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Gary Lineker enseña a los padres cómo deben comportarse en el fútbol
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Héctor G. Barnés

Empecemos por los principios

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Héctor G. Barnés

Gary Lineker enseña a los padres cómo deben comportarse en el fútbol

El deporte debería ser una actividad lúdica que enseñase a los más jóvenes no únicamente los rudimentos técnico, sino también valores morales

Foto: El delantero Gary Lineker celebra un gol marcado con la Selección Inglesa. (Reuters)
El delantero Gary Lineker celebra un gol marcado con la Selección Inglesa. (Reuters)

El deporte debería ser una actividad lúdica que enseñase a los más jóvenes no únicamente los rudimentos técnicos y tácticos necesarios para vencer al adversario o alcanzar un adecuado estado de forma física, sino también una herramienta de difusión de valores como el trabajo en equipo o el compañerismo.

Sin embargo, en la ultracompetitiva sociedad contemporánea, los campeonatos deportivos son cada vez más a menudo un campo de batalla donde los niños, pero también sus padres, dirimen sus diferencias: es tristemente habitual observar cómo en algunos partidos de fútbol, los padres se enfrentan entre sí o se dirigen al árbitro con más virulencia que la que emplean sus propios retoños, que de esa manera comienzan a imitar las conductas negativas de sus principales modelos de conducta.

Una cultura deprimente

Por eso, el exfutbolista inglés del F.C. Barcelona Gary Lineker ha denunciado en un artículo publicado en The New Statesman lo que él considera como “una cultura totalmente deprimente”, en la que la competitividad por conseguir que los hijos se conviertan en futbolistas de primera línea lleva a muchos padres a empujarlos hasta límites inaceptables y a deshacerse de cualquier obstáculo que encuentren por el camino.

En opinión del delantero, los padres “deberían callarse” mientras sus hijos están jugando, ya que ello sólo provoca que relacionen lo que en principio debería ser una actividad lúdica como el deporte con una estresante obligación.

Algunos padres insultan a los jugadores que deberían estar apoyando

“Esta locura está exacerbada por los padres maniáticos que están en la banda escupiendo tonterías a sus hijos”, ha escrito Lineker. “La naturaleza competitiva de estos padres y madres es asombrosa. El miedo que inculcan en nuestro talentoso pero sensible Johnny es deprimente. Necesitamos una revolución cultural entre los padres. Si nos callásemos y dejásemos simplemente que los niños disfrutasen del partido, nos sorprenderíamos de cómo cambiaría la cosa”.

En artículos previos, Lineker ya había contado cómo había visto en algunas ocasiones a padres exigiendo al entrenador que alinease a su hijo o, todo lo contrario, sacándolos personalmente del campo por estar jugando mal. “Hay una especie de padres que insultan de manera abusiva a los árbitros o incluso a los jugadores que en teoría deberían estar apoyando”.

Lineker, que es célebre entre muchas otras razones por no haber recibido ni una tarjeta amarilla a lo largo de su carrera, afirma que en alguna ocasión se ha visto obligado a intentar calmar a otros padres mientras observaba los partidos de alguno de sus cuatro hijos. “A veces la cosa se ha puesto tan mal que he visto necesario tener una conversación calmada con los padres para tranquilizarlos, sugiriéndoles de manera educada que su ‘compromiso’ no ayuda precisamente a los niños a relajarse y disfrutar el partido”.

Los alemanes siguen ganando

El delantero que pronunció una de las frases más célebres de la historia del fútbol –“es un deporte sencillo, son once contra once y al final siempre gana Alemania”– también habla de que la alta exigencia de los padres y entrenadores hace que el deporte sea mucho más sucio y tosco, y que sólo se jueguen balones largos y se premie a los jugadores más físicos, puesto que la exigencia de conseguir resultados inmediatos impide que los más técnicos, pero menos físicos, puedan desarrollar sus cualidades.

En Holanda, los padres callan cuando hay un error

Para Lineker, la solución puede estar en imitar otros países como Holanda, donde la interacción de los padres sólo se produce de manera positiva: “Recuerdo el aplauso de los padres espectadores cuando algo bueno ocurría en el campo, y un silencio paciente si un pase se perdía”.

Quizá el quid de la cuestión se encuentre en que, de esta manera, los padres intentan que sus hijos alcancen los sueños que ellos mismos tuvieron de pequeños a través de las maneras equivocadas. Lo que parte de un sentimiento positivo (como es conseguir que tu hijo llegue lejos) termina degenerando en ansiedad, estrés y ataques personales. Además, debido al hecho de que tan sólo un porcentaje extremadamente pequeño de jóvenes llegan a la competición profesional, para el resto, el deporte puede convertirse en una tortura

El deporte debería ser una actividad lúdica que enseñase a los más jóvenes no únicamente los rudimentos técnicos y tácticos necesarios para vencer al adversario o alcanzar un adecuado estado de forma física, sino también una herramienta de difusión de valores como el trabajo en equipo o el compañerismo.

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