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"Me he ido a vivir a EEUU y siento que no valgo para nada"
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Luis Muiño

El consultorio psicológico del siglo XXI

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"Me he ido a vivir a EEUU y siento que no valgo para nada"

Cuando una persona se muda a otro país necesita adaptarse rápidamente a sus nuevas circunstancias. Pensar que no te va a afectar es el mayor error

Foto: Nunca tires la toalla. (iStock)
Nunca tires la toalla. (iStock)

"Buenas tardes. Me dirijo a usted porque quiero consultar algo que estoy "padeciendo". Me fui a vivir a los EEUU hace 4 años y cuando llegue obviamente no me enteraba de nada: todo me era ajeno y mi primer año lo pasé tratando de adaptarme. Empecé a trabajar en una tienda aunque había estudiado Psicología en España. Me di cuenta que debería estudiar aquí para conseguir algo mejor y empecé a ir a la universidad con muy buenos resultados. Todo el mundo me animó a hacer Enfermería y así lo hice. Con mucho sacrificio y horas de estudio me admitieron al programa y es cuando todo empezó a ir mal: he pasado tres semestres de suplicio, fallando muchísimo, tanto que he decidido dejarlo. Lo peor es que me ha dado como depresión y siento que no valgo para nada, que todo va a ir a peor. No quiero trabajar en una tienda y lloro sin parar porque pienso que soy una estúpida fracasada y que no tengo salida para nada. Ojalá puedas darme algún consejo. Leo bastante el consultorio y me parece que sus consejos son muy acertados. Atentamente".

Hola. Muchas gracias por seguir este espacio. Como sabes, lo que hago es exponer ideas de trabajadores de la salud mental con la esperanza de que alguna de ellas abra un camino para la solución de los problemas que me planteáis. Hoy te voy a contar unos cuantos planteamientos actuales sobre lo que te está pasando, a ver si alguno te ayuda.

Emigrar nos afecta psicológicamente mucho más de lo que creemos. Tomamos la decisión -o nos vemos obligados a ella, como es el caso de muchos jóvenes en la España actual- sin ser muy conscientes del estrés que nos va a suponer. Paula Protsch, psicóloga del Berlin Social Science Center, tiene estudios que desvelan el “lado oscuro” psicológico de esta experiencia. Una de las dificultades que estudia esta investigadora es el cambio de estatus laboral. Como te ha ocurrido a ti, es fácil que durante años tengas que vivir una desvalorización de tu capital simbólico como trabajadora. En muchos países, los emigrantes están destinados a ser sustitutos temporales de trabajadores cualificados o mano de obra barata con muchas dificultades de ascenso. Y eso supone una dura experiencia emocional.

Seres inconscientes

Un concepto que intenta abarcar esta conmoción psicológica que supone adaptarse a una nueva cultura es el de estrés aculturativo. La idea es que la circunstancia en la que llevas envuelta cuatro años reta a tu mente en varios sentidos. A la redefinición laboral que te he mencionado se une la adaptación que estás afrontando a formas diferentes de relacionarse, cambios en ritmos horarios, connotaciones desconocidas de las palabras en otro idioma, distintas formas de acercarse o gesticular (la comunicación no verbal está mucho más pautada por la cultura de lo que creemos), connotaciones de las palabras ajenas a las que has aprendido en tu infancia… Reelaborar todo eso supone tensión cognitiva porque no somos conscientes del influjo de "aquellas pequeñas cosas" hasta que tenemos que sustituirlas.

Si algunas de las ideas de este artículo te sirven para remontar y afrontar la situación, date un tiempo para ver los resultados

En un famoso fragmento de 'Martin Hache', el protagonista desmonta el concepto de patria minimizando su importancia emocional. Pero poco después recuerda cómo le influyeron al principio de su experiencia de emigrante esos cambios supuestamente intrascendentes que activaban nostalgias de su cultura de origen: "¿Sabes qué extrañaba yo de Buenos Aires? Los silbidos. La gente que anda silbando por la calle. Aquí nadie silba por la calle. Tardé en darme cuenta. Notaba algo raro, pero tardé unos cuantos meses en darme cuenta. Casi me vuelvo. Me entraron ganas de volver, pero pasó. Era absurdo. No se puede volver a un lugar porque quieres oír silbar a la gente".

Psicología Transcultural

Por eso muchos autores te van a recordar la importancia de tomar conciencia del estrés al que estás sometida. Leer sobre este tema te va a ayudar: la Psicología Transcultural se ocupa de "cazar" esas diferencias no conscientes de influencia cultural para hacerlas patentes. Autores como el psiquiatra hindú Dinesh Bhugra han investigado a fondo este tema. Él afirma que nos cuesta reconocer el influjo de nuestra comunidad de origen porque nos gusta creer que somos únicos, pero nuestra educación en una u otra sociedad afecta a nuestra forma de sentir, pensar y actuar.

