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“Soy millonario y guapo. No sigas adelante con tu denuncia porque no vas a conseguir nada"
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Héctor G. Barnés

Empecemos por los principios

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Héctor G. Barnés

“Soy millonario y guapo. No sigas adelante con tu denuncia porque no vas a conseguir nada"

Si ya de por sí es bastante traumático sufrir abusos sexuales, mucho más debe serlo si se ha producido en las circunstancias que han envuelto el

Foto: “Soy millonario y guapo. No sigas adelante con tu denuncia porque no vas a conseguir nada"
“Soy millonario y guapo. No sigas adelante con tu denuncia porque no vas a conseguir nada"

Si ya de por sí es bastante traumático sufrir abusos sexuales, mucho más debe serlo si se ha producido en las circunstancias que han envuelto el caso que tiene como protagonista al emprendedor británico Gregory Cox, fundador de Quintessential Finance Group. La víctima de la agresión, que ahora mismo se encuentra en proceso de juicio en un tribunal de Australia, alegó ante el jurado el pasado lunes que después de que el empresario de 31 años le forzase a practicar sexo oral, le indico en repetidas ocasiones que no pensase en demandarle, ya que, en sus propias palabras, podía “decírselo a la policía, a quien quieras, pero tengo mucho dinero, así que no vas a ir a ninguna parte”.

Estas declaraciones han causado una gran conmoción en el Reino Unido, ya que además de las implicaciones que tiene una agresión de este tipo, el caso sugiere que existe una sensación de impunidad en el presunto autor del crimen, que de ser ciertas las palabras de la acusada, considera que su gran fortuna puede proporcionarle impunidad judicial. La compañía de Cox, Quintessential Finance Group, se dedica a otorgar préstamos a aquellos solicitantes que tienen niveles de crédito que a priori los impedirían acceder a ese dinero. Su compañía maneja un volumen de negocio de decenas de millones de libras.

Un caso complejo (y polémico)

El encuentro entre Cox y la denunciante tuvo lugar en la playa de Bondi, en Sydney (Australia), durante el mes de enero de 2012. Horas antes, la joven (nacida en las Bermudas y de 21 años) y el acusado se habían conocido en un restaurante de la playa. Ambas versiones coinciden en que se sentaron en mesas adyacentes y así fue como se conocieron, pero la joven manifiesta que en quien realmente estaba interesada era en el acompañante de Cox, no en el propio millonario. Ello no les impidió terminar paseando por la playa y finalmente, terminar manteniendo relaciones sexuales. Forzadas, según la demandante, y totalmente consentidas, según el empresario.

El proceso judicial aún está abiertoCox intentó por todos los medios mantener su nombre en el anonimato gracias a su equipo de abogados, pero finalmente no lo ha conseguido. El abogado alegó en la defensa de Cox que la pareja habían interactuado “de una manera que sugería que ambos mantenían un interés mutuo”. Según esta versión de los hechos, la joven “había perdido los papeles” después de que el acto sexual concluyese. La acusación de la presunta violada afirma que, aunque su memoria parece estar un poco confusa en ocasiones a causa del alcohol ingerido, recuerda lo aterrorizada que se encontraba después de haber sido víctima del abuso y que aunque él la había pedido que parase, ella había golpeado en los muslos mientras no dejaba de llorar sin conseguir hacer detenerse a Cox.

Aunque hay que abordar el caso con cautela, ya que el proceso judicial sigue abierto y el juez ha de emitir su sentencia, este tipo de historias nos llevan a preguntarnos si algunos de los que han accedido a una gran cantidad de dinero no estarán utilizando su gran poder económico para traspasar los límites de la moral; y, más allá de esto, si la justicia y la política no deberían intervenir para evitar que vuelvan a ocurrir episodios semejantes.

Si ya de por sí es bastante traumático sufrir abusos sexuales, mucho más debe serlo si se ha producido en las circunstancias que han envuelto el caso que tiene como protagonista al emprendedor británico Gregory Cox, fundador de Quintessential Finance Group. La víctima de la agresión, que ahora mismo se encuentra en proceso de juicio en un tribunal de Australia, alegó ante el jurado el pasado lunes que después de que el empresario de 31 años le forzase a practicar sexo oral, le indico en repetidas ocasiones que no pensase en demandarle, ya que, en sus propias palabras, podía “decírselo a la policía, a quien quieras, pero tengo mucho dinero, así que no vas a ir a ninguna parte”.