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Morir de placer (o la magia del efecto placebo)
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José A. Pérez

No me creas

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Morir de placer (o la magia del efecto placebo)

EL cerebro nos engaña. Nos hace creer que unos medicamentos son efectivos aunque no lo sean, y la calidad química de los fármacos se resiente

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En 1954, los psicólogos James Olds y Peter Milnes realizaron un célebre experimento. Encerraron en una caja a un grupo de ratas con electrodos en la cabeza. Si las ratas accedían a una determinada zona de la caja, éstas recibían una descarga en una región del encéfalo llamada núcleo accumbens.

Uno podría imaginar que, después de que las ratas recibieran una primera descarga, no volvieron a acceder a la zona de castigo. Lo que ocurrió, sin embargo, fue justo lo contrario. Tras la primera descarga, las ratas volvieron a la zona de castigo. Y luego otra vez, y otra, cada vez más deprisa, recibiendo descargas obsesivamente y volviendo siempre a por más.

Confundidos, Olds y Milnes realizaron otro experimento. Esta vez colocaron sus ratas en cajas de Skinner, que es un artilugio que había diseñado el psicólogo Burrhus Frederic Skinner para sus investigaciones conductuales. Las ratas ahora tenían una palanca que les proporcionaba esa descarga y que podían presionar o no. Bien, pues las ratas no solo presionaban la palanca, sino que llegaban a preferir la descarga eléctrica a la comida y al agua. Algunas llegaron a pulsar dos mil veces por hora la palanca durante 24 horas seguidas, provocando su propia muerte.

Uno podría imaginar que, después de que las ratas recibieran una primera descarga, no volvieron a acceder a la zona de castigo. Lo que ocurrió, sin embargo, fue justo lo contrario. Tras la primera descarga, las ratas volvieron a la zona de castigo. Y luego otra vez, y otra, cada vez más deprisa, recibiendo descargas obsesivamente y volviendo siempre a por más

La zona del cerebro que recibía la descarga fue bautizada por Olds y Milnes como “centro del placer”. Estudios posteriores han demostrado que el cerebro es mucho más complejo que todo eso, pero sí parece claro que el núcleo accumbens desempeña un rol fundamental en nuestra percepción del placer, la adicción, la recompensa, el miedo… y el efecto placebo.

El efecto placebo es ese fenómeno psicológico por el cual nuestra salud mejora por sugestión. Es el beso de mamá y las palabras del médico. Todos lo experimentamos cuando nos sometemos a una terapia. ¿Te tomas una aspirina cada vez que te duele la cabeza? ¿Las tomas incluso cuando crees que te está empezando a doler o que está apunto de dolerte? ¿Has pensado alguna vez que parte delefecto analgésico que la aspirina tiene sobre tu organismo puede deberse al placebo? Pues deberías, porque así es. Y no solo la aspirina, claro; incluso en las intervenciones quirúrgicas se produce el efecto placebo.

Este fenómeno es fundamental en los ensayos clínicos que pasan los medicamentos antes de salir a la venta. Para demostrar su efectividad -digamos- química, se toman dos grupos de pacientes. A uno se le suministra el medicamento, mientras que al otro, llamado grupo control, se le da una sustancia placebo. Así es como los investigadores comprueban siel medicamento tiene (o no) una efectividad superior al placebo.

Pastillas grandes y de colores

Se ha demostrado que, en base únicamente al efecto placebo, una pastilla grande supera en efectividad a una pequeña, que una de colores supera a una blanca, y que una inyección supera a cualquier pastilla. También influye el precio de la terapia; cuanto más cara, mejor funciona. Incluso se han documentado casos de síndrome de abstinencia después de una terapia placebo.

Y también existe el efecto contrario, llamado nocebo. Por su culpa, podemos llegar a sentirnos realmente mal si nos convencemos de que hemos tomado, por ejemplo, algo en mal estado.

Son fallos (o cualidades) de nuestro encéfalo, un órgano que apenas comprendemos todavía. En las próximas décadas, los investigadores seguirán asombrándonos con información cada vez más precisa sobre cómo pensamos y sentimos. El efecto placebo es solo uno de los muchos errores de juicio que cometemos cada día y que nos recuerda que, hagas lo que hagas, te pongas como te pongas, tu visión del mundo siempre será personal, parcial e inevitablemente errónea.

En 1954, los psicólogos James Olds y Peter Milnes realizaron un célebre experimento. Encerraron en una caja a un grupo de ratas con electrodos en la cabeza. Si las ratas accedían a una determinada zona de la caja, éstas recibían una descarga en una región del encéfalo llamada núcleo accumbens.

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