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Unos lo llaman errores femeninos; otros, armas de mujer
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Sonia Franco

Pase sin Llamar

Por
Sonia Franco

Unos lo llaman errores femeninos; otros, armas de mujer

No hace mucho escuchamos a toda una comisaria europea, Viviane Reding, quejándose de machismo a raíz de un enfrentamiento con el inefable Sarkozy. “Si un hombre,

No hace mucho escuchamos a toda una comisaria europea, Viviane Reding, quejándose de machismo a raíz de un enfrentamiento con el inefable Sarkozy. “Si un hombre, en política, pega un puñetazo en la mesa, es un macho, se está defendiendo. Si una mujer pega un puñetazo, es una histérica. Por eso tenemos la cuestión de la igualdad de género hoy encima de la mesa", dijo.

La frasecita me ha venido a la memoria tras leer con inquietud un post sobre los diez errores más comunes en el lenguaje corporal de las líderes femeninas que, literalmente, “pueden restar autoridad y credibilidad a su discurso”. Oh Dios mío -pienso-, ya estamos de nuevo a vueltas con la igualdad… me encanta.

Así que no me resisto a analizar los susodichos “errores”:

1) Inclinar la cabeza demasiado: ¿Lo hago o no lo hago? Creo que sí… ¿Por qué es tan malo? ¿Pareceré muy sumisa? ¿O, simplemente, indica que estoy escuchando con atención?

2) Encogerse físicamente: ¿Qué quiere decir eso? ¿Qué las mujeres nos hacemos pequeñitas cuando hablamos con los hombres? Ya, ya.

3) Gestos infantiles: ¿Quéeeee? ¿Pucheros? ¿Hoyuelos en las mejillas? ¡Qué me están contando!

4) Sonreír demasiado: Eso sí que no. Sonreír nunca ha sido ni será malo. Salvo que te estén despidiendo o anunciando el fallecimiento de un familiar…

5) Asentir demasiado: Ni hablar. Otro gesto que puede indicar atención, empatía. No necesariamente que el interlocutor tenga razón.

6) Elevar demasiado la voz: ¿Vehemencia? ¿Expresividad?

7) Esperar turno: Yo siempre he creído que era de buena educación…

8) Ser demasiado expresivo: Oiga, oiga.

9) Un apretón de manos débil: Éste tiene un pase… Pero para hombres y mujeres, ¿eh?

10) Coquetear: ¿¿¿¿¿Cómoooooo?????

Vaya, gracias. Estoy segura de que estos consejitos pueden serme muy útiles. Sí, sí. Entiendo que voy a tener que mantener la cabeza erguida, pero mejor no saco pecho, no vaya a ser que me acusen de ir pidiendo guerra. Y poner cara de circunstancias y el gesto serio, que si me sale mi sonrisa más seductora quizá mi interlocutor se piense lo que no es. E interrumpir a troche y moche para que nadie se piense que no tengo nada que decir. Y, por supuesto, iré vestida con traje y corbata, que si se me ve un trozo de piel igual la liamos…

Lo habéis adivinado: no trago. ¿Habéis leído alguna vez un artículo sobre los diez errores del lenguaje corporal de un directivo hombre? Nunca. En la lista que nos ocupa, todo está dirigido a decirnos a las mujeres que nos tenemos que comportar de un modo más masculino en el entorno laboral. Y ni es justo, ni pertinente, ni políticamente correcto.

De acuerdo en que vivimos en un mundo, especialmente en el terreno laboral, en el que las reglas del juego las ponen los hombres. Eso nos deja a las mujeres en desventaja, así que ya me contaréis por qué no vamos a usar todas las armas de las que disponemos para lograr pequeñas victorias.

¿Por qué no va a sonreír una mujer en una entrevista de trabajo si sabe que tiene una sonrisa Profidén que le puede hacer ganar puntos? ¿Por qué va a esconderse en una amplia chaqueta que jamás se pondría en su fin de semana cuando va a pedir un aumento de sueldo? ¿Por qué habría de ir al trabajo vestida de azul marino? ¿Para no desentonar en la reunión del comité de dirección?

Dice mi chico que no es justo que nosotras podamos ir al trabajo en tirantes y ellos no puedan colgar la corbata ni con 40º a la sombra. Pero tampoco es justo que se acuse a un jefe de estar liado con su secretaria simplemente porque entre ellos hay una fuerte complicidad. Ni que se dude de los méritos profesionales para llegar a la alta dirección de esa señora cañón licenciada en Harvard. Ni que se critique a la nueva directora general porque le gusta llevar un discreto escote, pero escote al fin y al cabo.

Poquito a poco, las mujeres nos vamos haciendo un hueco en las altas esferas e introduciendo puntos de vista y modos de actuar más femeninos en la dirección de las empresas y los consejos de administración. Y queremos hacerlo a base de talento, trabajo duro y buenas ideas. Ahora bien, que nadie nos diga que para lograrlo tenemos que ser más masculinas, porque entonces no estaremos conquistando nada, sino rindiéndonos. Si sonreímos a menudo, somos expresivas y nos gusta ir monas al trabajo, ¿estaremos boicoteando nuestra carrera profesional? Va a ser que no.

No hace mucho escuchamos a toda una comisaria europea, Viviane Reding, quejándose de machismo a raíz de un enfrentamiento con el inefable Sarkozy. “Si un hombre, en política, pega un puñetazo en la mesa, es un macho, se está defendiendo. Si una mujer pega un puñetazo, es una histérica. Por eso tenemos la cuestión de la igualdad de género hoy encima de la mesa", dijo.