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Aficionados, pringados y 'quiero ser como él': psicoterapeutas en el cine
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Aficionados, pringados y 'quiero ser como él': psicoterapeutas en el cine

A los 91 años, en junio del año pasado, murió Ray Bradbury, escritor de obras fantásticas que mezclaban misterio, terror y ciencia-ficción. De Fahrenheit 451 (1953),

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Aficionados, pringados y 'quiero ser como él': psicoterapeutas en el cine

A los 91 años, en junio del año pasado, murió Ray Bradbury, escritor de obras fantásticas que mezclaban misterio, terror y ciencia-ficción. De Fahrenheit 451 (1953), se hizo una versión cinematográfica en 1966 dirigida por François Truffaut. O de la recopilación de relatos Crónicas Marcianas (1950) a partir de la cual se produjo una serie de televisión en 1980, protagonizada por Rock Hudson.

Guionista de varias series de televisión, fue el introductor de cada uno de los 65 capítulos que de 1985 a 1992 se emitieron de la serie The Ray Bradbury Theater. En España se emitieron algunos a principios de la década de los 90, en uno de los nuevos canales de televisión que vinieron a hacer compañía a los canales “el normal” y “el UHF” (hoy la 1 y la 2) de TVE.

Cada episodio comenzaba subiendo Bradbury en un ascensor del que salía para entrar en un local en el que se amontaban multitud de objetos, desde fotos de películas hasta armas africanas, pasando por un dinosaurio de plástico (tipo al de Toy Story) con un abultamiento peculiar en la parte superior del cráneo. Ray se sentaba entre ellos delante de su máquina de escribir y les observaba, receptivo que alguno le sugiriera una historia para escribir un relato.

Quizás un artículo pueda considerarse como un relato corto, mediante el cual una autora o un autor pretende contar a lectores y lectoras potenciales (nunca son seguros) una historia de lo que opina sobre un tema, de los significados que atribuye a un asunto.

Muchas profesiones, aparte de los psicólogos, pueden clasificarse como psicoterapeutasPuede que unas veces, el autor o la autora opinen que lo importante es el asunto y quieran expresar su opinión. Quizás otras, valoren que lo importante es que se conozca su opinión y quieran buscar asuntos sobre los cuales opinar. Para este último caso, el método expuesto en The Ray Bradbury Theater va de perlas. Pero también hay veces en que se juntan ambas posibilidades y se quiere expresar la opinión porque se valora al tema como importante y se desea aportar la opinión personal.

Este último ha sido mi caso en este caso. Me tocaba hacer un artículo, o sea, exponer lo que opino, y a la vez he visto la película Efectos secundarios (2013), o sea, que he topado con un tema que creo que tiene relevancia: el de los psicoterapeutas de cine.

¿Qué es un psicoterapeuta?

El Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española (DRAE) define psicoterapeuta como “especialista en psicoterapia” y define psicoterapia como “tratamiento de las enfermedades, especialmente de las nerviosas, por medio de la sugestión o persuasión o por otros procedimientos psíquicos.” En el Diccionario de María Moliner también aparece psicoterapeuta como “especialista en psicoterapia” pero atribuye a psicoterapia la acepción de “tratamiento de los trastornos psíquicos por métodos psicológicos, como el psicoanálisis, la modificación de conducta, la sugestión, la hipnosis, la reeducación, la persuasión, etc., y, sobre todo, el esclarecimiento del estado íntimo del enfermo mediante el diálogo entre él y el especialista”.

Como ocurre en varios casos, las acepciones del María Moliner se aproximan más que las del DRAE a los significados otorgados a un término por profesionales y usuarios. Desde el punto de vista de la Historia de la Psicología, el DRAE deambularía por los conceptos de los años 80, pero de 1880, y el María Moliner, por los de los años 1960. El desfase de ciento treinta y tantos años del DRAE es notablemente mayor que el de cincuenta años de Moliner. Aquí el tamaño de la diferencia sí que importa, de modo que cuanto mayor sea, menos posibilidades tiene de ser elegido como referente actual. Por tanto creo más adecuado adherirme a la acepción de psicoterapia y psicoterapeuta del María Moliner.

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Desde ello, creo que no resulta descabellado considerar como psicoterapeutas, en sentido profesional, eminentemente a psicólogos y psiquiatras, aunque es justo reconocer que en ocasiones, una fisioterapeuta, un trabajador social, un monitor de educación física, una directora de teatro, un guionista, y muchos más, producen un efecto psicoterapéutico. Esto me parece difícilmente negable para cualquiera que trate con personas, sea en despachos de psicólogos o consultas de psiquiatras, en dependencias de los Sistemas Regionales de Salud o de las sociedades médicas.

Gloria Alboy, en su artículo del 2 de febrero pasado en este mismo espacio de El Arte de Vivir, hace una interesante exposición sobre el papel del personaje interpretado por Helen Hunt en Las Sesiones (2012), concluyendo que no es santa, ni puta, ni terapeuta. Lo de no santa es obvio. Lo de no puta parece claro. Lo de que el personaje no es terapeuta, si Cheryl (Helen Hunt) existiera en la “realidad física-extra cinematográfica” y viniese al despacho de psicología, posiblemente conllevaría arduas argumentaciones. Como colectivo profesional no son psicoterapeutas (Masters y Johnson las denominaban “sustitutas sexuales”), pero en ciertos casos, los efectos de su actuación son psicoterapéuticos.

