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La nube de Dropbox se enfrenta a la tormenta del almacenamiento gratuito
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José Mendiola

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La nube de Dropbox se enfrenta a la tormenta del almacenamiento gratuito

La empresa de almacenamiento en la nube revolucionó internet hace siete años, pero hoy no es capaz de obtener ingresos, ante una competencia que ofrece gratis el mismo servicio

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¿Un disco duro en la nube? Valiente tontería ¿Quién va a confiar sus documentos y fotos más preciados a un servidor externo? Dropbox rompió mucho más que los esquemas cuando decidió declarar la guerra al pendrive. En realidad, el balazo tenía mucho más alcance: los ordenadores personales habían tocado techo en lo que a capacidad de disco duro se refiere y la nueva tendencia consistía poco a poco en confiar en la sincronización de la información en la nube. Adiós a la guerra de los gigas, y bienvenidos a la era de la nube.

Con la eclosión de lo smartphones primero y tablets después, quedó claro que el almacenamiento físico era ya cosa del pasado. Dropbox creció exponencialmente en número de usuarios, pero ahora se enfrenta a un doble problema que está llevando a la compañía a un callejón sin salida: por un lado, la dificultad en monetizar su millonaria base de usuarios, por otro, la imparable caída del precio del almacenamiento en la nube, que podría llegar a ser gratis.

El asunto pinta tan mal para Dropbox que algunos, como el CEO de Egnyte, le dan apenas un par de años de vida salvo que haya un golpe de timón

Dropbox cuenta con 400 millones de usuarios registrados que sincronizan más de mill millones de documentos cada día. Y todo esto lo ha logrado una compañía que apenas cuenta con siete años de vida. Caray, con esas cualquiera discute la salud del producto, pero... ¿y el negocio? Hasta la fecha, los inversores han confiado ciegamente en el buen hacer de Drew Houston y Arash Ferdowsi, dos compañeros de clase del prestigioso MIT que alumbraron en su día la criatura.

"¿Beneficios? nuestro interés se centra ahora en invertir en el producto y crecer". Houston esquiva de esta manera una cuestión tan banal y vulgar: el vil metal no puede arruinar una obra maestra compuesta por líneas de código y servidores remotos... ¿o sí? Evernote inició una carrera similar: del "no os preocupéis por el dinero, que ya llegará" a los inversores, a un "qué hay de lo nuestro" definitivo de estos últimos. El grifo no puede estar siempre abierto y por muy innovador que sea el servicio, los inversores exigen un rendimiento.

El abismo del coste cero

El planteamiento inicial de Dropbox fue el correcto: una porción de espacio totalmente gratuita para el usuario, que además podía ser incrementada mediante recomendaciones, y varios planes de pago para los que quisieran más capacidad.

La primera parte funcionó de cine: la compañía creció en número de usuarios registrados a velocidades estratosféricas, pero sus fundadores hicieron oídos sordos a las voces que sugerían una política de monetización más agresiva. Al final, el negocio se asemejaba bastante a un bar que ofrecía tapas gratis con la caña: ¿quién iba a pagar después por un pincho de tortilla? No hay problema. Todavía hay mucho sitio en el bar y además lo vamos a ampliar. Pero el negocio se enfrentó entonces a una inesperada circunstancia: Amazon y Google enseñaron los dientes y avanzaron lo que sin duda será el futuro del almacenamiento en la nube: el coste cero. Es decir, que al usuario no le coste un sólo euro disponer de todo el espacio que desee en la nube.

Dropbox se enfrenta a la dificultad de monetizar su millonaria base de usuarios y a la imparable caída del precio del almacenamiento en la nube

Los dos gigantes (por no mencionar también a Microsoft) juegan con unas bazas con las que Dropbox no puede competir: su modelo de negocio se basa en la rentabilización de los usuarios a través de otros servicios, mientras que el de Dropbox consiste únicamente en vender su espacio en la nube. Un negocio condenado a desaparecer.

Google ya dio el primer aviso ofreciendo el almacenamiento ilimitado y totalmente gratuito de las fotografías de sus clientes, pero es que OneDrive de Microsoft ya ofrece a coste cero un espacio en la nube que supera ampliamente las necesidades de buena parte de los usuarios domésticos.

El asunto pinta tan mal para Dropbox que algunos, como el CEO de Egnyte, le dan ya apenas un par de años de vida, salvo que haya un golpe de timón. Pero... ¿hacia dónde?

En la actualidad, Dropbox retiene a duras penas su base de clientes gracias a los réditos obtenidos por ser los primeros: la integración de esta herramienta con las diferentes aplicaciones (en especial, en dispositivos móviles) la han convertido en casi imprescindible para muchos, siempre y cuando no tengan que pagar por ella.

¿Quién va a correr con los gastos de la fiesta entonces? Parece que el modelo de negocio pasa por convertir el producto en un entorno de trabajo en el que el usuario tenga todo a mano: almacenamiento, comunicaciones y plataforma de sincronización, de forma que, ahí sí, puedan ofrecer al usuario funciones de pago que por fin reporten cuantiosos ingresos a la compañía. Lo que sucede es que ahí también se enfrentan a otro púgil con buena pegada: Slack. La moraleja de todo esto, aunque parezca de perogrullo, la firmó Andrés Rodríguez en GigaOM: "Gratis no es un modelo de negocio".

¿Un disco duro en la nube? Valiente tontería ¿Quién va a confiar sus documentos y fotos más preciados a un servidor externo? Dropbox rompió mucho más que los esquemas cuando decidió declarar la guerra al pendrive. En realidad, el balazo tenía mucho más alcance: los ordenadores personales habían tocado techo en lo que a capacidad de disco duro se refiere y la nueva tendencia consistía poco a poco en confiar en la sincronización de la información en la nube. Adiós a la guerra de los gigas, y bienvenidos a la era de la nube.

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