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¿Ciudades listas o ciudades tontas?
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Borja Adsuara

Menos tecnología y más pedagogía

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¿Ciudades listas o ciudades tontas?

Inmersos como estamos en el mantra tecnológico de lo 'smart', cabe preguntarse si habría alguna forma de poder medir la inteligencia de los aparatos

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Inmersos como estamos en el nuevo mantra tecnológico de lo smart, cabe preguntarse si, como ocurre con la inteligencia humana, habría alguna forma de poder medir, de un modo objetivo, la inteligencia de los aparatos (smartphone, smart TV, smartwatch, etc) o de proyectos complejos como las smartcities y elaborar una escala con los distintos niveles de inteligencia.

Sé que puede resultar muy polémico intentar establecer una especie de cociente intelectual en las ciudades y distinguir entre ciudades superdotadas y ciudades que no llegan a un nivel de inteligencia mínimo para ser consideradas smart, pero también es verdad que, si no se mide de alguna forma, el calificativo smart sólo será una etiqueta hueca, voluntarista o propagandista.

Etapas de evolución de la inteligencia.

Por otra parte, ese cociente o indicador no tiene por qué considerarse como una foto fija e inamovible, sino como un estadio de la evolución u hoja de ruta de la ciudad, como ocurre con la inteligencia en el ser humano, tanto en los individuos (desde su nacimiento hasta la madurez) como en la especie (desde el primer homo habilis, hasta el homo sapiens actual).

Ese cociente o indicador no tiene por qué considerarse como una foto fija e inamovible, sino como un estadio de la evolución u hoja de ruta de la ciudad, como ocurre con la inteligencia en el ser humano

Es más, ya que nos empeñamos en atribuir la cualidad humana de la inteligencia a aparatos y ciudades, deberíamos fijarnos en cómo se ha desarrollado aquélla en la evolución de la especie y de los individuos, para así, de un modo análogo, establecer la etapa de madurez en la que nos encontramos, según las distintas funciones que los aparatos o sistemas pueden desempeñar.

Así, podemos distinguir un primer nivel de inteligencia, como en el ser humano, que se ocupa de gestionar automáticamente las funciones fisiológicas básicas (respiración, circulación, digestión, excreción, etc), que reside en el tallo o tronco encefálico, y un nivel de inteligencia superior (verdadera inteligencia), que tiene que ver con la toma de decisiones y radica en el lóbulo frontal del cerebro.

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Evaluación de los tipos de inteligencia.

También estaría bien diferenciar los distintos tipos de inteligencia o las distintas capacidades o manifestaciones de ésta (abstracta, matemática, artística, social, emocional, etc) y, del mismo modo que se hace en la evaluación del rendimiento académico de los estudiantes, determinar las asignaturas o áreas en las que se sobresale, se progresa adecuadamente o aún hay margen de mejora.

Actualmente asistimos a varios proyectos, nacionales e internacionales, tanto de definición de lo que es (y no es) una smartcity o ciudad inteligente, como de normalización o estandarización de los requisitos mínimos que debe cumplir para ser considerada como tal, pero quizá falta avanzar en un sistema de indicadores que permita medir el estadio de evolución en el que se encuentran.

¿Qué notas sacarían nuestras ciudades?

Inmersos como estamos en el nuevo mantra tecnológico de lo smart, cabe preguntarse si, como ocurre con la inteligencia humana, habría alguna forma de poder medir, de un modo objetivo, la inteligencia de los aparatos (smartphone, smart TV, smartwatch, etc) o de proyectos complejos como las smartcities y elaborar una escala con los distintos niveles de inteligencia.

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