Los psicoterapeutas en el séptimo arte

Los psicoterapeutas en el cine pueden clasificarse en 'aficionados', 'pirados', 'enamorados', 'pringados' y 'de mayor quiero ser como él'¿Son psicoterapeutas quienes producen efectos psicoterapéuticos, o no lo son? Para responder, opino que conviene distinguir entre lo puntual y lo habitual. Puntualmente, en el aquí-y-ahora-de-un-aspecto-específico, puede que una camarera como Carol Connely en Mejor Imposible (1997), o un peculiar amigo de la familia como Gaspar en la obra teatral Diálogo Secreto (Antonio Buero Vallejo, 1984), tengan conductas cuyas consecuencias son psicoterapéuticas. Pero ni el personaje interpretado por Helen Hunt (Carol Connely), ni por Pastor Serrador (Gaspar), se dedican laboralmente a conseguir tales consecuencias, ni se ha adiestrado para ello mediante la formación oficial y extraoficial pertinente. Puede que en su caso esas consecuencias psicoterapéuticas sean efectos secundarios.

El caso es que, desde hace mucho tiempo, el cine lleva presentando psicoterapeutas (p.ej. Dr. Mabuse, dirigida por Fritz Lang en1922), siendo la gran mayoría psiquiatras, algunos psicólogos, otros ambiguos en su adscripción a una u otra profesión, y unos cuantos sin adscripción conocida. En los dos últimos tipos puede ubicarse el personaje de Lancaster Dodd interpretado por Philip Seymour Hoffman en The Master (2012). Además, de vez en cuando, el cine presenta a aficionados con suerte, como Mark Rutland, que interpretado por Sean Connery (Marnie, dirigida por Alfred Hitchcock en 1964) consigue con menos de diez palabras del dudoso test de Kent-Rosanoff, captar los indicios de la raíz del problema de cleptomanía de su mujer Marnie (Tippi Hedren).

Por el número de películas en las que aparecen psicoterapeutas, parece que los cineastas consideran que son atractivos en la pantalla. Incluso una comedia como Un mar de líos (1987), protagonizada por un desmemoriado personaje de Goldie Hawn y un artesanal personaje de Kurt Russell, tiene su psiquiatra parodiado que parece vivir del cuento tocando el piano y diciendo obviedades poniendo expresiones de ocurrente.

Me parece que los personajes de psicoterapeutas mostrados en el cine son de características personales variadas, aunque, quizás, puedan establecerse cinco tipos teniendo en cuenta su actuación: “aficionados”, “pirados”, “enamorados”, “pringados” y “de mayor quiero ser como él”.

  • En la categoría de “aficionados”, como se ha dicho, podemos incluir a Sean Connery en Marnie (1964)
  • “Pirados” es un término utilizado popularmente, que suele basarse en comportamientos inhabituales, que en algunas ocasiones coincide con lo que los psicoterapeutas suelen denominan “psicóticos”, y en bastantes casos se basa en los supuestos derivados de tradiciones y prejuicios. En esa categoría se encuadraría Dr. Mabuse (1922) y El testamento del Dr. Mabuse (1933), ambas de Fritz Lang, y  Vestida para matar (1980) de Brian de Palma.
  • Enamorados” es una categoría que incluiría a Recuerda (1945) del director Alfred Hitchcock, en la que la psicoterapeuta interpretada por Ingrid Bergman se empeña en ayudar a que John Ballantyne (Gregory Peck) recupere la memoria, a través de una interpretación de unos sueños ambientados escenográficamente por Salvador Dalí, y de las rayas rojas de hexaclorofeno del dentífrico Signal. También puede adscribirse a este grupo El príncipe de las mareas (1991) en que la psicoterapeuta interpretada por Barbra Streisand se empeña en descifrar los misterios del personaje de Nick Nolte.
  • “Pringados” es una categoría que incluye tragedia, drama y comedia, pues A cara descubierta (1984) plantea cómo el personaje de Roger Moore se ve inmerso en la persecución del mafioso interpretado por Rod Steiger, por su desconfianza sobre lo que pueda haber comentado su mujer interpretada por Anne Archer.
  • “De mayor quiero ser como él” es una categoría de películas que exponen una figuras de psicoterapeutas eficientes y que sugieren sintonía cognitivo-emocional, aunque sus estilos sean diversos. El Dr. Tyrone Berger, interpretado por Judd Hirsch en Gente Corriente (1980) puede sugerir una cercanía que colabora a la eficacia de la terapia. El Dr. Feld interpretado por Steve Carell, puede proponer una distancia adecuada para que se solucionen los conflictos entre los personajes interpretados por Merryl Streep y Tommy Lee Jones en Si de verdad quieres (2012)

Si a estas clases, les añadimos las variantes de ser eminentemente trágicas, dramáticas o cómicas, pueden aparecer categorías mixtas como pringado-cómico en la que encajaría Una terapia peligrosa (1999) en la que el personaje de Billy Cristal, psicoterapeuta, se siente obligado a tratar al mafioso Paul Vitti (Robert de Niro) para liberarle a este de sus dificultades psíquicas. También tiene cabida Loco de amor (1983) y en donde el personaje de Dudley Moore trata de conquistar al de Elizabeth MacGovern.

Quizás, cuando vayas al cine la próxima vez, trates de encuadrar al personaje en la categoría correspondiente.

A los 91 años, en junio del año pasado, murió Ray Bradbury, escritor de obras fantásticas que mezclaban misterio, terror y ciencia-ficción. De Fahrenheit 451 (1953), se hizo una versión cinematográfica en 1966 dirigida por François Truffaut. O de la recopilación de relatos Crónicas Marcianas (1950) a partir de la cual se produjo una serie de televisión en 1980, protagonizada por Rock Hudson.