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'Influencers', los nuevos tronistas
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Javier Sanz

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'Influencers', los nuevos tronistas

La inocencia digital de las redes sociales y de algunos 'bloggers' ha pasado a ser historia. Las marcas han popularizado una nueva figura: la del 'influencer'

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La inocencia digital de las redes sociales y de algunos bloggers ha pasado a ser historia. Las marcas han popularizado una figura que, gracias al número de seguidores o lectores, es utilizada para cobrar importantes sumas de dinero o dietas en especie. Figuras que intentan ser mediáticas y que hablando claro convierten en dinero contante y sonante el sano e inocente espíritu seguidor de sus fans.

Las redes sociales y los blogs personales se han convertido en un escaparate digital donde las empresas buscan notoriedad mientras que los llamados influencers trabajan en busca de campañas publicitarias, regalos o viajes de prensa. Gracias al contador de seguidores, suscriptores en Youtube o visitas en el blog, las tarifas van in crescendo y hay casos verdaderamente espectaculares.

Un ejemplo de ello son los llamados blogs de moda donde los protagonistas no solo reciben las prendas más caras para posar en las fotos, acuden a estrenos de cine acompañados del famoseo típico, van a los viajes de prensa más exclusivos y por supuesto reciben todo tipo de abalorios que lucir. Se dice que algunos solo hacen acto de presencia en los eventos de más prestancia si, les recoge un chófer y reciben una importa suma del vil metal.

En el sector de la tecnología también se ha puesto de moda la figura del 'influencer'. Pero observando la realidad, te das cuenta de que su trabajo brilla por su ausencia

En el sector de la tecnología también se ha puesto de moda esta figura y he tenido la ocasión de compartir viaje con algún influencer de este mundillo. Gente que según las marcas “aportan mucho en el mundo del LifeStyle”. Observando la realidad y poniendo los pies en el suelo, no solo te das cuenta de que su repercusión social dista de lo que puede aportar un famoso de los de verdad, sino que el trabajo también brilla por su ausencia.

Sinceramente, es una figura de la que un servidor huye despavorido a pesar de que me han ofrecido en alguna ocasión realizar una acción utilizando mi cuenta personal y uno de los portales que dirijo.

Retorno de la inversión

El llamado ROI o porcentaje resultante que se calcula en función de la inversión y los beneficios obtenidos no suele salir cuando un influencer realiza una acción de comunicación. Al final, los tuits o artículos publicados tienen un impacto más o menos reducido y por supuesto la conversión es nula.

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¿De verdad comprarías un tablet porque el bloguero de moda presumiera con él en un viaje en Milán? ¿Y dejarías de volar con Iberia porque el tuitero de turno criticara que siempre llega tarde? Lo cierto es que esta figura es una simple moda. Igual que los líderes de opinión acuden a tertulias televisivas para hablar de determinados temas, los gurús digitales ahora se dedican a escribir de todo donde detrás haya inversión.

Las tarifas

"Cinco tuits a cambio de un móvil de 700 euros", "un viaje con regalos a cambio de un reportaje en el blog y un vídeo promocional" "3.000 euros por presentar un producto y tuitear lo maravilloso que es". Así están estructurados los honorarios digitales y parece que lejos de acabar siguen evolucionando. Las agencias de medios que confían en este tipo de acciones señalan que los "tuits y post deben ser naturales para que tengan valor comunicativo y no generen rechazo".

En el mundo de la publicidad digital ya todo el mundo sabe que los anuncios en Facebook funcionan mucho mejor que los de Twitter

"Debemos intentar que el prescriptor lo haga de tal forma que se genere una historia entorno al producto", reconocen. Lo cierto es que el fenómeno de las redes sociales está en completa ebullición pero comienza a haber voces críticas que pueden provocar un cambio de tendencia.

Volviendo a los que se autodenominan influencers conviene aclarar que en el mundo de la publicidad digital ya todo el mundo sabe que los anuncios en Facebook funcionan mucho mejor que los de Twitter. A la vista están la evolución de las acciones de ambas compañías en el Nasdaq. La red de microblogging es ideal para informarse y seguir la actualidad pero vender productos es un imposible por su formato y calado social.

Por el contrario, la red de Marc Zuckerberg conoce más datos de los usuarios, muestra publicidad segmentada y el perfil de uso es diferente, funciona mejor.

¿Se acabará la figura del 'influencer'?

Las empresas que invierten en marketing decidirán. Lo que está claro es que las marcas, los que pagan, los que están al otro lado de esto son carne fácil de las agencias que llevan o gestionan a estas personas, ya que prometen alta y notable repercusión en tiempo récord, algo que se paga a precio de oro en términos de publicidad.

Pero no hay que engañarse, fenómenos mediáticos, lo que se dice fenómenos mediáticos de verdad, hay pocos, funcionan pero cuestan su peso en diamantes. Son gente de otra división. Cristiano Ronaldo, Nadal o gente de similar perfil sí son influencers. Sí mueven a la gente. Sí crean tendencias. De hecho son casi una religión para sus fieles. De ahí que sus patrocinadores no les dejen venderse a cualquier postor en función del evento, no necesitan cambiar viajes por objetos de lujo, se los compran ellos. A cambio “viajan siempre con sus marcas” como iconos mediáticos que asociar a una firma, dejando sus tuits y sus comentarios sociales para lo que nacieron: tener contacto directo con sus seguidores.

La inocencia digital de las redes sociales y de algunos bloggers ha pasado a ser historia. Las marcas han popularizado una figura que, gracias al número de seguidores o lectores, es utilizada para cobrar importantes sumas de dinero o dietas en especie. Figuras que intentan ser mediáticas y que hablando claro convierten en dinero contante y sonante el sano e inocente espíritu seguidor de sus fans.

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