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La mujer que sacó de la pobreza a Cartagena de Indias explica su modelo
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Iván Gil

Empecemos por los principios

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La mujer que sacó de la pobreza a Cartagena de Indias explica su modelo

La asistencia social a las capas más necesitadas de la población puede ser económicamente sostenible para las entidades sin ánimo de lucro que la realizan

Foto: Catalina Escobar, presidenta de la fundación colombiano-española Juan Felipe Gómez Escobar. (Conexión Colombia)
Catalina Escobar, presidenta de la fundación colombiano-española Juan Felipe Gómez Escobar. (Conexión Colombia)

La asistencia social a las capas más necesitadas de la población puede ser económicamente sostenible para las organizaciones sin ánimo de lucro que la realizan. Compaginar unos determinados objetivos sociales con la gestión de tipo empresarial no es una práctica frecuente entre las entidades de este tipo, pero para Catalina Escobar, fundadora y presidenta de la Fundación colombiano-española 'Juan Felipe Gómez Escobar', es la base del éxito para que estos proyectos funcionen y puedan seguir replicándose mediante una economía de escala.

Como explica la reconocida empresaria colombiana a El Confidencial, “la mejor manera de alcanzar nuestros objetivos, y hacerlo en el menor período de tiempo posible, es implantando unos protocolos de gestión que son absolutamente empresariales”. Los resultados obtenidos por la fundación en la ciudad de Cartagena de Indias son el mejor aval para defender estas tesis: “En menos de siete años redujimos la mortalidad infantil en un 81%, cubrimos las necesidades básicas de la población, no sólo alimentarias y de acceso a servicios como la educación o la salud, sino también laborales para romper el círculo de pobreza”.

El radical lavado de cara que experimentó la que era la ciudad más pobre de Colombia no sólo sorprende por la rapidez con la que se operaron los cambios, sino por las peculiaridades de Cartagena de Indias. Se trata de una ciudad que hasta la llegada de la fundación estaba completamente colapsada debido al acelerado crecimiento de su población.

Ayudar, pero “dignificando las vidas humanas”

En tan sólo una década, la ciudad duplicó su número de habitantes, pasando del medio millón al millón “por culpa del desplazamiento forzoso propiciado por el conflicto armado”, recuerda Escobar. Una situación frente a la que no daban abasto ni las infraestructuras ni las autoridades públicas. Por ello, la fundación decidió centrar sus esfuerzos en esta zona “comenzando por abordar los problemas más graves y atajar unas elevadas tasas de mortalidad infantil que eran evitables”.

Cubrimos las necesidades básicas de la población, no sólo alimentarias y de acceso a servicios como la educación o la salud, sino laborales para romper el círculo de pobreza

La experiencia que más marcó a Escobar y por la que decidió dejar atrás sus negocios y dedicarse de pleno a la ayuda altruista, fue la muerte en sus brazos de un niño: “Sus padres no lograron reunir los suficientes recursos para salvarle la vida, y por así decir, murió por 25 euros”, lamenta la presidenta de la fundación. Ocurrió hace trece años en el hospital público de Cartagena de Indias, donde ella colaboraba como voluntaria. Hoy en día, ha salvado la vida de más de 3.100 niños menores de un año y ha proporcionado atención médica gratuita a 98.000 pacientes, llegando allí donde las autoridades sanitarias no podían.

La filosofía de Escobar se basa en que la asistencia social tiene que estar encaminada a “dignificar las vidas humanas”. Un lema que le permite no descuidarse del objetivo de romper el círculo de la pobreza. Su estrategia para lograrlo consiste, en primer lugar, “en reducir las tasas de embarazo infantil y adolescente, que cuando empezamos estaban alrededor del 30%, además de evitar que las que ya son madres se queden embarazadas por segunda vez, porque sino estarán atrapadas de por vida”, apunta Escobar. En segundo lugar, promueven la inserción social mediante la “generación de empleo de forma permanente”. El objetivo, matiza, es que “tengan ingresos y se puedan sustentar a sí mismos”.

Un modelo de franquiciado para exportar a otros países

Si las autoridades públicas no intervienen se perpetuará aún más la pobreza, por lo que tenemos que pasar a la acción y tomar parte

Para materializar la inserción laboral de las capas pobres de la sociedad, la fundación cuenta con una oficina de empleo y emprendimiento, cuenta Escobar, que actúa como intermediaria entre empleados y empleadores. “Nosotros identificamos las necesidades de la industria, que en Cartagena es esencialmente turística, y capacitamos a las personas para que puedan trabajar en los puestos requeridos. Por ejemplo, les enseñamos inglés o cocina para trabajar en hoteles, o preparamos a jóvenes para que puedan conducir un taxi”, explica la presidenta de la fundación colombiano-española.

La entidad que preside Escobar está trabajando ahora para estandarizar su modelo de gestión y poder exportarlo, en forma de franquicia, a otras ciudades y países. “Posiblemente, el primer país al que llevaremos este modelo de desarrollo será Panamá, y luego irá Chile seguramente, además de otras ciudades colombianas”. Se trata de un modelo que funciona, insiste Escobar, “y nosotros podemos aportar nuestro know how y realizar una transferencia tecnológica en el lugar en el que se implante”. Un modelo que, añade, “ahorra mucho dinero en políticas públicas, aportando una sostenibilidad y un beneficio social absolutamente medible”.

El riesgo de que el Estado se desentienda de sus funciones para y con la sociedad debido al trabajo realizado por estas entidades no es una cuestión contradictoria para Escobar, pues entiende que “la sociedad siempre tiene necesidades, las trata de atender o no el Estado, y estamos viendo que si las autoridades públicas no intervienen se perpetuará aún más la pobreza, por lo que tenemos que pasar a la acción y tomar parte”. Además, la presidenta lamenta que, al menos a día de hoy, la erradicación de la pobreza no es el tema más importante de las agendas públicas. Por ejemplo, “ahora lo más prioritario en la agenda del Gobierno colombiano es la firma de la paz (con las FARC) mientras que otras cuestiones como la mortalidad infantil y la pobreza no lo son tanto”. Por ello cree que no se debe esperar y apela a que las grandes fortunas donen parte de su patrimonio y capacidad de gestión para evitar que “la disparidad social siga creciendo”. 

La asistencia social a las capas más necesitadas de la población puede ser económicamente sostenible para las organizaciones sin ánimo de lucro que la realizan. Compaginar unos determinados objetivos sociales con la gestión de tipo empresarial no es una práctica frecuente entre las entidades de este tipo, pero para Catalina Escobar, fundadora y presidenta de la Fundación colombiano-española 'Juan Felipe Gómez Escobar', es la base del éxito para que estos proyectos funcionen y puedan seguir replicándose mediante una economía de escala.

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