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Una noche con deseo = un mañana de realidades

Con las cosas del alma, tal vez todo empiece con esa chispa que enciende la llama y la hace arder con fuerza, o la que mantiene

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Una noche con deseo = un mañana de realidades

Con las cosas del alma, tal vez todo empiece con esa chispa que enciende la llama y la hace arder con fuerza, o la que mantiene encendidas las brasas eternizando su combustión. Los deseos, las pasiones, las emociones o las ilusiones del alma humana brotan como una hoguera provocada, eclosionan como los fuegos de artificio o en silencio, perduran en el tiempo, consumiéndose lentamente como las brasas.

Siempre es tiempo de pasiones, deseos e ilusiones, pero estos días además es tiempo de fuego. La semana próxima, deseos y rituales de fuego se entrelazan para celebrar, como lo hacían nuestros antepasados, desde muy antiguo, el solsticio de verano, en la noche de San Juan. El ritual de la noche del 23 de junio iba ligado a encender una hoguera para dar más fuerza al Sol, ya que a partir de ese día iba haciéndose más débil y los días más cortos. También tenía una función purificadora que aún hoy persiste. El rito consiste en echar al fuego (escrito en un papel) tres hechos, situaciones, emociones… que no deseamos que sucedan y, acto seguido, -cuando es en la costa-, dejar bañar nuestros pies por siete olas y pedir a la magia de la noche tres deseos.

El deseo acompaña al ser humano desde el instante de su nacimiento, va asociado a la necesidad que sentimos y a la demanda de la misma. Es un estímulo interno, fisiológico y cognitivo, innato en el comportamiento humano.

¿Qué deseamos? ¿Cómo saber qué deseamos? ¿Cómo desear?

Cada uno de nosotros sentimos nuestros deseos. El cine nos muestra qué desean los personajes y cómo desear. Los personajes tienen deseo, a veces el mismo, pero su forma de demandarlo, de acercarse a él y de satisfacerlo es distinta. Los pensamientos, emociones, estrategias y acciones para conseguir el objeto deseado van diseñando el perfil del personaje, haciéndolos tan diferentes a unos de otros.

Vemos constantes ejemplos de ello en Deseos Humanos (1954) dirigida por Fritz Lang y basada en la novela de Émile Zola, o en Un tranvía llamado deseo (1951) dirigida por Elia Kazan, basada en la obra de teatro de Tennessee WilliamsDentro del Laberinto (1986) de Jim Henson o en la última versión de El gran Gastby dirigida por Baz Luhrmann y basada en la novela homónima de F. Scott Fitzgerald con Leonardo DiCaprio y Carey Mulligan como protagonistas. Los personajes son más bien objetos de deseo que personas libres que construyen su proyecto de ilusión personal y profesional.

Cuando hablamos de deseo o ilusión, ¿perseguimos lo mismo?

Desde que estudio la ilusión entiendo que el motivo y fin del deseo sería saciar el presente que viene vacío desde el pasado. Y el motivo y fin de la ilusión es construir y llenar el presente hacia el futuro.

Hay un gran vacío cuando el deseo se parece a la nada. A veces, como nos cuenta Zoide, personaje de Érase una vez la ilusión (ES Ediciones), el deseo y la imaginación llenan el vacío. Tanto, que no dejan hueco a la nada. El vacío se llena de esperanza por alcanzar lo deseado, lo imaginado, y si en esa imaginación y deseo entra nuestro proyecto de vida, -tiene un argumento, como decía Julián Marías-, estamos hablando de ilusión.

Tenemos nuestra forma de entender la ilusión, no sólo con la acepción negativa que hace referencia al engaño o alteración de la percepción de los sentidos, sino también la positiva, la que va ligada a esperanza. Podemos ver en el estudio ¿Qué es para ti la ilusión? (Lecina Fernández con la colaboración de FINSOA, 2011) qué opinamos y creemos que es la ilusión según situación o condiciones de vida.

La ilusión es y conlleva una sucesión de actos: 1) Creer en los sueños. 2) Sentirse capaz para diseñarlos y hacer real lo imaginado. 3) Emprender conductas para perseguirlos. 4) Mantener, perseverar en comportamientos para conseguirlos. 5) A pesar de la incertidumbre y de las adversidades, tener esperanza en lograrlos. 6) Y además con ganas y alegría. ¿Nos reconocemos así cuando estamos ilusionados, o a nuestros hijos, pareja, alumno…?¿En qué medida la ficción estructura la realidad? ¿Hasta qué punto debemos tomar las fantasías en serio? ¿Cómo saber qué desear?

La ilusión es proyecto de vida y vivir conlleva anhelar, soñar, desentrañar las sombras, entregarse al misterio del desenlace, todas ellas acciones creativas. En el cine contamos con la obra maestra del director Jean Renoir: La gran ilusión. Cuenta la historia de un grupo de prisioneros franceses en la Primera Guerra Mundial y entre la historia vemos el proyecto de regreso y la ilusión de volver a empezar, poder construir amor y ser libres. Pero no siempre se ha visto así, en Las ilusiones del doctor Faustino de Juan Valera, el personaje se plantea para qué sirven las ilusiones y las ambiciones, piensa mucho qué hacer pero no hace nada, considerando de esta manera que las ilusiones equivalen a error o mentira, o en Cándido o el optimismo donde Voltaire hace una relectura de las posiciones filosóficas de la Ilustración.

¿En qué medida la ficción estructura la realidad? ¿Hasta qué punto debemos tomar las fantasías en serio? ¿Cómo saber qué desear? ¿Necesitamos que se nos enseñe qué desear? ¿Cómo ilusionarnos?

La noche de San Juan invita a poner en marcha estas cuestiones, a encender la chispa de esa hoguera, para según el rito dar más fuerza al Sol, para que se despierten deseos e ilusiones en nosotros, y desde la psicología sería un momento que nos brinda una oportunidad más para abrirnos a descubrir nuestro sol, nuestra luz, nuestro camino y guión de vida desde el presente hacia nuestro futuro. Feliz noche de San Juan.

PD: Entre los ritos de esa noche, está el que propone dejar un recipiente con agua toda la noche bañado por la luz de la luna, lavarse la cara por la mañana con el agua y estaremos guapos todo el año. Si tejemos una ilusión a la luz de la luna. ¿Qué pasa si al levantarnos nos devuelve la mirada? ¿Qué pasa si en lugar de una idea ha pasado a ser una historia, nuestra historia? ¿Si la ponemos en marcha, estaremos más guapos?

Con las cosas del alma, tal vez todo empiece con esa chispa que enciende la llama y la hace arder con fuerza, o la que mantiene encendidas las brasas eternizando su combustión. Los deseos, las pasiones, las emociones o las ilusiones del alma humana brotan como una hoguera provocada, eclosionan como los fuegos de artificio o en silencio, perduran en el tiempo, consumiéndose lentamente como las brasas.