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Por qué no volveré a pagar por el wifi en un hotel
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José Mendiola

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Por qué no volveré a pagar por el wifi en un hotel

Cara y poco fiable. Así es muchas veces la conexión wifi que ofrecen los hoteles, algo de lo que me ha sido posible prescindir en las vacaciones familiares tirando de una conexión de datos a la altura

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“¿Tenemos todo ya?”, es sin duda el grito desesperado de quien tiene ya las llaves en la mano y se dispone a cerrar la puerta de casa camino del descanso vacacional. La pregunta suena insegura y es que siempre se queda algo en el camino. Pero en esta ocasión y entre el neceser, ropa y cargadores, un servidor incorporó algo adicional: la conexión a internet.

Harto de depender de las caras tarifas de los hoteles, que en muchas ocasiones ofrecen un acceso a internet prácticamente inutilizable a precios de escándalo, decidí que había llegado el momento de llevar conmigo mi propio punto de acceso con el que podría acceder a la red toda la familia. Y no, no estamos hablando de la clásica tarifa desorbitada con un módem inalámbrico, sino del iPad de toda la vida como punto de acceso y un nuevo producto que sin hacer excesivo ruido ha roto el paradigma de las tarifas móviles: la Sinfín del operador Yoigo.

La marca española del operador sueco TeliaSonera presentó hace unas pocas semanas una tarifa móvil que por 29 euros ofrecía 20 GB de acceso a internet en 4G y llamadas ilimitadas. De facto y en términos de uso razonables, una tarifa plana ilimitada para todo el acceso a la red que quisiéramos realizar desde el móvil.

El mismo día en el que fue presentada y siendo consciente de que las raquíticas tarifas de datos que por defecto ofrecen los operadores están lastrando el potencial de uso de móviles y tablets, di de alta una línea a modo de prueba. No había ni trampa ni cartón: uno se da de alta, y si no le convence se da de baja sin penalizaciones. Así que con la SIM ya en el iPad mini y habiendo comprobado que Yoigo permitía el tethering (convertir el dispositivo en un punto de acceso inalámbrico), comencé a utilizar la tableta de forma totalmente autónoma.

4G a velocidad de crucero y en una red muy amplia

Debo reconocer que al principio me invadían las suspicacias: “¿4G ilimitado? Seguro que va fatal y la cobertura es muy pobre”. Pero en mi caso comprobé cómo en mi región la cobertura de la filial del operador sueco es excelente, y no sólo en 3G, sino sobre todo en 4G. En mi propio domicilio pude comprobar el icono en pequeñito con la marca LTE y tras las primeras pruebas de velocidad pude comprobar que ahí no había ni trampa ni cartón: 10, 20 y hasta 30Mbps en bajada eran algo habitual y con una cobertura más que suficiente.

Claro, en esto de la cobertura cada uno tiene su versión de los hechos: si un operador da un pobre servicio en la zona de residencia o trabajo del usuario, da lo mismo que sea el que mejor cubre el país, y cada uno debe escoger el que mejor red le proporciona en su ámbito de movimientos. Esto que parece una perogrullada es un factor muy importante a la hora de elegir nuestro proveedor de acceso a internet y línea móvil, y no siempre se tiene en cuenta.

Yoigo me ofreció una buena cobertura no sólo en mi domicilio, sino también en el grueso de los lugares a los que me desplazaba. Pero más allá de eso, el elemento más interesante de este tipo de tarifas es el psicológico: al comprobar que los 20 GB eran inagotables, comencé a cambiar los hábitos de uso en el dispositivo móvil y hacer cosas hasta la fecha prohibidas, como ver vídeos en Youtube, o descargar actualizaciones de software. Como siempre, al principio con recelo y vigilando en la web el consumo de datos, pero al comprobar que todavía quedaba muchísimo margen, poco a poco comencé a confiar ciegamente en esta manera de utilizar el dispositivo móvil y con él, el acceso a internet.

Volvemos a las vacaciones y llegados al punto de destino, ya casi por costumbre, pregunté en recepción la tarifa de conexión al wifi: 6 euros al día y con una fiabilidad muy dudosa.

Fue en ese momento cuando, ya en la habitación y sin abrir las maletas, abrí el iPad y comprobé cómo el operador contaba con una generosa conexión en 3G que en las pruebas de velocidad no bajaba de los 14 Mbps. Configurados todos los móviles, portátiles y tabletas de la familia, el iPad con la tarifa de Yoigo se convirtió en el acceso a internet ilimitado y a alta velocidad para todos los presentes. Sin más complicaciones y de forma muy segura.

Y surgió la pregunta: si funciona tan bien ¿cómo es posible que no haya migraciones masivas a esta tarifa? Masha Lloyd, directora de comunicación de Yoigo, se mostró disimuladamente prudente ante mis preguntas: “la respuesta ha sido muy buena y el ruido en redes sociales ha sido la bomba”, confesó.

Pero siendo así, y no lo ponemos en tela de juicio ¿no ha habido un vuelco de clientes de otros operadores hacia Yoigo? Lloyd evita dar cifras por el carácter “confidencial” de las mismas, pero reconoce que ha habido un aumento de las portabilidades “por la buena respuesta del mercado”. El operador se limita a responder que ellos únicamente han atendido las necesidades del mercado: “hemos dado a nuestros clientes lo que buscaban: un uso de datos sin tener que preocuparse por el límite”. Y funciona.

“¿Tenemos todo ya?”, es sin duda el grito desesperado de quien tiene ya las llaves en la mano y se dispone a cerrar la puerta de casa camino del descanso vacacional. La pregunta suena insegura y es que siempre se queda algo en el camino. Pero en esta ocasión y entre el neceser, ropa y cargadores, un servidor incorporó algo adicional: la conexión a internet.

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