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Retazos de vida a 24 fotogramas por segundo
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Ana Fernández Rodríguez

El arte de vivir

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Retazos de vida a 24 fotogramas por segundo

Bendito simulacro (de Montero Saponi y Clemente Galán) es uno de los cortos premiados en la 42ª edición del Festival de Cine de Alcalá de Henares, Alcine, que

Foto: Retazos de vida a 24 fotogramas por segundo
Retazos de vida a 24 fotogramas por segundo

Bendito simulacro (de Montero Saponi y Clemente Galán) es uno de los cortos premiados en la 42ª edición del Festival de Cine de Alcalá de Henares, Alcine, que acaba de finalizar. Es un documental que nos acerca al día a día de Curro, un hombre que dedica su vida a dos pasiones: la talla de imágenes religiosas y la proyección de películas. Ambas actividades le convierten en una especie de ilusionista, capaz de extraer de las mentiras, verdades. Así, con un simple trozo de madera, Curro consigue esculpir una imagen de la Macarena que produce verdadero fervor en sus fieles, y de una pared en blanco hace surgir unas imágenes en movimiento capaces de emocionar a los espectadores. ¡Estupendas “falsas verdades” que alimentan el alma, y producen auténtica fascinación sobre los demás! Y así es el cine, una mentira compartida…

En este primer artículo de 'El arte de vivir', el nuevo blog de 'Alma, Corazón y Vida', hablaremos sobre el arte (en este caso cine), pero también sobre la vida. El cine, como ese “bendito simulacro” de la vida, que puede evadirnos de la rutina, divertirnos, hacernos soñar, alimentar nuestra imaginación, conmovernos, reflejar alguna parte de nosotros o mostrarnos otras vidas a las que no podemos tener acceso…

La fuerza de las imágenes puede ser tal que se nos graba en la memoria para siempre, haciéndonos captar en un instante una idea o un pensamiento complejoDesde las prehistóricas pinturas rupestres hasta la actualidad, el hombre ha necesitado de la representación, de las imágenes y de las historias. “Una imagen vale más que mil palabras” reza el refrán, y en ocasiones la fuerza de las imágenes puede ser tal, que se nos graba en la memoria para siempre, haciéndonos captar en un instante una idea o un pensamiento complejo. Siendo pues el cine una herramienta tan poderosa, en este espacio quiero hablaros de aquellas piezas que además de emocionarnos durante la proyección, puedan, a mi juicio, aportarnos una mayor comprensión del mundo que nos rodea y de nosotros mismos.

En este sentido, el cortometraje es un género que me encanta y os recomiendo. En primer lugar, siendo prácticos, diría que por su formato breve, encaja muy bien con la celeridad y urgencia de la vida actual.  Pero sobre todo, porque esta brevedad y concisión puede multiplicar el impacto generado sobre el espectador. Un corto es como una pincelada, una llamada de atención, una sutil sugerencia que, a veces, en sólo 15 min, puede dejarte pegado al asiento. Hasta hace poco, podía resultar difícil encontrarlos en las salas, a excepción de algún que otro festival, pero ahora gracias a internet, pueden llegar a todos nosotros.

Y esto mismo parece que han pensado los organizadores de Alcine, ya que han permitido que todas las obras a concurso en su certamen nacional se puedan ver también en Filmin por sólo 0,90 euros cada una, y desde casa. Como he tenido la suerte de asistir a la mayoría de sesiones, voy a realizar una selección de los cortometrajes ganadores que más interesantes me han resultado.

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Desde luego, podríamos citar en primer lugar, en género documental, la muy premiada El mundo conmigo (Rodolphe Hamel), donde asistimos a la vida cotidiana de una persona aquejada de una enfermedad mental crónica, que precisamente con ayuda del cine, consigue encontrar una forma de vencer las dificultades de su día a día. Pero además, al observar el cariño y apoyo de sus vecinas del barrio que le conocen desde niño, y del propio realizador del film, que es también su educador social, nos acercamos a estos enfermos con una humanidad tal, que de por sí justificaría todo lo que os he contado hasta ahora sobre el papel que puede jugar el cine en el crecimiento personal, tanto del espectador como, en este caso, de su protagonista.

