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Entre todos la mataron y ella sola se murió: esta casa es una ruina
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J. L. Bárcenas

El Ojo Clínico de la Inversión Inmobiliaria

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Entre todos la mataron y ella sola se murió: esta casa es una ruina

Está el campo de batalla inmobiliario lleno de cuerpos sin vida, tal y como sucede tras un enfrentamiento largo y duro como el que se lleva

Está el campo de batalla inmobiliario lleno de cuerpos sin vida, tal y como sucede tras un enfrentamiento largo y duro como el que se lleva librando desde hace dos años. Los que van sobreviviendo, lo hacen a costa de vender su alma al diablo como única posibilidad de resistir a la debacle total en la que se encuentra el mercado. Mientras hay vida hay esperanza y a ese razonamiento se aferran.

 

Es curioso escuchar a la gente, incluso a profesionales de las entidades financieras, haciendo, a estas alturas, la siguiente pregunta: ¿Dónde está todo el dinero obtenido anteriormente por los promotores? ¿Qué necesidad tienen, en estos momentos, de pedir ayuda a las entidades financieras, habiendo ganado tanto dinero en los últimos años del boom inmobiliario? Quien hace este tipo de cuestiones denota un desconocimiento total del fenómeno tan extraordinario que ha sido esta súper burbuja inmobiliaria.

Los promotores de este país, por norma general – habrá excepciones como siempre ocurre – fueron grandes fortunas desbocadas hace poco tiempo y son grandes ruinas económicas, empresariales, profesionales y, en algunos casos, personales en la actualidad.

Salvo unos pocos que hayan sabido guardar lo ganado en el momento preciso en que se avecinaba la “tormenta perfecta”, el resto de participantes en el sector se han visto engullidos por el epicentro de este ciclón que ha devorado, de forma salvaje y dramática, cualquier posibilidad de supervivencia de las empresas promotoras si no es recurriendo a ayuda ajena.

No le falta razón a la gente a la hora de culpar a los promotores por haber sido los autores materiales de esta escabechina. Pero, como sucede en todo juicio, sobre todo cuando ya ha pasado un tiempo prudencial como para juzgar más detenidamente un hecho ocurrido, hay que dar la oportunidad de defensa al juzgado y escuchar su testimonio.

No pretendo hacer de abogado del diablo ni exculpar a quien no lo merezca pero sí me gustaría poder aclarar que en este festival han intervenido multitud de actores que han obtenido grandes beneficios del trabajo desarrollado por los promotores y que son tan responsables como ellos del estropicio creado en el mercado inmobiliario. No están todos los que son pero sí son todos los que están.

"         Ayuntamientos. Son los que han proporcionado el arma del delito. Suelo para todos. Liberación indiscriminada de suelos a precios que justificaban, por lo menos parcialmente, las subidas de precios finales de las viviendas. Todo esto suponía 2 fuentes de financiación para los Ayuntamientos: directamente por la venta de los suelos e indirectamente por las tasas, impuestos y gravámenes municipales ligadas a cualquier actuación urbanística. Así ha crecido el número de nóminas a pagar cada mes en los Ayuntamientos. Con pólvora del rey…

"         Bancos y Cajas de ahorro. Son los que han proporcionado la munición con la que cargar el arma del delito. Tampoco les ha ido mal en esos años de desmadre promotor. Beneficios record apoyados en una cada vez mayor presencia en el sector inmobiliario. Eso sí, tan pronto como explotaron en USA las subprime, tocaron retirada y han motivado que el mercado no haya purgado de manera ordenada a todos esos promotores que deberían haber desaparecido víctimas de sus propios errores. Han protegido a malas empresas con malos proyectos empresariales y han dejado morir de inanición a buenas empresas con proyectos solventes en un futuro no muy lejano. Para acabar de rizar el rizo, el Gobierno les ha sacudido, directamente, unos cuantos miles de millones de euros y unos cuantos más indirectamente. Todavía queda el desfile de ayudas estatales para reorganizar el podrido sistema de las Cajas de Ahorro.

"         Compradores particulares. Ellos son parte del cuerpo del delito. Muchos de ellos realizaron malas elecciones económicas. Se encontraron con liquidez ilimitada en un entorno que les empujaba a cogerla y gastarla sin tener la oportunidad de pensar en lo que se avecinaba. Hay un atenuante a esta actitud: no conozco a nadie a quien le hayan obligado a comprar un piso, fuera cual fuere el precio del mismo. En cualquier caso hay que dejar claro que ellos son los grandes damnificados por todo este lío. Aquí habría que hacer mención especial a los “inversores” con una función puramente especuladora que, pervirtiendo el funcionamiento de un mercado tan relevante como éste, aparecieron, como los paracaidistas, en medio del mercado.

"         Promotores. Dependiendo de qué tipo de promotor se trate, pueden ser arma homicida, cuerpo del delito, carroñeros que viven de las miserias ajenas… Aquí habría que hacer parada y fonda pero no hay tiempo. El caso es que tienen subprime en los suelos igual que muchos compradores particulares tienen subprime en sus propias viviendas.

"         Hacienda Pública en general: Estado + Comunidades Autónomas + Ayuntamientos. Herederos o beneficiarios del difunto que no se encargaron de cuidarle en vida. Se han dedicado a ingresar fondos con cargo a todo este festival – IVA, AJD, ITP, plusvalías municipales, tasas y licencias de obras y de primera ocupación, impuesto sociedades, etc…-  mirando para otro lado, sin cumplir con una de sus principales funciones públicas: el controlar y velar por el buen funcionamiento de los mercados (aquí conviene incluir al Banco de España).

Respecto a la posible falta de escrúpulos mostrada por parte de los promotores por vender tan caras determinadas viviendas, hay que hacer una reflexión básica:

"         Quien haya vendido malos productos al precio que el mercado marcaba para los buenos productos, claramente ha cometido estafa meritoria de ser penada de la forma más dura que la Ley lo permita. Está claro que aquí no se han vendido piruletas. Lo que se vende es, en muchos casos, parte fundamental de la vida de quien lo compra. No ha habido control alguno por parte de las Administraciones para poner coto a todas las salvajadas urbanísticas que se han producido a lo largo y ancho del territorio nacional. Los compradores particulares se han visto indefensos ante la gran cantidad de timos que han tenido que sufrir.

"         Quien haya vendido lo que anunciaba que vendía – sin engañar a nadie -  al precio que marcaba el propio mercado, no ha hecho más que formar parte de un mercado libre. Eso sí, no exento de riesgo. Hicieron caja con las unidades vendidas pero todo lo construido y no vendido les lastra como un saco lleno de piedras que les lleva al fondo del mar.

Está el campo de batalla inmobiliario lleno de cuerpos sin vida, tal y como sucede tras un enfrentamiento largo y duro como el que se lleva librando desde hace dos años. Los que van sobreviviendo, lo hacen a costa de vender su alma al diablo como única posibilidad de resistir a la debacle total en la que se encuentra el mercado. Mientras hay vida hay esperanza y a ese razonamiento se aferran.