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“No se aprende nada nuevo haciendo las cosas bien, se aprende de los errores”
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Miguel Ayuso

Empecemos por los principios

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Miguel Ayuso

“No se aprende nada nuevo haciendo las cosas bien, se aprende de los errores”

En España solemos decir que “es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Y no es una expresión exclusiva de nuestro pueblo. En los

Foto: Richard Gerver.
Richard Gerver.

En España solemos decir que “es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Y no es una expresión exclusiva de nuestro pueblo. En los países anglosajones, que parecen más propensos a la innovación, existe un proverbio similar: better the devil you know than the devil you don´t. La aversión al cambio es universal y ha sido siempre uno de los principales escollos del progreso, pero en un mundo que cambia a velocidad de vértigo quien no sabe adaptarse acaba en la cuneta.

Esta es la principal premisa de El cambio (Conecta), el nuevo libro de Richard Gerver (Londres, 1969), profesor, asesor educativo y director de la Grange School de Derbyshire, Reino Unido, un colegio que pasó de ser una institución mediocre a ser una de las escuelas más creativas, innovadoras y respetadas del mundo.

El artífice de este cambio ha visitado España para impartir una conferencia en la feria SIMO Educación, que se celebró la semana pasada en Madrid. Aunque Gerver ha reconocido a El Confidencial no conocer los entresijos de la nueva ley de educación, sus consejos no podían ser más oportunos. Gerver es muy claro: si queremos cambiar la educación, más nos vale dejar a los políticos de lado.

Profesores, empresarios y padres tienen que tener la confianza de que pueden cambiar el sistema educativo

En opinión del profesor, tenemos que darnos cuenta de que el sistema educativo actual ha caducado, y urge una transformación sistémica, que los políticos nunca van a llevar a cabo. “En primer lugar, el instinto del político es controlar, no delegar”, asegura Gerver. “En segundo lugar, los políticos trabajan en ciclos de no más de cuatro años, debido al proceso democrático, y necesitan resultados rápidos para probar que sus políticas funcionan. Por supuesto, transformar la educación requiere mucho más tiempo”.

Por eso Gerver insiste en que el cambio debe surgir de la sociedad civil: “Necesitamos encontrar el coraje y el poder para que la sociedad cambie la educación y pruebe que es importante encontrar un nuevo modelo sin necesidad de contar con los políticos. De otra forma continuarán creando políticas que sólo preparan a nuestros hijos para vivir en un mundo que ya no existe”. En su opinión, “hay escuelas en todo el mundo que ya están llevando a cabo políticas innovadoras, sin necesidad de esperar a que el Gobierno les de permiso, y lo están haciendo extremadamente bien. Profesores, empresarios y padres tienen que tener la confianza de que pueden cambiar el sistema”.

Una oda al riesgo

Está claro que algo falla en nuestro sistema educativo, pero las opciones sobre por qué está fallando son divergentes. Una idea muy extendida es que en nuestras escuelas se ha perdido la disciplina y la cultura del esfuerzo, lo que ha provocado que los niños de hoy en día sean más vagos y, por lo tanto, tengan menos conocimientos que sus padres. Para Gerver está visión no puede estar más equivocada, pues hay algo de lo que tenemos que darnos cuenta cuanto antes: nuestros hijos han crecido en un mundo que no tiene nada que ver con el des sus padres.

“Los niños de hoy, desde luego, no son menos avispados que los del pasado”, asegura el profesor. “Son, de hecho, personas más complejas que viven en un mundo que es radicalmente distinto a aquel en el que crecimos nosotros. No teníamos Internet, ni redes sociales, ni teléfonos móviles… Lo cierto es que los niños de hoy en día están mucho más acostumbrados a manejar información, y están adaptados para conseguir lo que buscan de forma inmediata”.

Nuestro desafío en lo que respecta a la educación, asegura Gerver, es entender que nuestros hijos son distintos a nosotros y, por ello debemos construir un sistema educativo que sea “relevante, excitante y dinámico”. Si lo logramos, asegura, nuestros hijos aprenderán mucho más de lo que nosotros aprendimos.

La escuela debe ser como Disneylandia

¿Cuál sería la escuela perfecta? ¿El colegio en el que los niños aprendieran a desenvolverse en el mundo del futuro? Para Gerver la inspiración no debemos buscarla en los libros de pedagogía ni psicología, sino en los parques de atracciones: “Si les decimos a nuestros hijos que van a ir a Disneylandia da igual como se encuentren, van a estar deseando ir. Una vez allí, tienen que hacer horas y horas de cola para montarse en una atracción durante dos minutos, pero los únicos que se quejan de las colas en Disneylandia son los adultos. Los niños, después de montarse en la atracción, lo único que quieren es volver a hacer la cola”.

En los colegios que se basan en la vigilancia y la disciplina los niños nunca van a aprender

A Gerver no le cabe la menor duda: nuestras escuelas tienen que ser como Disneylandia: “Tenemos que crear escuelas que sean tan excitantes y dinámicas que los estudiantes quieran estar allí sin importar el esfuerzo que tengan que hacer. Si las escuelas ofrecen oportunidades, magia, descubrimientos, y cosas nuevas cada día, los niños estarán deseando ir, y harán las cosas difíciles porque saben que después habrá algo mágico. Las escuelas que se parecen más a una mazmorra y se basan en la vigilancia, la disciplina y explicarles cosas a las estudiantes sin que ellos hagan nada, no son ambientes donde los niños vayan a aprender”.

Para Gerver hay un concepto básico que debemos entender para mejorar nuestro sistema educativo, y es que no hay que tener miedo a cambiar, a tomar riesgos, aunque no sepamos si vamos a tener éxito. “Si algo he aprendido durante todo el tiempo que llevo dedicándome a la educación es que no aprendes nada nuevo haciendo las cosas bien, aprendes algo nuevo cuando cometes un error o te das cuenta que no sabes algo o no sabes cómo hacerlo”, asegura el profesor. “Debemos dejar de enseñar a los niños que tienen que hacer siempre las cosas bien, porque entonces dejan de tomar riesgos y dejan de intentar cosas porque saben que no les van a salir bien a la primera”.

En España solemos decir que “es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Y no es una expresión exclusiva de nuestro pueblo. En los países anglosajones, que parecen más propensos a la innovación, existe un proverbio similar: better the devil you know than the devil you don´t. La aversión al cambio es universal y ha sido siempre uno de los principales escollos del progreso, pero en un mundo que cambia a velocidad de vértigo quien no sabe adaptarse acaba en la cuneta.

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