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La Belleza Encerrada: aprendiendo a valorar las pequeñas cosas
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Mario Alonso Puig

Empecemos por los principios

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Mario Alonso Puig

La Belleza Encerrada: aprendiendo a valorar las pequeñas cosas

Hace pocos días fui al Museo del Prado y vi una exposición maravillosa con el sugestivo título de “La Belleza Encerrada”. En dicha exposición se presentan

Hace pocos días fui al Museo del Prado y vi una exposición maravillosa con el sugestivo título de “La Belleza Encerrada”. En dicha exposición se presentan obras de algunos de los más renombrados artistas que han existido en el panorama universal. Se trata de obras de pequeño formato y de una extraordinaria belleza. Es un homenaje a aquellas obras maestras que podrían pasar desapercibidas para el visitante cuando se las coloca junto a otras obras de mayor formato. Un número de estas joyas ni siquiera estaban expuestas en las galerías del Prado, sino que se hallaban guardadas en las salas de conservación del museo.

Recomiendo vivamente al lector que busque un momento para visitar algo tan hermoso y que está contenido en un espacio tan pequeño. La belleza es así, a veces ni siendo grande ni grandilocuente, se convierte en una inspiración para trascender, para ir más allá de nuestra forma habitual de mirar y en una invitación para dejarse envolver por eso que en el fondo es fuente de paz y de serenidad. El Arte con mayúsculas se convierte así en una puerta a otra dimensión, un camino para situarnos en otra perspectiva desde la que contemplar la realidad.

Valorar lo pequeño tiene además la ventaja de que es valorar aquello que cada uno de nosotros podemos hacer y para lo que es mucho más difícil encontrar una excusa

En un mundo tan vertiginoso como el que vivimos, necesitamos encontrar un tiempo para recuperar nuestro sosiego y poder contemplar las cosas desde una perspectiva más equilibrada. La Ciencia y la Técnica han sido claves para alcanzar un extraordinario bienestar en múltiples campos de nuestra vida. El Arte precisamente porque no tiene la “utilidad” de la Ciencia y de la Técnica, nos ofrece la posibilidad de pararnos a contemplar sin buscar otra cosa que el disfrutar contemplando. Contemplar no es perder el tiempo, sino entrar en relación, encontrarnos con una realidad que muchas veces nos sorprende y nos sobrecoge. Yo personalmente en momentos de dificultad y a pesar de mi escaso conocimiento en arte, he encontrado la calma y la confianza que en esos momentos necesitaba, dejando que algo profundo en mi interior conectara con esa belleza encerrada, con esa historia, con esa emoción que alguien tal vez hace mucho tiempo supo plasmar con extraordinaria maestría en un lienzo o en un trozo de mármol.

Un efecto transformador

No quiero dejar pasar la oportunidad de hablar de La Belleza Encerrada como metáfora de la propia vida porque es hablar de la belleza de lo pequeño, de lo que con frecuencia pasa desapercibido ante el ruido que hacen otras cosas más grandes pero que no son ni más bellas ni más verdaderas. Imaginemos lo que sería una sala donde se exhibieran los pequeños gestos de afecto y de apoyo que unas personas tienen con otras a lo largo del día y que apenas nadie nota. Imaginemos un espacio en el que pudiéramos contemplar los pequeños acos de valor y de determinación que algunas personas tiene en sus momentos de mayor dificultad. Creo que si tal exposición existiera, pasar a visitarla tendría un efecto transformador. Estoy convencido de que entonces y solamente entonces, nos daríamos cuenta de que las cosas están mucho mejor de lo que parece, que hay mucha más bondad de la que suponíamos y que la humanidad sigue haciendo cosas extraordinarias a pesar de los errores que también cometemos.

Tengo también la certeza de que habiendo pasado por esa exposición, nos fijaríamos de otra forma en aquellas cosas que siendo pequeñas no son insignificantes porque con su capacidad de transformarnos por dentro, pueden transformar también el mundo. Valorar lo pequeño tiene además la ventaja de que es valorar aquello que cada uno de nosotros podemos hacer y para lo que es mucho más difícil encontrar una excusa. Todos podemos encontrar mil razones y justificaciones para no ejercitar nuestra sonrisa a lo largo del día. Sin embargo, es mucho más difícil encontrar una justificación para no sonreír a una persona a lo largo del día. Me despido hoy del lector con la propuesta de que busque hoy hacer algo pequeño pero de una manera grande. Cuando Rafael pintó La Sagrada Familia del Cordero en 1507, lo hizo sobre una pequeña tabla de 28 x 21.5 cm. Sin embargo, en este pequeño cuadro, el maestro de Urbino volcó toda su genialidad. Él supo hacer lo pequeño de una manera grande. En ese lienzo, en esa tabla que es nuestra vida por pequeña que nos parezca, ¿cómo estamos dispuestos a pintarla?

Hace pocos días fui al Museo del Prado y vi una exposición maravillosa con el sugestivo título de “La Belleza Encerrada”. En dicha exposición se presentan obras de algunos de los más renombrados artistas que han existido en el panorama universal. Se trata de obras de pequeño formato y de una extraordinaria belleza. Es un homenaje a aquellas obras maestras que podrían pasar desapercibidas para el visitante cuando se las coloca junto a otras obras de mayor formato. Un número de estas joyas ni siquiera estaban expuestas en las galerías del Prado, sino que se hallaban guardadas en las salas de conservación del museo.