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El día que Henry Peterson jugó el mejor partido de toda su carrera deportiva
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Mario Alonso Puig

Empecemos por los principios

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Mario Alonso Puig

El día que Henry Peterson jugó el mejor partido de toda su carrera deportiva

Hace unos cuantos años, el equipo de rugby de Alabama, en Estados Unidos, tenía un coach o entrenador muy afamado, que se llamaba Beart Bryan. Entre

Hace unos cuantos años, el equipo de rugby de Alabama, en Estados Unidos, tenía un coach o entrenador muy afamado, que se llamaba Beart Bryan. Entre los suplentes habituales de dicho equipo se encontraba Henry Peterson. Henry nunca había demostrado ser especialmente sobresaliente como jugador y por eso desde que había entrado en el equipo, jamás había tenido la oportunidad de jugar en ninguno de los partidos de la Liga Americana.

Un jueves, dos días antes del partido Alabama-Auburn, que era uno de los encuentros más decisivos de la liga, el entrenador Bryan recibió una llamada de Henry en la que le notificaba que su padre había fallecido y que él tenía que marcharse a su casa y que no sabía cuándo regresaría. Sin embargo, al día siguiente, el entrenador recibió una nueva llamada de Henry:

-Coach, he estado pensando en ello y he decidido que en estos momentos yo no puedo abandonar al equipo. Quiero estar allí para el partido del sábado.

El sábado por la mañana, Henry estaba listo para jugar.

-Coach, quiero que me saque hoy a jugar.

-Pero Henry, este es el partido contra el Auburn. Yo no puedo sacarte en este partido tan trascendental, cuando en esta liga todavía no has salido al campo.

Algo hubo en el nivel de determinación y compromiso que existía en la solicitud del jugador, que el coach accedió a que jugara.

El juego que desplegó Henry Peterson aquel día superó cualquier posible expectativa. Su impresionante actuación fue decisiva para batir al Auburn.

Terminado el encuentro, el entrenador Bryan se acercó a Henry y le dijo:

-Henry, no sé si abrazarte o matarte. Llevas sentado en el banquillo todo el año sin protestar. ¿Por qué no he conocido hasta ahora lo que eras capaz de hacer?

Henry se le quedó mirando y le contestó:

-Coach, ¿recuerda haberme visto en alguna ocasión agarrado del brazo de mi padre y caminando por el estadio antes de los partidos?

-Sí, sí lo recuerdo, Henry. Creo que te he visto con él en varias ocasiones.

-Bien, coach. ¿Sabe?, mi padre era ciego. Hoy era la primera vez que él tenía la oportunidad de verme jugar.

Henry Peterson tal vez no tuviera unas cualidades excepcionales como jugador, pero lo suplió ampliamente porque puso corazón y alguien, su entrenador, le dio la oportunidad de que lo hiciera.

Hace unos cuantos años, el equipo de rugby de Alabama, en Estados Unidos, tenía un coach o entrenador muy afamado, que se llamaba Beart Bryan. Entre los suplentes habituales de dicho equipo se encontraba Henry Peterson. Henry nunca había demostrado ser especialmente sobresaliente como jugador y por eso desde que había entrado en el equipo, jamás había tenido la oportunidad de jugar en ninguno de los partidos de la Liga Americana.

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