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“Hace tiempo que lo dejé con mi pareja, pero sigue llamándome, a veces nos vemos y...”
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Luis Muiño

El consultorio psicológico del siglo XXI

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“Hace tiempo que lo dejé con mi pareja, pero sigue llamándome, a veces nos vemos y...”

Solo hay dos formas de cortar los lazos emocionales. Una es perder dramáticamente la esperanza de recuperar a nuestra pareja porque ha iniciado otra relación. La otra es el contacto cero

Foto: Foto: iStock.
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Una lectora nos trasmite su preocupación: “Llevo ya unos meses desmotivada y con pocas ganas de hacer cosas que antes me gustaban. He dejado de ir al gimnasio y he abandonado las clases de inglés. Y no me apetece nada salir, que yo antes era juerguista. Tuve una relación de pareja durante años que se acabó hace tres meses pero me causó muchos problemas y me hizo pasarlo muy mal. Pero ya la hemos dejado. Nos vemos de vez en cuando y alguna vez surge algo. Pero yo tengo claro que nunca vamos a tener una relación seria y ya no me duele que él esté días sin hablarme. ¿Qué me está ocurriendo? ¿Estoy viviendo las consecuencias de la ruptura?”

No estás viviendo las consecuencias de la ruptura. En realidad, tu problema es el contrario: estás viviendo las consecuencias de no haber roto aún tu relación. Solo hay dos formas de cortar los lazos emocionales. Una es perder dramáticamente la esperanza de recuperar a nuestra pareja porque ha iniciado otra relación. La otra es que transcurra un largo periodo de contacto cero, en el que no vemos, no escuchamos y, por supuesto, no “intercambiamos fluidos” con nuestro ex.

No tiene sentido desperdiciar años de nuestra vida (es la única que tenemos) por no querer aprender a cortar nuestras relaciones cuando ya han acabado

Mientras no suceda una de las opciones, nuestras hormonas se encargarán de renovar nuestra ilusión, diga lo que diga nuestra razón. Estas sustancias están preparadas para que el amor (o, al menos, la esperanza romántica) duren siempre. Hasta hace poco tiempo, casi todas las relaciones terminaban por el fallecimiento de uno de los miembros de la pareja. Vivíamos, de media, menos de cuarenta años y solíamos tener un solo vínculo estable. Mantener el optimismo sobre ese vínculo era una buena estrategia adaptativa: como nos recuerdan antropólogos como Marvin Harris, el matrimonio “para toda la vida” tenía importantes funciones en la sociedad.

Pero hoy día el escenario ha cambiado. Un ejemplo: en Europa, los últimos estudios calculan que a lo largo de nuestra vida experimentamos, como media, cinco o seis relaciones estables con sus consiguientes rupturas. Sin embargo, nuestra educación sentimental sigue inculcándonos la idea de que romper amarras es trágico. Nuestra sociedad nos sigue enseñando a utilizar metáforas del tipo de “no puedo vivir sin ti”, “es imposible olvidarte” y tonterías por el estilo. La música, el cine y la literatura siguen inundados de victimismo y autocompasión.

Síndrome de abstinencia

Como nos recuerdan investigadores como la doctora Lucy L. Brown, la realidad del duelo amoroso es otra. Tras una ruptura real sobreviene, efectivamente, una tormenta neuroquímica que produce síndrome de abstinencia. Sentimos que la pérdida nos ha arrancado el sentido vital, estamos tristes y desmotivados y pasamos por todas las fases del proceso de duelo: negación, ira, tristeza… Pero en pocas semanas sobrevienen las etapas de aceptación y compromiso: abrazamos el final con serenidad y recuperamos la ilusión de futuro. De hecho, habitualmente entramos en una fase muy creativa. Los cantantes y escritores melodramáticos suelen ocultarnos que han perpetrado sus grandes creaciones sobre el amor trágico en ese momento creativo en el que, por fin, su ex les trae totalmente sin cuidado.

placeholder Corta los lazos. (iStock)
Corta los lazos. (iStock)

Esto es lo que te ocurrirá si dejas efectivamente tu antigua relación. En pocas semanas de contacto cero recuperarás tu fuerza vital. Acabar con la renovación de esperanzas que te produce saber puntualmente de él te permitirá dejar atrás el pasado y recuperar el futuro. La psicóloga Judith Viorst, en su libro 'Necessary Losses: The Loves Illusions Dependencies and Impossible Ex', denomina a estos procesos “pérdidas necesarias”. Esta escritora aboga por aprender a concebir la ruptura como un proceso natural y liberador.

