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Henar Álvarez

Con dos ovarios

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Prohibido recuperarse de una violación

¿Cuántas futuras víctimas serán vigiladas? ¿Cuántas de ellas decidirán no denunciar atendiendo al doloroso proceso a que se está sometiendo a la denunciante?

Foto: Acceso a dependencias judiciales de los cinco sevillanos acusados de haber violado grupalmente a una joven en los Sanfermines. (EFE)
Acceso a dependencias judiciales de los cinco sevillanos acusados de haber violado grupalmente a una joven en los Sanfermines. (EFE)

Imagina que te roban la cartera y que denuncias. Que vas a juicio y el juez considera relevante un informe que acredita que sueles dejar tu mochila abierta en cualquier esquina. Que no vigilas tus pertenencias con la debida atención. Un sistema judicial que encuentra argumentos para admitir documentación sobre la actividad en redes sociales y el tipo de vida que mantenía una víctima de violación después de los hechos es, sencillamente, delirante, misógino e injusto. Los casos de violencia de género son los únicos en los que se acaba poniendo el foco en el comportamiento de ella y no en el de los acusados.

El juicio a los violadores de los Sanfermines está dejando patente las carencias de una Justicia articulada para mantener en perfecto estado de salud la cultura de la violación y la sociedad patriarcal. Tenemos tan integrado que nuestro cuerpo es para uso y disfrute del hombre, que dictamos la gravedad de una violación de manera proporcional al dolor que muestre la afectada y no por los hechos que se denuncian.

Es desolador rascar en la historia y descubrir que seguimos igual que hace 700 años. Ya en el siglo XVI, el derecho foral altomedieval requería que la mujer denunciara en un plazo de tres días, permitiese que matronas examinaran su cuerpo para determinar los daños y arañaran su cara en señal de pesar por lo ocurrido. Puedo entender que la defensa de los acusados intente agarrarse al cliché, pero de ninguna manera puedo aceptar que el juez lo considere relevante. Si esto sienta precedente, ¿cuántas futuras víctimas serán vigiladas? ¿Cuántas de ellas decidirán no denunciar atendiendo al doloroso proceso a que se está sometiendo a la denunciante? No consigo entender cómo un juez puede haber caído en semejante insensatez. Espero de verdad que algún día nos den una razón lógica.

Si hablas, tendrás que pasar vergüenza, porque una mujer decente sería incapaz de superarlo. Si no quedas traumatizada, ellos no serán tan culpables


Somos presas de nuestros estereotipos. Esta sociedad lleva grabado a fuego que la palabra de una mujer no tiene ningún valor —de hecho, en algunos países no podemos testificar por ley—. Especialmente en los casos de violación nuestro testimonio se pone automáticamente en duda. Por alguna razón, a la gente le resulta fácil creer que una mujer disfrutaría siendo penetrada violentamente por cinco energúmenos en un portal. Tanto es así que una grabación de 96 segundos, unos wasaps con vídeos que acreditan que los acusados son reincidentes y el testimonio de la víctima no son suficientes. Por si acaso, debe ser que tenemos pocas pruebas, comprobemos que su actitud es la del modelo clásico de víctima.

Todo el entramado cultural —desde la Biblia a películas de Judd Apatow— se ha encargado de generar la idea de que si hablas, tendrás que pasar por la vergüenza de que todo el mundo se entere de lo que te ha ocurrido y que, en cualquier caso, una mujer decente sería incapaz de superar algo así. La moraleja es que si no quedas traumatizada, ellos no serán tan culpables.

Foto: El furgón que traslada a los cinco acusados accede este miércoles a dependencias judiciales. (EFE)

La artista francesa Virginie Despentes, víctima de violación, abordó esta cuestión en 'Teoría King Kong'. Explica que decidió no denunciar porque conocía de antemano el calvario que la esperaba y que durante el año posterior se dedicó a hacer autostop, viajar o ir a conciertos. A seguir viviendo, básicamente. Revela que esta sociedad solo acepta una actitud posviolación que es la de volver la violencia contra una misma y autolesionarte, engordar 20 kilos o encerrarte en tu casa hasta enloquecer.

Lo que aprendí del relato de Despentes es que este acoso forma parte de la cultura de la violación. El miedo a ser cuestionada, investigada, a ver tu vida en programas de televisión o a leer titulares y tuits reclamando un juicio mediático, frena las denuncias. Silencia los hechos. En el caso de que decidas buscar justicia, deberás señalarte como a una viuda, como a material defectuoso sin posibilidad de ser remendado. Esto ayudaría a que te dieran la razón, pero tu aspecto deteriorado reprendería a otras que quisieran comenzar el proceso: nadie quiere acabar siendo un despojo.

Afortunadamente, nos hemos cansado de que decidan por nosotras hasta la forma en que debemos de llevar el luto de nuestros traumas. Hemos encontrado la grieta por la que empezar a rasgar la cultura de la violación: creemos en la palabra de las mujeres que denuncian. Esperar resoluciones de juicios solo ha llevado a reforzar un sistema que nos quiere calladas o muertas. Pero al menos yo y otras cuantas como yo no nos callaremos ni debajo del agua.

Imagina que te roban la cartera y que denuncias. Que vas a juicio y el juez considera relevante un informe que acredita que sueles dejar tu mochila abierta en cualquier esquina. Que no vigilas tus pertenencias con la debida atención. Un sistema judicial que encuentra argumentos para admitir documentación sobre la actividad en redes sociales y el tipo de vida que mantenía una víctima de violación después de los hechos es, sencillamente, delirante, misógino e injusto. Los casos de violencia de género son los únicos en los que se acaba poniendo el foco en el comportamiento de ella y no en el de los acusados.

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