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Por qué no voy a votar en las elecciones del 20-D
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Carlos Sánchez Almeida

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Por qué no voy a votar en las elecciones del 20-D

Los diferentes gobiernos que se han ido sucediendo desde 1995 no han dejado de legislar para controlar la red y blindar el negocio mediático de los grupos de comunicación que les daban soporte

Foto: Protestas el pasado verano en Madrid contra la "Ley Mordaza", aprobada este año por el Gobierno. (Foto: Reuters)
Protestas el pasado verano en Madrid contra la "Ley Mordaza", aprobada este año por el Gobierno. (Foto: Reuters)

En las últimas semanas, diversos medios de comunicación se han hecho eco de las propuestas de los diferentes partidos políticos en lo que se refiere a los derechos y libertades en internet. Los programas, como acostumbra a ocurrir en época electoral, están llenos de propuestas inconcretas y brindis al sol. Si a eso le sumamos la época navideña en la que tienen lugar las elecciones, los compromisos de los distintas organizaciones se parecen bastante a una carta a los Reyes Magos.

Si algún lector quiere profundizar en las promesas de futuro que llenan nuestros buzones de 'spam' político, puede consultar el análisis que publicó este mismo periódico, este otro estudio comparativo, e incluso el que se publicó ayer mismo y que a mí personalmente me hizo estallar en carcajadas, cuando vi que Ciudadanos proponía Juzgados especializados en nuevas tecnologías y Podemos pregonaba la legalización de los memes.

A modo de advertencia, les informo que no votaré en las próximas elecciones. Y les informo para que no me hagan mucho caso y no sigan mi ejemplo: si todavía tienen ilusión en la política, y creen que puede haber representantes honestos, acérquense a las urnas. Yo lo he hecho todas las veces que he podido, buscando las propuestas más disparatadas de casi todo el arco parlamentario –y frecuentemente, extraparlamentario- pero finalmente debo asumir que no sirvo ni para el sufragio activo ni para el sufragio pasivo. En cierta manera, por eso aposté en su día por No Les Votes: porque pregonaba un voto de castigo contra la corrupción del bipartidismo, sin intentar convencer a nadie y sin demonizar la abstención.

Durante 20 años, PP, PSOE y CiU no han hecho otra cosa que legislar contra la red y contra el futuro

No sé por qué ni por quién votar, pero sí sé por qué no hay que votar a los políticos que, bajo unas siglas u otras, han venido ejerciendo el poder en este país en las últimas décadas.

No hay que votar PP, ni PSOE, ni a los restos descompuestos de su bisagra CiU, porque en los últimos 20 años han dejado pasar la oportunidad histórica que para este país representaba internet. Durante 20 años, PP, PSOE y CiU (alias Junts Pel Sí, alias Democràcia i Llibertat, alias Lo Que Convenga), no han hecho otra cosa que legislar contra la red y contra el futuro.

Con independencia del signo político del partido en el poder, los diferentes gobiernos que se han ido sucediendo desde 1995 no han dejado de legislar para controlar la red y blindar el negocio mediático de los grupos de comunicación que les daban soporte. El Código Penal, reformado una y otra vez por PP y PSOE, ha ido aumentando progresivamente las penas contra nuevos delitos informáticos, algunos de los cuales ya son considerados terrorismo.

El PP aprobó en su día la infausta Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico (LSSI), a la que el PSOE se opuso y prometió derogar (Rubalcaba la definió en el Congreso como ‘Ley de censura del ciberespacio’). Llegó Zapatero, y lejos de derogarla la endureció aún más, para acabar reforzándola con la Ley Sinde, lo que criticó el eurodiputado del PP González Pons, que la llamó ‘policía del pensamiento’. Fue llegar de nuevo el PP al poder y aprobar el reglamento de desarrollo de la Ley Sinde, blindándola con nuevas reformas de la Ley de Propiedad Intelectual y criminalizando los enlaces en el Código Penal.

¿Se pueden creer las promesas de los programas electorales de PP y PSOE, cuando no cumplen ni las promesas que hicieron en sede parlamentaria? Tanto si gobierna el PP, como si gobierna el PSOE, todas las leyes aprobadas contra internet seguirán en vigor. Ni se derogará la LSSI, ni la Ley Sinde, ni la Ley Torquemada, ni la criminalización del enlace en el Código Penal, ni las disposiciones de la Ley Mordaza que permiten sancionar a quien apoye la convocatoria de manifestaciones desde internet, a quien falte el respeto a la policía o a quien fotografíe a los antidisturbios. Como no se puede creer al partido de Artur Mas, que llegó al extremo de elaborar dossiers ilícitos contra los ciberactivistas del 15M.

Voten lo que quieran, o no voten, pero recuerden que al día siguiente de las elecciones tendremos que seguir defendiendo la red del acoso del poder

Voten si quieren a otros partidos. Hay de todo: partidos nuevos que ya nacieron viejos, y partidos viejos que pretenden pasar por nuevos. No me creo ninguna de sus promesas, aunque algunas vengan avaladas por personas a las que tengo respeto y aprecio personal y profesional. No me creo sus promesas porque no creo en ninguna organización jerárquica, y mucho menos en las que se pregonan herederas del 15M, un movimiento en el que jamás hubo culto al líder. No me creo sus promesas de regeneración porque las buenas personas que he conocido dentro de algún partido siempre han acabado dejando la política, tras comprobar que sus ideas no podían competir con la disciplina y el apego a la jerarquía.

Voten lo que quieran, o no voten, pero recuerden que al día siguiente de las elecciones, cuando se hayan repartido cargos y prebendas, tendremos que seguir defendiendo la red del acoso del poder. Y recuerden siempre que aunque los partidos quieran controlarla con códigos, hay otros códigos que se escriben a diario en internet.

En las últimas semanas, diversos medios de comunicación se han hecho eco de las propuestas de los diferentes partidos políticos en lo que se refiere a los derechos y libertades en internet. Los programas, como acostumbra a ocurrir en época electoral, están llenos de propuestas inconcretas y brindis al sol. Si a eso le sumamos la época navideña en la que tienen lugar las elecciones, los compromisos de los distintas organizaciones se parecen bastante a una carta a los Reyes Magos.

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