Es noticia
El caso de la orgía con gansos del Papa en la catedral de Toledo
  1. Tecnología
  2. Loading
Alfredo Pascual

Loading

Por

El caso de la orgía con gansos del Papa en la catedral de Toledo

Disculpen el ejemplo, pero viene al pelo: no todo vale en la información, aunque sea veraz, si con ello se vulneran los derechos de las personas aludidas. Y esto deben saberlo hasta los blogueros

Foto: Interior de la catedral de St. Patrick's, en Nueva York (Wikimedia)
Interior de la catedral de St. Patrick's, en Nueva York (Wikimedia)

"¿Y si, mientras visito la catedral de Toledo, abro una puerta y veo al Papa, o a un obispo, gozando una orgía con gansos? ¿Podría hacerle una foto y publicarla?". Carcajadas. Después de varias semanas de preguntas reviradas, la cuestión zoofílica-eclesial marcó un hito en nuestra clase de Derecho de la Información, impartida por el inefable Luis San Cleto. El ejemplo tiene su miga: se trata de un personaje de interés público en una actitud que, aun personal, socavaría su liderazgo entre los feligreses. Para colmo, la situación tiene lugar en una catedral, que es un espacio público gestionado por una entidad privada.

Después de un largo debate llegamos a la conclusión de que esta información sería demandable por varias vertientes, si bien el escándalo, y los beneficios económicos y de imagen derivados para el periódico, seguramente neutralizarían cualquier ofensiva legal. Algo semejante a la publicación de la lista Falciani, que no deja de ser información privada con claro interés social. ¿Cómo lo solucionamos en El Confidencial? Publicando sólo lo que acontecía a personajes de especial relevancia; para el resto de implicados se optó por preservar el anonimato.

Volviendo al ejemplo del Papa, si de algo me sirvió la carrera fue para explorar los límites legales de nuestra profesión. Para comprender que la libertad de expresión está muy acotada por el Código Penal, y que la clave final es la intención de veracidad. Antes de eso tenía un blog en el que pontificaba sobre personas e instituciones sin despeinarme, por pura maledicencia. Afortunadamente descubrí mi error a tiempo, justo antes de que la eclosión de las redes sociales dispersasen mis insultos por todo el planeta.

Esta situación ha cambiado drásticamente. Hoy cualquiera, y digo cualquiera, tiene la posibilidad de opinar públicamente en internet. Sin límites de edad o formación. Es la democratización de la información, y también de sus excesos. Tomo como ejemplo el caso de ayer: si están en Twitter, habrán notado que en los últimos días el tema de conversación gira en torno al cruce de descalificaciones entre el empresario del porno Torbe y diversos usuarios de la red social. Nada fuera del clásico conflicto de egos, hasta que llegó este titular:

"El rey del porno con menores", ni más ni menos. Una acusación sumamente grave sin respaldo en un texto que se limita a exponer lo acontecido en Twitter. El empresario ha amenazado con la demanda, pese a que parece claro que se trata de una redacción inapropiada, e incluso el medio ha recortado la parte tumoral del titular. No me cabe duda de que es un error. No obstante, Melty Buzz España es una filial de la red de blogs francesa que cuenta con 130.000 usuarios mensuales, y este titular afecta directamente al honor y a la imagen de Torbe, amén de a la actividad empresarial que desempeña. Es un error, sí, pero de los graves, impensable para un profesional; basta revisar su referente, BuzzFeed, para comprender que ellos jamás firmarían algo así.

¿Quién es profesional?

"El derecho de la información se pensó para los profesionales, lo que pasa es que ahora se ha desdibujado ese panorama", explica Borja Adsuara, profesor, abogado y ex director de Red.es, "los usuarios tienen que entender que un titular puede hacer tambalearse a una empresa en bolsa, o incluso llegar a quebrarla, por citar sólo la vertiente económica".

Esta es la clave: si juegas a ser periodista, mejor que aprendas las reglas. Y una de ellas pasa por no acusar de pornografía con menores a alguien si no tienes pruebas o una resolución judicial que te sustente. "En caso de posible demanda, creo que el juez vería que no hay animus injuriandi, en tanto que han rectificado a tiempo, que es la prueba del algodón; los que quieren injuriar no rectifican. La otra clave es la veracidad, que no es un término absoluto, sino una actitud del informador", prosigue Adsuara.

Como bien sabe Spiderman, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Lo que se escribe en la soledad de una habitación puede tener consecuencias catastróficas. Más pronto que tarde las autoridades comenzarán a actuar contra los tuiteros y blogueros que vulneren el Código Penal, porque no hay otro camino. Antes es necesaria una labor de concienciación gubernamental para que todos entiendan que, aún siendo verdad, publicar una foto del Papa congeniando con gansos es ilegal. Y, a partir de ahí, que imaginen las consecuencias de lanzar bulos injuriosos que pueden propagarse sin control.

"¿Y si, mientras visito la catedral de Toledo, abro una puerta y veo al Papa, o a un obispo, gozando una orgía con gansos? ¿Podría hacerle una foto y publicarla?". Carcajadas. Después de varias semanas de preguntas reviradas, la cuestión zoofílica-eclesial marcó un hito en nuestra clase de Derecho de la Información, impartida por el inefable Luis San Cleto. El ejemplo tiene su miga: se trata de un personaje de interés público en una actitud que, aun personal, socavaría su liderazgo entre los feligreses. Para colmo, la situación tiene lugar en una catedral, que es un espacio público gestionado por una entidad privada.