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Rocío Mayoral

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Odio a mi jefe

Hace días tecleé en Google “me gusta mi trabajo”. Había casi 12 millones de entradas, pero la frase completa que se recogía en prácticamente todas era

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Odio a mi jefe

Hace días tecleé en Google “me gusta mi trabajo”. Había casi 12 millones de entradas, pero la frase completa que se recogía en prácticamente todas era “no me gusta mi trabajo”. Es un dato anecdótico, pero suscita reflexión porque ¿no son los que trabajan un grupo de afortunados? Entonces ¿por qué la insatisfacción? La situación económica y social que vivimos influye en ese malestar. Pero no es la única responsable. A pesar de los esfuerzos de la investigación y de muchas empresas todavía existen factores humanos y organizacionales que pueden mejorar.

Pero ¿comprendemos las consecuencias? Se ha demostrado que la insatisfacción laboral deteriora la calidad y la eficiencia y, lo que es más grave, la satisfacción del cliente y la imagen.

¿Cuáles las causas que la generan? Los estudios señalan la mala relación con el jefe como una de las más comunes. Pero no es la única, hay otras muchas. La mayoría de ellas situadas en el sentimiento de falta de desarrollo intelectual o profesional y en las relaciones humanas.

Y aunque no sea el motivo de la insatisfacción ¿influye el liderazgo en el bienestar de los trabajadores? En realidad, sí. Los líderes son una pieza clave en las organizaciones. Los investigadores del campo de la Psicología del Trabajo, Organizaciones y Recursos Humanos han hecho grandes aportaciones en los últimos años. Hay muchos nombres a tener en cuenta, pero todos coinciden en señalar que el líder posee un papel determinante en la promoción de la salud y el bienestar laboral y organizacional. También se han demostrado importantes correlaciones entre el estilo de liderazgo, el rendimiento de los trabajadores y la satisfacción laboral. Este conocimiento es crucial porque hoy más que nunca necesitamos líderes a la altura.

Buscando a los mejores líderes

“Odio a mi Jefe”. Frases como estas suelen producirse en respuesta a modelos de liderazgo autoritarios que siguen existiendo porque en general producen buenos resultados. Pero ojo, pueden forzar la maquinaria del principal recurso de la empresa: el humano. ¿Conocemos a muchos con exceso de autoridad? Tal vez ese fuese el perfil de los jefes de los internautas. Y es que la investigación es clara. Según Peiró, destacado investigador de nuestro país, los líderes determinan el bienestar o la tensión en una organización.

También se ha demostrado que las acciones directas o indirectas del líder pueden incidir negativamente sobre los trabajadores. Pueden influir en su malestar, estrés, ansiedad, en situaciones de acoso o síndrome de “Burnout”: estrés crónico caracterizado por agotamiento físico y psicológico, actitud fría y desmotivación grave que afecta sobre todo a trabajadores idealistas y comprometidos. La psicología y la empresa han logrado grandes avances en el campo de la prevención y de la intervención, aunque debemos seguir trabajando en ello.

Sin embargo, la autoridad es necesaria, pero unida al respeto admiración y creencia en el buen criterio del jefe. Juntas producen efectos muy positivos sobre los trabajadores. Tengámoslo claro: la autoridad no la da el puesto, la otorga el grupo al que se dirige. ¿Y qué pasa con el carisma? Hoy sabemos que no es imprescindible. Suerte para muchos. Aunque no nos engañemos, ser jefe es difícil. Quizás no todos valemos…

El concepto de líder ha cambiado mucho. Hoy imperan los Modelos Transformacionales, avalados por el grueso de la investigación. Parten del progreso, el aprendizaje, las metas comunes, el compromiso colectivo... como medio para la optimización del rendimiento y la satisfacción laboral. ¿Imposible? No. Muchas empresas han entendido la importancia de la ética y el bienestar laboral en el modelo de gestión de los recursos humanos. General Electric despidió a uno de sus directores generales, a pesar de sus buenos resultados, por no cumplir con los estrictos valores morales de la empresa.

Entonces ¿qué necesita un líder?

1: Influencia (Respeto y admiración del equipo)

2: Motivación (Capacidad para fomentar el ánimo, conocimiento, implicación en el grupo)

3: Estimulación intelectual (creatividad, innovación)

4: Consideración a los miembros del equipo.

Numerosos estudios avalan la eficacia de este modelo. ¿Gozan nuestros líderes de estas cualidades? ¿No? No pasa nada, las competencias profesionales se desarrollan, pero hay que trabajarlas.

Y ¿qué herramientas podemos emplear para optimizar el rendimiento y mejorar la satisfacción en el trabajo? Muchas. Contamos con investigación valiosa y contrastada imposible de recoger en estas líneas. Pero hay coincidencia completa en un punto: una empresa fuerte debe favorecer sobre todo la motivación, y no solo con incentivos. El estímulo intelectual se ha mostrado altamente eficaz en todos los estudios. Además, favorece la implicación en la organización. Apple o Google han tenido grandes logros en ese ámbito creando contextos reales para el desarrollo de ideas. Jobs expuso: ante una buena idea, la  muevo por los pasillos. Recojo opiniones, inicio discusiones y debates. Intento que las ideas fluyan. A veces junto personas  y analizamos diferentes aspectos. Exploramos”…  Sencillo y eficaz. Sin embargo ¿no nos suena?: “Es que he pensado/Ha surgido un problema y he… -¿Eso está en el protocolo?-¿No?-Pues haz lo que tienes que hacer”….

Además es importante cultivar el optimismo. Los estudios establecen que las personas optimistas rinden entre el 65% y el 100 % más. Pero ¿se puede ayudar a ser optimista? Jobs y otros lo consiguieron. Porque para que un trabajo llene es necesario creer que el trabajo depende de uno y que sirve para algo. Y nosotros, ¿conocemos a muchos encantados con su trabajo? Quizás debemos repasar los modelos de Apple y de tantas otras…Y si empezamos por sonreír más en el trabajo, ¿valdría también?

¿Merece la pena trabajar en la formación de líderes? Por supuesto. Un buen líder vale su precio en oro. Así que si diriges una empresa, valora el modelo de organización que deseas, y después elije bien a los líderes.

Hoy más que nunca necesitamos organizaciones fuertes y personas capaces de generar ilusión y expectativas de futuro. Contamos con grandes líderes en la empresa. Aprovechémoslos. Roosevelt llegó al poder durante la peor depresión de Estados Unidos, actuó de forma enérgica contra la grave crisis y consiguió que la gente recuperase la esperanza. Aún en los peores momentos un buen liderazgo puede ser el principio de la salvación.

Hace días tecleé en Google “me gusta mi trabajo”. Había casi 12 millones de entradas, pero la frase completa que se recogía en prácticamente todas era “no me gusta mi trabajo”. Es un dato anecdótico, pero suscita reflexión porque ¿no son los que trabajan un grupo de afortunados? Entonces ¿por qué la insatisfacción? La situación económica y social que vivimos influye en ese malestar. Pero no es la única responsable. A pesar de los esfuerzos de la investigación y de muchas empresas todavía existen factores humanos y organizacionales que pueden mejorar.