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La cortesía importa: el bar que cobra 7 euros por el café al cliente maleducado
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Iván Gil

Empecemos por los principios

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Iván Gil

La cortesía importa: el bar que cobra 7 euros por el café al cliente maleducado

Los buenos modales quizá no estén demasiado de moda, sobre todo en comercios y cafeterías donde las normas básicas de urbanismo suelen relajarse, pero nada mejor

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Los buenos modales quizá no estén demasiado de moda, sobre todo en comercios y cafeterías donde las normas básicas de urbanidad suelen relajarse, pero nada mejor que apelar al bolsillo de los clientes para recuperarlos. Esta fue la estrategia de un hostelero de la ciudad francesa de Niza, quien estableció diferentes precios para el café en función del grado de amabilidad que sus clientes mantenían con el camarero. Si le piden “un café, por favor” costará casi a mitad de precio, mientras que si hacen su comanda con la fórmula “buenos días/buenas tardes, un café, por favor”, el precio será hasta un 80% menor.

La original idea de Fabrice Pepino, propietario del café La Petit Syrah, tiene la pretensión de penalizar económicamente a los clientes groseros que no hagan gala de un lenguaje cortés, una de las señas de identidad de las que más presumen los francófonos, pero que no pasa por sus mejores tiempos, según aseguraba el gerente a un medio local. La campaña, que en un principio sólo pretendía llamar la atención sobre el creciente desuso de las fórmulas de pleitesía con un tono humorístico, se ha convertido en todo un fenómeno de marketing, a juzgar por la viralidad que ha obtenido en las redes sociales, después de que una periodista de Niza colgase una foto con los distintos precios del café en su cuenta de Twitter.

La iniciativa se ha convertido en todo un fenómeno de marketing, a juzgar por la viralidad que ha obtenido en las redes sociales

“Al principio todo comenzó como una especie de broma porque muchos clientes venían estresados a nuestro establecimiento y, a veces, pedían el café con un tono grosero”, explica el hostelero galo al diario Nice-Matin. Pepino habla en pasado porque, ahora, los clientes incluso “son demasiado corteses y amables”, asegura. Quizá no sea sólo por el dinero que se ahorran, apunta, sino también porque nada mejor que una reprimenda divertida para provocar un cambio de actitud sin ofenderse por ello.

Dando esplendor al lenguaje cortés

Las pretensiones del dueño de La Petit Syrah se cumplieron con creces y la sonrisa ha vuelto a dibujarse en la cara de los “estresados” clientes que, al menos de momento, dejan sus problemas en la puerta de entrada al establecimiento para disfrutar de un momento de relajación durante su descanso para el café. “Fue la forma que se nos ocurrió para que la gente se mentalizase de que debía relajarse al entrar en la cafetería para luego continuar con sus quehaceres”, apunta.

placeholder Los propietarios de La Petite Syrah en el interior del establecimiento.

Pero no sólo eso, la clientela ha aumentado y la pizarra de la discordia se ha convertido casi en un monumento más de la ciudad a donde ir a sacarse fotos. La noticia del diario local que se hizo eco de esta llamativa campaña ha recibido ya más de 60.000 “me gusta” en su página de Facebook. Una gran parte de los medios franceses han reproducido la noticia en sus páginas y hasta la exministra gala Christine Boutin tuvo buenas palabras para esta iniciativa manifestando que se trataba de “una excelente idea”.

El propietario del ya famoso café nizardo no tiene reparos en reconocer que encontró la idea en internet. Le gustó tanto que decidió llevarla a cabo en su propio establecimiento y, ahora, ha pasado de plantearse el cierre a hacer más caja que nunca. Además, ni los académicos de la Académie Française han hecho tanto como Pepino para recuperar el esplendor de expresiones tan rimbombantes, a la par que características, como je vous en prie o c’est très gentil, tan corteses que la definiciones en español que más se les acercan serían se lo ruego, por favor y es muy amable.

Los buenos modales quizá no estén demasiado de moda, sobre todo en comercios y cafeterías donde las normas básicas de urbanidad suelen relajarse, pero nada mejor que apelar al bolsillo de los clientes para recuperarlos. Esta fue la estrategia de un hostelero de la ciudad francesa de Niza, quien estableció diferentes precios para el café en función del grado de amabilidad que sus clientes mantenían con el camarero. Si le piden “un café, por favor” costará casi a mitad de precio, mientras que si hacen su comanda con la fórmula “buenos días/buenas tardes, un café, por favor”, el precio será hasta un 80% menor.

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