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¿Te acosan con llamadas las empresas? Amanda Roberts les sacó más de 30.000 euros
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Marta Jiménez Serrano

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Marta Jiménez Serrano

¿Te acosan con llamadas las empresas? Amanda Roberts les sacó más de 30.000 euros

Vivimos en la era de la comunicación y, cada vez más, parece que estamos obligados a encontrarnos disponibles en todo momento. Las múltiples vías por las

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¿Te acosan con llamadas las empresas? Amanda Roberts les sacó más de 30.000 euros

Vivimos en la era de la comunicación y, cada vez más, parece que estamos obligados a encontrarnos disponibles en todo momento. Las múltiples vías por las que somos accesibles hoy en día son el aliado perfecto de las compañías telefónicas, las empresas bancarias y las agencias de publicidad. ¿Quién no recibe con demasiada frecuencia una llamada en la que le ofrecen cambiar de compañía, una nueva cuenta corriente con menos interés o unas mechas rubias gratuitas "si se hace usted la manicura con nosotros"? La invasión a la que somos sometidos en este sentido nunca ha sido denunciada hasta ahora, pero el caso de Amanda Roberts ha llevado las cosas demasiado lejos. 

Acosada por su propio banco

Roberts es una británica de 48 años que ha ganado recientemente un pleito al Halifax Bank of Scotland, empresa bancaria a la que ha denunciado por acoso. No deja de ser sorprendente cómo se han desarrollado los acontecimientos.

Amanda olvidó efectuar un único pago de un préstamo que debía al banco y, al recibir la notificación, se dirigió a la sucursal para rectificar el error. No obstante, su cuenta había sido bloqueada por error y esta británica no pudo cumplimentar el pago a tiempo. Lo que en cualquier caso se habría convertido en un complicado y fatigoso trámite burocrático, en el caso de Amanda resultó ser una pesadilla. Roberts recibió 550 llamadas del Halifax Bank of Scotland

Esta clienta recibió 550 llamadas del Halifax Bank of Scotland, y llegó a escuchar el timbre de su teléfono hasta 92 veces en dos semanas. El banco llamaba incesantemente a su móvil y a casa de sus padres, donde Amanda residía, y abarcaba todo el tiempo de la jornada, desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche. Roberts insistía en que prefería solucionar el problema en persona, y afirmaba que continuaría yendo a la sucursal las veces que fueran necesarias para concluir con el papeleo pertinente. “No paraban de llamarme y, cuando preguntaba por un supervisor, me colgaban”, ha afirmado Amanda, que llegó a sufrir grandes crisis nerviosas y un elevado nivel de estrés a causa del acoso bancario.

Llegado un momento las llamadas resultaron tan amenazantes y ofensivas que la acosada tomó una seria determinación, y grabó 61 llamadas en su teléfono móvil. Decidió ponerse en marcha y recibió 5.000 libras de lo que se conoce como legal aid, soporte económico para aquellos que no tienen acceso al sistema judicial. Consultó a abogados y fiscales y finalmente se representó a sí misma en un juicio contra la gran empresa bancaria, presentando como evidencia las llamadas grabadas en su teléfono móvil. Las conversaciones eran, efectivamente, violentas y tajantes, como prueba el siguiente extracto:

Roberts: Una y otra vez continúo pidiéndoles que dejen de llamarme. Recibo llamadas a las 8h10 de la mañana y a las 21h50 de la noche.

Trabajador bancario: Y las seguirá recibiendo.

Roberts: ¿Las seguiré recibiendo? ¿Una y otra vez?

Trabajador bancario: Sí. ¿Quiere que deje de llamarla?

Roberts: Disculpe, ¿cuántas veces se lo he pedido? Dejen de llamarme.

Trabajador bancario: Vale. La llamaremos más tarde.

Roberts: No, no lo harán.

Trabajador bancario: Sí que lo haremos.

Contra todo pronóstico (Roberts se enfrentaba a un equipo de carísimos abogados), el Halifax Bank of Scotland perdió el juicio y, más tarde, las 30.000 libras (34.776 euros) que invirtió en solicitar un tribunal de apelación, que siguió dándole la razón a Amanda Roberts.

La demandante se declara contenta por los resultados del juicio, pero la situación sigue pareciéndole indignante. “No he recibido ninguna disculpa por parte del banco, espero simplemente que a partir de ahora cambien el modo en que trabajan”. A pesar del éxito, Amanda ya no podrá recuperar las cuotas de tres días de audiencia judicial, por no hablar del tiempo y la energía empleados.

El caso de Amanda Roberts es, evidentemente, radical y extremo, pero tal vez debería hacernos reflexionar sobre el uso invasivo y sin cortapisas que hacen a menudo las grandes empresas de los vías de comunicación que ofrece la vida moderna, a menudo en horarios inapropiados y al teléfono móvil personal.

Vivimos en la era de la comunicación y, cada vez más, parece que estamos obligados a encontrarnos disponibles en todo momento. Las múltiples vías por las que somos accesibles hoy en día son el aliado perfecto de las compañías telefónicas, las empresas bancarias y las agencias de publicidad. ¿Quién no recibe con demasiada frecuencia una llamada en la que le ofrecen cambiar de compañía, una nueva cuenta corriente con menos interés o unas mechas rubias gratuitas "si se hace usted la manicura con nosotros"? La invasión a la que somos sometidos en este sentido nunca ha sido denunciada hasta ahora, pero el caso de Amanda Roberts ha llevado las cosas demasiado lejos.