Argumenta que para sentirnos libres en una relación tenemos que ser capaces de planteárnosla como un vínculo que puede terminar cuando no resulta nutritivo. Ella nos recuerda que, a pesar del miedo que nos han inculcado, el sufrimiento por la ruptura no es tan dramático como para paralizarnos más de un par de meses. No tiene sentido desperdiciar años de nuestra vida (que, hay que recordar, es la única que tenemos) por no querer aprender a cortar nuestras relaciones cuando estas se han acabado.

Técnicas de duelo amoroso

No te preocupes por no haber conseguido romper hasta ahora. Aunque las “Técnicas de duelo amoroso” deberían ser materia de infinidad de cursos y talleres, el prestigio social del amor romántico lo ha impedido. Estás rodeada de personas y fenómenos culturales que dotan al desamor de un aura de trascendencia casi mística. La ruptura amorosa, en vez de ser catalogada como lo que es –un estado transitorio de meses de melancolía al que sigue un eufórico sentimiento de liberación– se suele caracterizar como una desgarradora tragedia que crea un trauma permanente. Y por eso sigues creyendo en estrategias como “dar una oportunidad” o “seguir manteniendo la relación en otro nivel”.

El problema es que esas técnicas de evitación del duelo amoroso te están llevando a lo que el psicólogo Martin Seligman denominó “Síndrome de indefensión”. Al dejar que otra persona controle nuestras emociones, decidiendo unilateralmente cuándo nos vemos y qué vínculo mantenemos, perdemos las riendas de nuestro estado de ánimo. Y eso es lo que te está sucediendo: generalizas esa pérdida de control a toda tu vida.

La estrategia contraria, la que proponen psicólogos como Judith Viorst, es afrontar el duelo. Eso supone interiorizar que la renuncia a nuestros amores (y de paso a nuestras dependencias e ilusiones) forma parte de nuestro desarrollo. Necesitamos esas crisis –esos pasos atrás para dar un salto hacia adelante– porque en esos momentos es cuando más abiertos estamos al aprendizaje sobre el mundo, sobre nosotros mismos y sobre los demás.

La música, el cine y la literatura siguen inundados de victimismo y autocompasión

Es importante que recuerdes que el duelo amoroso es un proceso, no un estado. En breve te sentirás mejor, no luches contra las primeras sensaciones. Respeta tus tiempos emocionales y preocúpate solo si te estancas. El incisivo Samuel Johnson afirmó: “Todo intento de eliminar el duelo solo lo irrita aún más. Debes esperar hasta que es digerido y luego la diversión disipará sus restos”. Vive esas sensaciones inevitables como pasajera del tren, no como conductora: deja fluir las fantasías de venganza, la inquietud por la estafa sentimental, la obsesión con todos los planes que la otra persona ha deshecho o la ira contra el mundo. Son curativas, aunque sean irracionales. Provienen de procesos bioquímicos: los desenamorados se parecen, al igual que se asemejan los borrachos y los hambrientos.

placeholder Corazón roto. (iStock)
Corazón roto. (iStock)

Renuévate y sé lúcida

También es importante que seas muy lúcida: utiliza todo lo que puedas la razón y enfréntate a la verdad. En la película 'Closer', Anna, una de las protagonistas, le dice a Larry que quiere dejar la relación que mantienen. Él no se conforma con los motivos que ella le da (“Me he enamorado de Dan”) y la somete a un tercer grado psicológico para conseguir averiguar cuántas veces se han acostado y dónde.

Larry averigua hasta los detalles más morbosos. Y después se marcha sabiendo que ya puede comenzar el duelo… No suele ser así en la vida real porque pocas veces averiguamos la verdad profunda. Para sentirse bien, las personas que no quieren continuar la relación recurren a tópicos. Pero siempre hay informaciones ocultas que podemos averiguar. Intenta ir hasta el fondo: tienes derecho a saber los motivos reales de la ruptura y eso facilitará el proceso de duelo.

Por último: renuévate. Cambia tu 'look', estrésate con un nuevo proyecto (dejar de fumar, hacer deporte, aprender un idioma), modifica pequeños hábitos que pautan tu vida y ríete de la antigua relación. Al final, esas “reformas vitales” iniciadas durante el proceso de duelo serán el recuerdo más importante que tendrás de la relación.

Una lectora nos trasmite su preocupación: “Llevo ya unos meses desmotivada y con pocas ganas de hacer cosas que antes me gustaban. He dejado de ir al gimnasio y he abandonado las clases de inglés. Y no me apetece nada salir, que yo antes era juerguista. Tuve una relación de pareja durante años que se acabó hace tres meses pero me causó muchos problemas y me hizo pasarlo muy mal. Pero ya la hemos dejado. Nos vemos de vez en cuando y alguna vez surge algo. Pero yo tengo claro que nunca vamos a tener una relación seria y ya no me duele que él esté días sin hablarme. ¿Qué me está ocurriendo? ¿Estoy viviendo las consecuencias de la ruptura?”

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