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Singapur, o cómo convencer a los niños para que estudien Formación Profesional
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Javier Arroyo

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Singapur, o cómo convencer a los niños para que estudien Formación Profesional

El Singapur, seis de cada diez menores de 30 años tiene formación universitaria, pero faltan técnicos en informática, en electrónica y en telecomunicaciones. Es a las madres a quienes hay que convencer

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Había una vez un país que se dio cuenta de que, en realidad, no necesitaba que tantos de sus niños aspiraran a entrar en las mejores universidades del mundo. Un país que se dio cuenta de que no había que empujar tanto a sus alumnos para que pensaran que la mejor opción fuera conseguir un título universitario, aunque eso supusiera dejar de ser uno de los modelos educativos de excelencia en el mundo.

Ese país es Singapur –seis de cada diez menores de 30 años son universitarios-, donde se han dado cuenta de que para la economía del futuro necesitan también a jóvenes muy especializados en saber hacer cosas. En mecánica, en áreas muy específicas de informática, en electrónica, en redes de telecomunicación, en definitiva, han descubierto que precisan de más titulados en Formación Profesional.

El objetivo son las madres tigres, esas señoras totalmente centradas en animar a sus hijos en seguir las carreras académicas hasta las universidades de Corea del Sur, Reino Unido o de EEUU. Quieren convencerles de que no hace falta. Prueba de ello es la segunda posición mundial en matemáticas en el informe PISA.

El primer ministro es un buen ejemplode lo que ahora, paradójicamente, quiereevitar. Lee Hsien Loong, hijo del padre de Singapur, Lee Kuan Yew, se graduó como primero de su clase de Matemáticas en Cambridge, donde también estudió ciencias computacionales. Aunque volcado en la política desde hace muchos años, conserva la afición por las matemáticas y los códigos. A principio de mayo, según la prensa local,publicó en su muro de Facebook un código para resolver sudokus. Después de Cambridge, vino un master en Harvard en Administración Pública. Pues bien, ahora él quiere que muchas de las madres de Singapur dejen de aspirar a que sus hijos tengan trayectorias similares a las suyas. O a las de dos de sus hijos, que han estudiado en el MIT.

Gana y aprende

El modelo es Alemania, uno de los países donde hay más porcentaje de alumnos con estudios de FP y donde hay más contacto directo entre la empresa privada y esas escuelas. De hecho, también ha sido una aspiración en España, donde, poco a poco, ha ido subiendo la cantidad de alumnos que ven la Formación Profesional como una opción más interesante que la universidad. Es más, ya ha dejado de verse como esa alternativa para los que no eran buenos estudiantes.

Se le empieza a llamar “educación vocacional” porque, en realidad, tiene mucho de eso para chavales que disfrutan con la mecánica o con la electrónica

En Singapur han iniciado campañas de marketing y de difusión para que los chavales vean las salidas que pueden tener desde esa otra formación. La campaña se llama Earn and Learn –una rima en inglés para gana y aprende—porque pueden empezar a tener un sueldo mucho antes que un universitario. Y ya se le empieza a llamar educación vocacionalporque, en realidad, tiene mucho de eso para chavales que disfrutan con la mecánica o con la electrónica. Nos pasamos el día hablando de las nuevas tecnologías y de internet y usamos aparatos que han necesitado montadores y que precisarán a expertos para arreglarlos. Eso también es tecnología.

De todas formas, el país lleva la excelencia académica en el ADNy, por esohace unos meses inauguraban un campus nuevo de diseño industrial en colaboración con el MIT.Seguro que si se proponen ser los mejores en FP y en convencer a esas madres tigre para que sus hijos vayan a esos grados, lo consiguen.

En España, mientras, hay titulaciones sofisticadas en FP. De hecho, cualquiera que se mueva en el mundo de las startups sabe que detrás del desarrollo de muchas no hay títulos de universidad y sí muchas ganas de aprender y de trabajar, aprendidas y fomentadas en FP.

Había una vez un país que se dio cuenta de que, en realidad, no necesitaba que tantos de sus niños aspiraran a entrar en las mejores universidades del mundo. Un país que se dio cuenta de que no había que empujar tanto a sus alumnos para que pensaran que la mejor opción fuera conseguir un título universitario, aunque eso supusiera dejar de ser uno de los modelos educativos de excelencia en el mundo.

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