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Otro corto ganador, mucho más apto para todos los públicos (precisamente ha ganado el premio del público) es Desayuno con diadema (Oscar Bernácer), que en forma de comedia, divertidísima y finalmente tierna, es una historia de relaciones humanas, esta vez de ficción. Estupendo papel el de Rosario Pardo que me encanta en todos sus registros. Aquí, encarnando a una mujer de mediana edad, corriente, que vive una noche loca. Además de divertirme mientras lo veía, me hizo pensar: “Claro, ¿quién hoy en día no se suelta la melena alguna vez?” “Los aburridos”, parece que contestara el eco social. Con esta presión para divertirse y consumir ocio a tutiplén, de ese que se lleva ahora, no siempre bien entendido, muchas veces urgente y de cara al exterior, ¿quién querría bajarse del carro de la diversión y la eterna juventud? Así que algunas personas se arriesgan a probar, a veces en contra de su forma de vida habitual y terminan confusos y extrañados de sí mismos, como la protagonista. Pero también, por otra parte, arriesgarse es interesante, uno cambia su rutina, se renueva, y se puede encontrar en el camino con algo muy atractivo… Entonces, ¿qué hacer?. Para cada persona y cada momento, será una respuesta diferente. Tal vez lo que nos sugería Woody Allen con su estupendo título Whatever Works (en castellano “lo que funcione”): algo así como “si más o menos te funciona, ¿por qué irte?” O su reverso, “si después de intentarlo no te funciona, ¿por qué no irte?” Ahí lo dejo para vuestra reflexión…

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También de relaciones humanas, pero entre padres e hijos, encontramos Eskiper (Pedro Collantes), muy actual, y desde luego, muy cercana. Excelente recreación de la forma en que se tratan los unos a los otros, aunque con una vuelta de tuerca… Los padres, debido al salto generacional ¿no entienden la forma de vida de sus hijos adultos?, ¿o es al revés? ¿Son los hijos quienes no entienden a sus padres? No sé. Como siempre, dependerá del caso, pero es un buen punto de partida para romper una lanza a favor del respeto a la diferencia, con ayuda de la empatía. ¿Qué parece sentir o necesitar el otro? Sea éste padre o hijo…

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Si vuestros hijos son más jóvenes aún y se encuentran en plena adolescencia, tal vez les interesaría ver Lucas (Alex Montoya). Es un corto muy esclarecedor sobre la facilidad con que se puede manipular a un adolescente sabiendo hacerlo, es decir, apelando a esa “madurez”, que tan necesitados están de demostrarnos a todos. Un mensaje que muy probablemente los padres habréis querido comunicar sin éxito infinidad de veces, pero no es un momento evolutivo en que, a veces, os escuchen. No es alarmante en la mayoría de los casos. Su objetivo ahora es independizarse de vuestras opiniones. Preferible para verla ellos solos o con amigos, ya que la cinta por sí sola puede ser suficiente y más efectiva para comunicar un mensaje que veinte “charlas” de papá y mamá. Muy recomendable también para centros educativos.

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Por último, y para cerrar el círculo, destacaría Anacos (Xacio Baño), algo así como “retazos, trozos”, que coincide con el título de este artículo. La vida de una persona es algo efímero y sólo permanecen en nuestra memoria algunos trozos o retazos de vida de los seres queridos que nos han dejado. Así que mi propuesta de reflexión para este corto serían dos preguntas clave y muy personales: la primera, ¿qué nos gustaría que recordaran de nosotros? Y sólo cuando tengamos la respuesta, la segunda: ¿dedicamos suficiente tiempo y energía a desarrollar esas partes de nosotros por las que nos gustaría ser recordados? Quizá las respuestas a estas dos preguntas fundamentales puedan orientarnos ante la confusión reinante… y quizá el cine pueda ayudarnos a responderlas. 

Bendito simulacro (de Montero Saponi y Clemente Galán) es uno de los cortos premiados en la 42ª edición del Festival de Cine de Alcalá de Henares, Alcine, que acaba de finalizar. Es un documental que nos acerca al día a día de Curro, un hombre que dedica su vida a dos pasiones: la talla de imágenes religiosas y la proyección de películas. Ambas actividades le convierten en una especie de ilusionista, capaz de extraer de las mentiras, verdades. Así, con un simple trozo de madera, Curro consigue esculpir una imagen de la Macarena que produce verdadero fervor en sus fieles, y de una pared en blanco hace surgir unas imágenes en movimiento capaces de emocionar a los espectadores. ¡Estupendas “falsas verdades” que alimentan el alma, y producen auténtica fascinación sobre los demás! Y así es el cine, una mentira compartida…