En otro artículo del consultorio hablé, por ejemplo, de las diferencias entre culturas individualistas y colectivistas. Échale un vistazo porque el trasvase de una a otra es, quizás, una de las cuestiones que te está afectando. Otro factor de estrés puede ser el cambio de una sociedad más dionisíaca a otra más apolínea. La antropóloga Ruth Benedict acuñó esos nombres para distinguir a las culturas que tienden a hacer de sus miembros personas más irresponsables, despreocupadas, alegres y hedonistas (dionisíacas) de aquellas que fomentan la responsabilidad, el autocontrol y la competitividad (apolíneas) ¿Puede ser que hayas tenido que adaptarte a un cambio en alguno de estos patrones mentales? Te pregunto esto para que tomes conciencia de que el esfuerzo que estás haciendo es mucho mayor de lo que parece. Muchos de los sentimientos que me trasmites son reacciones normales ante la circunstancia que estás viviendo.

Foto: Está perdido. (iStock) Opinión

Esfuerzo psicológico

El estrés aculturativo supone, según John Berry, psicólogo de la Universidad de Ontario, al menos tres tipos de esfuerzos psicológicos. En primer lugar está la sobrecarga cognitiva que sufre la persona al tener que actuar permanentemente de forma consciente y voluntaria. Para un emigrante, ningún hábito está automatizado, no puede hacer nada "como lo hace siempre" porque está inmerso en una nueva cultura de la que no ha interiorizado las claves. Aunque sea una persona adulta, ejecuta casi todos sus actos como si fuera la primera vez.

Supone una dura experiencia emocional que ser emigrante signifique estar destinado a ser el sustituto temporal de un trabajador cualificado

En segundo lugar, para la persona que llega a una nueva cultura es un esfuerzo entender bien cuáles son los roles que existen en esa cultura, cómo se decide qué papel juega cada persona y que se espera de esa persona por el hecho de tener ese rol social. No es nada fácil interiorizar de adultos normas sociales que, habitualmente, se aprenden en la infancia. Se trata de pautas de comportamiento tremendamente ambiguas, nada regladas y de las que no somos conscientes. Por lo tanto, son difíciles de enseñar. El emigrante tiene que intentar asimilar en poco tiempo qué actitudes son aceptables. Incluso, se supone que tiene que aceptar que es apto para determinados trabajos y no para otros, aunque él se sienta más capacitado para los segundos. En el libro '¿Por qué te vas? Jóvenes españoles en Alemania' encontrarás varias experiencias similares a la tuya y verás que esa redefinición laboral es decisiva en el estado de ánimo con el que se vive la experiencia.

placeholder Porta libro.
Porta libro.

En tercer lugar, los expertos señalan la importancia del afrontamiento del primer sentimiento de impotencia que produce la incapacidad de actuar competentemente en la nueva cultura. La impresión de que la persona no tiene capacidad para enfrentarse al nuevo medio y los sentimientos de incompetencia asociados a este sentimiento son la causa más frecuentemente citada de las dificultades de inserción en una nueva cultura. El grado máximo de esta incontrolabilidad es lo que llamamos síndrome de indefensión, un fenómeno del que hablé en otro artículo y que es muy importante que evites.

El psicólogo Joseba Achotegui denominaba “Síndrome de Ulises” a este desbordamiento de las capacidades de adaptación del individuo. Si algunas de las ideas de este artículo te sirven para remontar y afrontar la situación, date un tiempo para ver los resultados. Pero si no es así, no dudes en pedir ayuda. Nadie puede pedirte que hagas más de lo que puedes: como dice Achotegui, son "malos tiempos aquellos en los que la gente corriente ha de comportarse como héroes para sobrevivir".

"Buenas tardes. Me dirijo a usted porque quiero consultar algo que estoy "padeciendo". Me fui a vivir a los EEUU hace 4 años y cuando llegue obviamente no me enteraba de nada: todo me era ajeno y mi primer año lo pasé tratando de adaptarme. Empecé a trabajar en una tienda aunque había estudiado Psicología en España. Me di cuenta que debería estudiar aquí para conseguir algo mejor y empecé a ir a la universidad con muy buenos resultados. Todo el mundo me animó a hacer Enfermería y así lo hice. Con mucho sacrificio y horas de estudio me admitieron al programa y es cuando todo empezó a ir mal: he pasado tres semestres de suplicio, fallando muchísimo, tanto que he decidido dejarlo. Lo peor es que me ha dado como depresión y siento que no valgo para nada, que todo va a ir a peor. No quiero trabajar en una tienda y lloro sin parar porque pienso que soy una estúpida fracasada y que no tengo salida para nada. Ojalá puedas darme algún consejo. Leo bastante el consultorio y me parece que sus consejos son muy acertados. Atentamente".

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