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Los hábitos que ayudan a que las amistades duren para toda la vida
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Héctor G. Barnés

Empecemos por los principios

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Héctor G. Barnés

Los hábitos que ayudan a que las amistades duren para toda la vida

El amor verdadero es difícil de encontrar, pero casi más difícil aún es conseguir amistades que duren toda la vida. ¿De qué manera podemos mantenerlas?

Foto: En la juventud se comparten muchas experiencias que raramente se repiten durante la madurez. (Corbis)
En la juventud se comparten muchas experiencias que raramente se repiten durante la madurez. (Corbis)

El amor verdadero es difícil de encontrar, sí, pero casi más difícil aún es conseguir una amistad que dure toda la vida. El frenesí de la existencia contemporánea nos lleva en demasiadas ocasiones a sacrificar aquello que nos parece más coyuntural y nos obliga a centrarnos en lo más cercano, que suele ser la familia, descuidando de esa manera a aquellos que en momentos cruciales de nuestra vida nos echaron una mano o con los que compartimos experiencias irrepetibles.

La receta para conseguir una amistad duradera no es perfecta, y los ingredientes cambian según cada persona y la etapa vital en que esta se encuentre, pero hay ciertas constantes que determinan una buena convivencia en la distancia. Algunas de ellas se parecen a aquellas que nos garantizan una buena relación de pareja, pero otras tienen sus propias características peculiares.

Como no podía ser de otra forma, gran parte de la psicología divulgativa se ha propuesto averiguar cuál es la constante que se mantiene en las relaciones de amistad más duraderas. Es el caso de libros como The Friendship Crisis: Finding, Making and Keeping Friends When You’re Not a Kid Anymore (Rodale Books) de Marla Paul o The Art Friendship: 70 Simple rules for Making Meaningful Connections (St. Martin’s Press) de Roger Horchow, que se centran en la dificultad de preservar las relaciones personales después de la adolescencia. ¿Qué nos enseñan estos libros sobre la amistad?

  • Escucha, pero también responde

Que un amigo es un hombro donde llorar es algo que todos sabemos. Pero las amistades se acaban cuando la comunicación se produce en un único sentido, por mucho que escuchemos con atención a nuestro amigo. Si no expresas tus propias dudas y problemas en voz alta, probablemente la otra persona terminará pensando que se está tomando demasiadas confianzas contigo, y la amistad comenzará a erosionarse.

  • Pídele favores

¿A quién le pedirías que recogiese a tus hijos a la salida del colegio cuando tú no puedes, a un amigo al que conoces desde hace décadas, o al compañero de trabajo con el que apenas has convivido unos meses? La respuesta es obvia, y quizá, para ser amigo de alguien, el primer paso sea comportarse como tal. Si de verdad la otra persona quiere mantener su amistad no dudará en echarte una mano, y si no es así, también te hará saber que estás perdiendo tu tiempo. Cuidado, porque hay quien incluso se siente menospreciado si no le pides nunca nada.

  • Ten charlas profundas

¿De qué hablamos cuando nos cruzamos en el transporte público con un compañero con el que no tenemos mucha confianza? Del tiempo, del fútbol o de la noticia del día. La amistad se caracteriza por gozar de un grado de intimidad mucho mayor que otras relaciones, y para conseguirla, no hay nada como compartir nuestros sentimientos y opiniones más personales. La clave está en saber dónde y cuándo se pueden tratar dichos temas y, sobre todo, de esforzarse por buscar circunstancias que permita llegar a dichas situaciones.

  • Mantente en contacto

En ocasiones, un simple “estoy ahí” cada dos meses puede hacer más que una semana compartida de vacaciones. La distancia y las agendas apretadas pueden hacer que dos personas no se vean en mucho tiempo, pero ello no quita que no preguntemos de vez en cuando qué tal marcha todo.

  • La independencia es importante

Mantener un contacto regular no implica el acoso personal y aunque hoy en día seamos bastante despegados, hay personas que no saben muy bien dónde se encuentran los límites. Quizá no sea necesario telefonear todos los días a todos nuestros amigos, o preguntar cada dos horas por WhatsApp qué tal va el día. De hecho, este tipo de comportamientos contribuyen a quemar rápidamente la relación y a agotar a la otra persona. Una amistad de verdad no se acaba por un mes en el que no hayamos hablado por teléfono.

  • Crea nuevas experiencias para recordar

Una de las ventajas, pero también de los problemas, que tienen las relaciones que se mantienen desde la infancia es que convierten el pasado en un lugar mítico al que resulta difícil volver. Es divertido recordar las viejas anécdotas, pero tarde o temprano, si no se renuevan, pasan a ser recuerdos repetitivos. Hay que encontrar nuevas experiencias que se puedan inscribir con letras doradas en el libro de la amistad compartida.

  • Todo el mundo comete errores (tú el primero)

El ser humano es falible por naturaleza, y es probable que con quien más nos equivoquemos sea al mismo tiempo el que más nos quiere. Por eso, debemos estar listos para perdonar, pero también, para ser perdonados. Ello no quiere decir que nos debamos dejar avasallar, sino que la amistad exige soltar un sincero “lo siento” de vez en cuando.

  • Los amigos de tus amigos son tus amigos

¿Cuántas amistades se han roto después de que uno de los dos miembros de la relación cambiase de grupo de amigos? En la mayor parte de casos, la integración es más sencilla y cómoda que la separación, y que se conozcan amigos de orígenes muy diversos no sólo nos ayuda a conservar nuestras amistades, sino que contribuye a crear una red de contactos que nos puede ser especialmente útil en caso de necesidad. Como sugiere Roger Horchow en su libro, organizar una fiesta en la que pidas a cada uno de sus amigos que traiga a un amigo que no conoces puede ser una buena manera de aumentar tu círculo.

  • Integra a tu pareja (o a tu familia)

Cuando alcanzamos cierta edad y comenzamos a formar una familia, es más complicado quedar con los amigotes para salir por la noche o ir al bar a ver el partido. Si no queremos que se conviertan en motivo de conflicto, puede ser útil integrarlos en otra clase de actividades donde pueda participar el resto de tu familia. Quizá no sea tan divertido como en la adolescencia, o quizá consigas que tus hijos y los de tus amigos formen su propia pandilla.

  • Sé positivo, pero no complaciente

Cuando un amigo te cuenta uno de los problemas que le inquietan, probablemente esté buscando apoyo y la posibilidad de reafirmarse en sus creencias. Aunque debemos dejarle claro que siempre estaremos a su lado para lo que necesite, no debemos darle la razón como a los locos, sino ayudarle con consejos prácticos, aunque ello le obligue a replantearse su visión de las cosas. A la larga te lo agradecerá.

  • Sacrifica tu tiempo

Cuando todos los cuadros horarios de tu agenda están repletos, ser capaz de sacrificar alguna actividad para quedar con un viejo amigo a comer o tomar un café es el mejor signo de que nos seguimos preocupando por él. Si preferimos tirarnos en el sofá para hacer zapping antes que visitar a un colega, ¿cómo podemos pretender que este nos eche una mano cuando lo necesitemos?

El amor verdadero es difícil de encontrar, sí, pero casi más difícil aún es conseguir una amistad que dure toda la vida. El frenesí de la existencia contemporánea nos lleva en demasiadas ocasiones a sacrificar aquello que nos parece más coyuntural y nos obliga a centrarnos en lo más cercano, que suele ser la familia, descuidando de esa manera a aquellos que en momentos cruciales de nuestra vida nos echaron una mano o con los que compartimos experiencias irrepetibles.

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