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¿Han dejado de tener sentido las tarifas Fusión de Movistar?
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José Mendiola

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¿Han dejado de tener sentido las tarifas Fusión de Movistar?

Al usuario le compensa zafarse de las permanencias que lo convierten en rehén de las compañías, y afilar el lápiz ajustando la oferta a lo que realmente más necesite

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¿Ha sido un espejismo? Movistar rompió en su día el mercado con una tarifa rompedora que integraba el grueso de las necesidades de los hogares de los españoles. Había llegado Fusión. Fijo, móvil, acceso a internet en ambos y para quien lo quisiera, televisión. Este combinado resultaba muy atractivo puesto que el cliente podía disfrutar de todos estos servicios a un precio muy competitivo, de tal manera que sumados por separado en otros operadores, compensaba con creces.

Para el usuario era cómodo integrar todo en una factura y para el operador, era la respuesta definitiva para evitar la sangría de clientes que se iban desesperados a los temidos OMV (Operadores Móviles Virtuales). El gigante mostró de pronto gestos amables con el usuario eliminando las controvertidas permanencias y parecía que iniciaba una relación con sus clientes intentando zafarse del sambenito de operador monopolístico. Y fue así, hasta que la firma decidió unilateralmente incrementar las tarifas de Fusión, y eso que se había comprometido a mantenerlas para siempre.

Esta nueva circunstancia sitúa de nuevo a la competencia como una alternativa a considerar, y los ahorros pueden ser notables.

La firma de Alierta se comprometió mediante una nota de prensaque mantendría esos competitivos precios “para siempre”, y este cebo era demasiado irresistible para los usuariosque, confiados, se apuntaron sin dudarlo a la oferta. Móvil, fijo y además tele a precio muy competitivo. La cosa no podía pintar mejor, y de hecho fue así durante bastantes meses.

El operador, eso sí, exigía a las nuevas altas el pago de la instalación o bien rubricar un compromiso de permanencia, algo lógico que los clientes aceptaron sin dudarlo. Sin embargo, el “para siempre” duró poco. En marzo de este mismo año, el operador anunció el mencionado aumento unilateral de la cuota de sus fusiones (5 euros al mes ni más ni menos), argumentando mejoras en la estructura de la red.

Una modificación unilateral de las condiciones que contaba además con el beneplácito de la CNMC, precisamente el organismo que debía estar vigilante ante políticas comerciales abusivas. La ira de los usuarios se hizo patente y FACUA no tardó en reclamar al operador ante lo que consideraba una publicidad engañosa manifiesta.

Las ofertas aisladas vuelven a ser más rentables

Pero en todo este despropósito, la respuesta de Movistar a la reclamación presentada por la organización de consumidores fue, cuando menos, sorprendente: el “para siempre” era simplemente una “acepción etimológica” y en consecuencia, no había engaño. En cualquier caso, la oferta integrada ya no resultaba tan competitiva y depender únicamente de un solo operador sujeto a contratos de permanencia no parecía muy recomendable, habida cuenta de la inseguridad generada ante el impune cambio de condiciones en el contrato. Y lo peor es que su gran rival, Vodafone, también se apuntó a la subida de tarifas y a las oscuras artes de cobrar por cualquier concepto sin explicar claramente qué es lo que se está pagando.

Llegados a este punto, al consumidor le quedaba la duda de saber qué es lo que está pagando y por qué. Un servidor hizo esta misma reflexión tras la subida unilateral de Movistar: ¿merece la pena económicamente un paquete combinado? Los operadores venden packs de datos y voz asumiendo que se van a consumir por completo, y en ese caso una oferta convergente sí resulta atractiva.

40 euros frente a los 65 que pagaba por el paquete integrado de Telefónica. 25 euros al mes de ahorro y además sin compromisos de permanencia

Sin embargo, pronto descubrí que no era necesario tanto y que en un consumo real, un ancho de banda discreto y una oferta móvil de un OMV serían más que suficientes para funcionar de la misma manera que bajo el paraguas de alguno de los gigantes. Quedaba la duda de la televisión, pero la inminente irrupción de Netflix también la despejaba. Y los números salieron rápido cancelando la oferta integrada: en mi caso, escogí ADSL con Pepephone por poco más de 20 euros, móvil con Yoigo por 11 euros, y Netflix cuando llegue, a un precio que rondará los 9 euros.

En definitiva, 40 euros frente a los 65 que pagaba por el paquete integrado de Telefónica. 25 euros al mes de ahorro y además sin compromisos de permanencia. Unos 300 euros de ahorro al año, que no es poco.

Alguno podrá argumentar que con esta configuración de tarifas se deberá asumir el coste de las llamadas y SMS (ilimitados en la oferta de Movistar), pero lo cierto es que este gasto siempre será bastante menor que pagar por adelantado un pack infrautilizado. Una vez más, al usuario le compensa en primer lugar zafarse de las permanencias que lo convierten en rehén de las compañías, y afilar el lápiz ajustando la oferta a lo que realmente más necesite.

¿Ha sido un espejismo? Movistar rompió en su día el mercado con una tarifa rompedora que integraba el grueso de las necesidades de los hogares de los españoles. Había llegado Fusión. Fijo, móvil, acceso a internet en ambos y para quien lo quisiera, televisión. Este combinado resultaba muy atractivo puesto que el cliente podía disfrutar de todos estos servicios a un precio muy competitivo, de tal manera que sumados por separado en otros operadores, compensaba con creces.

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