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La magia de la primera vez

Esta noche llegan los Reyes Magos, se trata del día más mágico y más cargado de ilusión de todo el año. Los niños viven la noche

Foto: La magia de la primera vez
La magia de la primera vez

Esta noche llegan los Reyes Magos, se trata del día más mágico y más cargado de ilusión de todo el año. Los niños viven la noche con una especial ilusión, una ilusión primeriza cuyo espíritu nos acompaña en la vida, en nuestra cultura y creencias desde hace dos milenios. Pero desde mucho antes, desde el inicio de la vida humana nos acompaña otro espíritu que engrandece al hombre: el espíritu del Arte. El hombre primitivo que pobló este planeta ya vivió la emoción que provoca la expresión del arte y su contemplación. Cuando emigraba de un lado a otro y miraba a su alrededor le acompañaban las líneas horizontales: la línea constante del horizonte, la línea del perfil de montañas y cordilleras con el cielo, las nubes… Imagino la emoción que pudo provocarle el observar, asociar, contrastar y crear por sí mismo el menhir, aquella estructura vertical sólida levantándose con fuerza desde la tierra hacia el cielo, contrastando con las líneas horizontales de la naturaleza.


No sé el proceso que siguió para crear aquella escultura arquitectónica sólida y firme, pero aquella primera obra artística nos transmitió la fuerza y la esperanza de seguir creyendo en esa parte que tenemos todos los seres humanos para crear, expresar, transmitir de manera casi única, en cada uno de nosotros a través del arte, ya sea con la palabra, con el movimiento, el dibujo, pintura, la fotografía… y más recientemente con el cine.


El arte del cine lo podemos comparar con el arte de vivir: la primera vez que se proyectó la película Llegada de un tren a la estación de La Ciotat para un público comercial en 1895 en París ya provocó la magia. Los espectadores se levantaron de sus sillas ante el terror de ser arrollados por aquella máquina de tren que se dirigía hacia ellos. No nos sorprendamos tanto por esto, pues sigue sucediendo incluso en la vida real. Tal vez recordemos nuestra primera experiencia de habernos sentido llenos de terror por algo que en la realidad no estaba ocurriendo, sólo era una percepción o producto de nuestra imaginación.

Con esta película de los Hermanos Lumière, el cine comenzó su historia a modo de documental, como testigo objetivo de la vida cotidiana. Pero no tardo en llegar la primera vez que el cine contó una historia cuando George Méliès usó todos sus recursos para simular experiencias mágicas. Y nosotros en la vida usamos nuestros recursos –memoria, recuerdos, conocimientos e imaginación- para contarnos y escribir el guión de nuestra historia y poner en marcha una “primera vez” en nuestra vida.

La primera vez que el cine ofrecía algo más que una historia con películas claves como El acorazado Potemkin dónde Eisenstein buscó mezclar imágenes chocantes para provocar una asociación emocional o intelectual en el público. En nuestro caso, ¿vemos pasar la vida por delante o intervenimos y buscamos emociones y estímulos intelectuales para participar en la historia que elegimos vivir?

La primera vez que el cine fue sonoro, como narraba Cantando bajo la lluvia, de 1952. ¿En el día a día que vivimos llegó nuestra primera vez sonora, ese momento en que hicimos que se escuchase nuestra voz?

La primera vez en intentar traducir en imágenes lo que había consignado por escrito. Sí, fue él, Orson Welles con su obra de arte Ciudadano Kane destruyó la centralidad de la perspectiva e incrementó la profundidad de campo de la imagen. Todos los días la vida nos brinda la oportunidad de enfocar el objetivo de nuestra cámara, de nuestra experiencia más allá de “nuestras narices” y cambiar la perspectiva de ver las cosas para contribuir a contar nuestra historia como realmente queremos y romper como hizo Orson Welles la creencia de un centro visual único y crear un espacio con más posibilidades de mirar, de crearperspectivas y relaciones.

La primera vez que se crea el cine animado: Walt Disney. Veinte edificios separados por calles con más de dos mil empleados, con los dibujantes de la época para dibujar miles de dibujos consecutivos para crear el movimiento. Acciones, imaginación, constancia y perseverancia son también herramientas de las que disponemos las personas para crear el movimiento y la animación de nuestra historia.


La primera vez, en los años sesenta, en rodar con cámara en mano. Miradas a cámara: el actor Jean Paul Belmondo se dirigía a la cámara y hablaba al público, podemos recordar à bout de souffle. Dicen que Godard hizo del descuido una virtud y con su estilo arriesgado inició el movimiento de la Nouvelle Vague. Recordemos nuestras primeras aventuras. Nosotros también contamos con conocimientos y emociones para crear aventura. Hay que arriesgarse. El riesgo es en muchas ocasiones el factor clave del éxito. 

La primera vez que se atreve la tijera con el montaje. En el arte de hacer cine hay varios tipos de montaje: paralelo, invertido, alternante, lineal, analítico o sintético. En la vida también podemos disponer del arte de “montar” de diferentes formas nuestra historia y vivencias, con una continuidad lógica o quedarnos estáticos y atascados con algunas secuencias y sucesos.

Y continúa un sin fin de “primera vez” en el arte del cine y en cada uno de nosotros. Las escenas de ilusión que se vivirán hoy, noche de Reyes, noche de ilusión, nos recuerdan la magia que tuvimos, tenemos y tendremos si la despertamos. Que los Reyes nos traigan Vida para hacer Arte y sabiduría para hacer de la Vida un Arte.

Esta noche llegan los Reyes Magos, se trata del día más mágico y más cargado de ilusión de todo el año. Los niños viven la noche con una especial ilusión, una ilusión primeriza cuyo espíritu nos acompaña en la vida, en nuestra cultura y creencias desde hace dos milenios. Pero desde mucho antes, desde el inicio de la vida humana nos acompaña otro espíritu que engrandece al hombre: el espíritu del Arte. El hombre primitivo que pobló este planeta ya vivió la emoción que provoca la expresión del arte y su contemplación. Cuando emigraba de un lado a otro y miraba a su alrededor le acompañaban las líneas horizontales: la línea constante del horizonte, la línea del perfil de montañas y cordilleras con el cielo, las nubes… Imagino la emoción que pudo provocarle el observar, asociar, contrastar y crear por sí mismo el menhir, aquella estructura vertical sólida levantándose con fuerza desde la tierra hacia el cielo, contrastando con las líneas horizontales de la naturaleza.