marcos dorados, en el protocolo que estila brazos caídos y manos recogidas o en esos uniformes militares jalonados por las más distinguidas condecoraciones. Convendrán que no es, precisamente, la forma en la que uno se retrataría con su familia.

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